34. Interrumpir la felicidad

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Pietro

El agua de la ducha moja nuestros cuerpos desnudos, me beso de manera ferviente con Rosette, todo es tan cal...

La pasión se interrumpe cuando vemos entrar a Violette al baño.

—No se preocupen, solo voy a tomar mi cepillo de dientes, ustedes sigan, no los detengo.

Observo de mala manera a Rosette y le bajo la pierna.

—No puedo hacer esto. —Abro el vidrio de la bañera.

—Oye, cuidado, no andes desnudo por ahí —se burla Violette.

Agarro de manera abrupta una toalla al mirarla enojado.

—Gracias por la aclaración —digo con molestia.

Ella sonríe.

—De nada.

Eduardo

Bajo los binoculares, dejando de observar el hogar de Pietro y anoto cuantas personas tienen vigilada la casa. Los Lamarck no se andan con jueguitos, aunque Hoffman tiene buena seguridad. Sabía que esa amistad entre Violette y Rosette me traería problemas. Obvio, no me puedo acercar ¿Cómo puedo cumplir mi trabajo sin que me identifiquen? Marco el número de mi objetivo.

—¿Qué quieres? —expresa molesta.

—Hola, Piruleta. —Sonrío—. Escúchame bien, me estás trayendo más problemas de los que deberías, así que más vale que te vayas a vivir a otra casa o me vas a conocer enojado.

—¿Enojado? ¡Yo estoy más enfadada contigo, así que no me molestes! —Me cuelga.

Gruño y la vuelvo a llamar, así que cuando al fin me atiende, decido aclararle unas cuantas verdades.

—Mira, Violette, esta casa está custodiada por la gente de Lamarck y por si alguna razón a Dominick o Derrick se les ocurre iniciar un tiroteo, no deberías estar ahí. Ambos sabemos que no perteneces a este mundo, así que la más perjudicada vas a ser tú si insistes con esto.

—No me hables como si no supiera disparar un arma. —Me corta otra vez.

Eso es lo que más me temo, dicen que las mañas no se olvidan, pero qué sé yo, a mi parecer hay que mantener una práctica al menos.

Bien, entonces no me quedará de otra, debo deshacerme de Rosette.

Rosette

Seco mi cabello y me peino, mirándome en el espejo del baño. Recuerdo el agua, la suavidad de la piel de Pietro, así que me muerdo el labio inferior. Es cierto, Violette nos ha interrumpido muchas veces, pero no puedo juzgarla, necesita atención. Sonrío por eso, pues solo me acuerdo de las acciones de mi hermana. Me encantaría revivir esos tiempos antes del tiroteo en mi casa.

Oigo romperse un vidrio y me sobresalto, así que me giro.

—¿Eduardo? —expreso al verlo entrar por la ventana.

Me mira de una manera muy fría.

—Llego el momento de que tú y yo tengamos una conversación. 

El prometido de la Inglesa (R#13) [Prometidos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora