Violette
Veo como Pietro se va con esa pálida que no conquista ni a un muerto y presiono con fuerza la baranda de la ira que tengo.
—Cálmate, Piruleta, ya aburres. —Eduardo se ríe—. ¡Ah! ¡¿No era así como lo llamabas a él?! Alemán aburrido.
Giro mi rostro a mirarlo de manera abrupta.
—Cállate, Español imbécil.
Frunce el ceño y se me acerca amenazante a muy pocos centímetros del rostro, pero luego sonríe como si nada.
—Eso no dijiste en la fiesta de Felipe.
—Estaba drogada —expreso fríamente.
—Touché. —Se gira—. Ya me voy.
—¡¿A dónde?! —me quejo—. ¡No terminó la fiesta!
—Antes me aclaraste que me podía ir cuando quisiera, bueno este es el momento.
Lo sigo.
—¡Y tú me indicaste que no podías dejarme!
—Aguantarte a ti es un dolor de cabeza, y si Brayton se entera ya no importa, estoy cansado, tuve demasiadas fiestas seguidas. —Se ríe.
Salimos del salón, entonces tira el antifaz que mantenía en la mano cuando se lo quitó para mirar mejor desde el balcón, yo lo sigo teniendo sobre la cabeza.
—Eduardo, no seas así, ¿no sabes cómo tratar a una dama?
—¿Una dama? ¿Dónde? No la veo —se burla y hace que busca, luego se detiene a mirarme para aclarar—. Solo tengo delante a una niña caprichosa ¿Qué harás cuando todo el mundo te deje? ¿Harás un berrinche?
—No necesito a nadie, la gente es usable —digo con confianza.
—¿Te importa alguien en esta vida aparte de ti? Porque con sinceridad yo sí tengo y creo que por eso nos diferenciamos.
Me paralizo.
—¿Quién?
—¿Qué? ¿Quieres que te diga mi única debilidad? No, gracias.
Pietro
Seguimos huyendo de los hombres de Dominick, entonces terminamos en un callejón. Hay mucha adrenalina, alzo mi arma y aunque está mojada, le disparo a los que intentan detenernos. Decidimos acabar con esta persecución de una vez por todas cuando visualizamos las vías del tren al final del callejón. Tenemos suerte porque oímos su sonar, va a una velocidad moderada, lo que demuestra que acaba de arrancar. La estación debe estar cerca. Nos preparamos para saltar en uno de los vagones, damos un brinco y para nuestra fortuna nadie nos ve, parece estar vacío. Por nuestra propia seguridad nos ocultamos detrás de una cabina pequeña, sin pasajeros. Otra vez terminamos en un lugar estrecho.
—Debe ser un tren de carga —opino y sonrío.
Ella me mira de mala manera.
—La suerte está de tu lado.
La tengo a tan pocos centímetros de mi rostro, puedo sentir su respiración.
—Me gusta más el destino.
—Otra vez en un contenedor —se queja.
—Pero con buena compañía. —Apoyo mi mano a un costado de su cabeza—. Háblame del terreno peligroso —refiriéndome a nuestra conversación anterior.
Sonríe y eso me pone de buen humor.
—¿Por qué te dejaría entrar si rompiste el cartel de advertencia? —expresa en una metáfora y me río, así que le sigo el juego.
—Es que si no entraba sin permiso, nunca iba a ingresar ¿Así cómo me darán el trabajo de guardabosques si ni siquiera me entrevistan? Juro que no soy como los demás que han venido.
—Quieres probar el fruto prohibido. —Se acerca a mi boca, tomando la corbata de mi traje—. Pero si lo tomas ya no hay vuelta atrás.
Mi mano desciende, abandonando la pared de la cabina, apoyándose en su cintura y recorriendo el camino de la tela mojada hasta llegar hasta la suave piel de su pierna.
—¿Y qué puede pasar? —susurro en su oído.
—Te vas a quemar.
—Enciendes en mí lo que nunca nadie ha encendido. —Alzo su pierna, cortando la poca distancia que nos separa, cuando chocan nuestras pelvis, lo que provoca un gimoteo por parte de ella.
Mierda, es la primera vez que la oigo gemir y la veo sonrojarse, dejándose llevar sin restricciones ni negativas. Simplemente hermosa. Nuestras bocas se unen, no podemos separar nuestros cuerpos mojados por ningún segundo. Su físico me excita demasiado, no sé si es la adrenalina o qué, pero necesito poseerla ahora. La verdad a estas alturas ya creí que Rosette me alejaría, pero ella misma me baja la chaqueta. Es un juego de seducción que no había imaginado.
Un tren en la noche, poco espacio, unas cuantas metáforas y el fuego que se enciende. Imposible de detener, pues es pura pasión, una que anhelaba hace tiempo, una verdadera.
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El prometido de la Inglesa (R#13) [Prometidos #2]
Romantizm"Si no puedes manejar a tu familia, menos a la mafia". Secretos ocultos en el Big Ben. #PorCulpaDeUnRicoy *Por Viviana Valeria V.