11. La acompañante de Pietro

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Rosette

Veo a Pietro acomodándose la corbata en frente del espejo del living, entonces me le acerco, noto el gesto que tiene y el movimiento de sus manos, así que decido preguntar.

—¿Estás nervioso?

—Tengo una reunión de esas a las que uno no desea ir, pero hay que hacerlo por el bien del trabajo.

Toco su mano y sus ojos dejan de ver el espejo para observarme a mí, me mira de manera intensa.

—Así está mejor —aclaro cuando le arreglo la corbata.

—¿Quién eres? —dice de repente.

Me río.

—¿Disculpa? No sé a qué te refieres.

—¿Tienes familia? ¿Amigos? —Hace una pausa para agregar lo que creo que le interesa más—. ¿Una pareja?

—Ya te dije, no tengo nada —contesto más seria.

—Me agradas, Rosette, y menos sé de ti, más quiero saber.

—Entonces qué bueno ser un misterio. —Vuelvo a sonreír y él hace lo mismo.

—Totalmente. —Acerca su rostro al mío—. ¿Me quieres acompañar? —consulta de repente.

—¿Por si cometes desastres en la reunión? De acuerdo.

Violette

Odio a mi hermano ¿Por qué me obliga a ir a estos eventos? Sabe que los detesto, me lo hace a propósito.

—¡Eduardo! —Se acerca Brayton a mi vigilante, el cual no es tan vigilante, porque ni siquiera me sigue—. Me alegra que hayas venido. —Gira su vista hacia mí—. Y tú también. —Me sonríe.

Fuerzo una sonrisa, pero no quito el odio de mi mirada.

—¿No sirves para los negocios y crees que arreglarás todo con fiestitas? Eres patético —digo molesta.

Se ríe.

—No tengo problemas financieros como otras. —Lanza una indirecta y toma un poco de su copa de vino.

—No digas bobadas. —Ruedo los ojos.

—Ah, cierto, nunca has tenido trabajo, siempre has sido una mantenida.

Eduardo se ríe, así que lo miro de mala manera.

—No digas ni una sola palabra —lo reprendo y vuelvo a observar a mi hermano—. No te hagas el que sabes todo, que ni siquiera pudiste elegir entre dos mujeres —me burlo.

—¿Estás hablando de mí? —Veo a su esposa llegar, la pelirroja me sonríe—. No digas esas cosas, Brayton intenta ayudarte.

—Por favor, Aurora, todo el mundo sabe que tu matrimonio no sirve para nada.

—No sé de qué hablas, yo me quedé con el jefe de la mafia. —Toma de su copa—. Y siempre me demuestra su amor. —Observa a su esposo y ambos se sonríen.

—Me harán vomitar —opino.

—No necesitas a alguien para ser feliz, pero podrías cambiar de actitudes, ¿no? —Enarca una ceja—. Si sigues agrediendo a tantas personas, quedarás sola.

—Ya suenas a mi hermano —le digo a Aurora y luego observo a Brayton—. Controla a tu mujer —me quejo.

—¿Vendrás a la boda de tu sobrina? —Me cambia el tema el desgraciado, solo para no responder a mi provocación.

Cobarde.

—No —digo a secas.

—Oigan, yo también quiero. —Veo a Eduardo agarrar una copa de vino cuando viene el camarero—. Gracias. —Sonríe y me mira—. ¿Quieres?

—No —expreso cortante otra vez—. ¿Ya me puedo ir? —Observo a mi hermano.

—Cuando aprendas a comportarte —el rubio responde sin más.

Presiono los dientes.

—Yo...

Me callo cuando la puerta del salón se abre. Sabía que vendría, pero ¿Y esa quién es? Pietro entra a la reunión con una acompañante que nunca había visto. 

El prometido de la Inglesa (R#13) [Prometidos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora