Violette
Una tonada, dos, nadie contesta. Sé que es temprano, pero no voy a parar, su sueño será interrumpido por mí, no me importa. Conseguí este número y lo voy a utilizar cueste lo que me cueste. Vuelvo a marcar hasta que al fin me atiende.
—¿Tú eres la roseta, cierto? —expreso con altanería.
—Rosette —me corrige la pálida que a nadie le importa su nombre—. Reconozco tu voz ¿Violette, verdad? —dice tranquila del otro lado de la línea.
—Soy inolvidable, lo sé.
Oigo su risa.
—Es bueno tener el ego alto, nunca lo pierdas.
—No te llamé para que me des cumplidos y además, ¿por qué tienes un teléfono desechable? Pensé que siendo la amante, Pietro te daría mejores cosas.
—Así que averiguas todo. —Continúa calmada y también me aclara—. Pero no, no soy su amante.
—Duermes con él, no mientas.
Hace un silencio que me parece muy molesto antes de responderme.
—¿Por qué llamaste, Violette? —Me cambia de tema la descarada.
—Dile a Pietro que me desbloquee.
—Esas son cosas entre tú y él, yo no puedo meterme.
—Si no eres la amante, deberías ¿A ti qué te importa de todos modos?
—Puede ser, pero no es mi problema, quizás solo te respondo porque suelo ser amigable con las mujeres ¿Necesitas algo más?
—Cuando me doblaste la mano no demostraste lo mismo, y sí, necesito algo más.
—Defensa propia. —Vuelve a reír—. ¿Qué puedo hacer por ti?
—Estoy en la puerta, ábreme.
—Lo siento, no puedo hacer eso, no tengo la llave de la casa ni es de mi incumbencia, así que no puedo hacer nada, adiós. —Me corta la muy descarada.
¡Ya van a ver esos inútiles!
Guardo mi celular, cruzo el jardín, camino alrededor de la mansión, miro el lugar detenidamente, busco formas de entrar y termino pasando por el patio trasero dos veces hasta que me detengo.
¡Maldita sea, necesito ideas!
Se oye la puerta trasera abrirse y me sobresalto, un escalofrío recorre mi espalda. Su mirada fría y llena de odio me está observando, lo sé. Me muevo despacio a mirarlo, así que le sonrío.
—Hola, Adler.
Él me observa de mala manera.
—Hoy no viniste con tu guardaespaldas —acota de mala gana.
—¿Hablas de Eduardo? —Quedo pensativa.
De repente levanta su arma. Creo que hoy no tiene un buen día.
—Mira, vieja, cuento hasta tres y si no te vas, te disparo —amenaza.
—Eh, uh, es poco tiempo —digo nerviosa.
—¿Y desde cuándo le doy misericordia al que quiero matar?
—¡Soy tu madre!
—Yo no tengo madre —dice fríamente y le saca el seguro al revólver.
—¡Espera! ¿De verdad no tienes misericordia? Piensa en tu novia.
Adler enarca una ceja.
—¿Qué tiene que ver mi novia?
—¿Estás seguro de meterla en este mundo? —aclaro y se queda en shock—. ¿Vas a mostrarle lo fácil que es matar a alguien cercano?
Su mandíbula se tensa.
—Tú no eres nada para mí.
—Piénsalo, Adler, mátame, está bien, pero luego atente a las consecuencias —digo de manera fría—. Nunca podrás tener una conversación normal con ella, ni contarle de estas cosas y al final terminará mal. No conseguirán estar juntos porque es peligroso. Eres el heredero, la van a buscar y la usarán en tu contra, la lastimarán de mil maneras y no habrá forma de hacer nada, pero si me escuchas...
—¡Cállate! —Su mano tiembla y sus ojos se humedecen—. ¡No vengas con tus consejos de mafiosa ahora, no eres nadie en este mundo! —grita alterado—. ¡Te odio! —Tira del gatillo y me da en la pierna, así que caigo al suelo e intento levantarme, pero cuando alzo la cabeza, ya está cerca de mí con el arma en mi frente—. No vengas a darme lecciones que debí tener hace años, ya no sirven, el daño está hecho. —Una lágrima recorre su mejilla—. Te odio tanto. —Se prepara para disparar de nuevo.
—Baja eso. —De repente llega Rosette y pone su mano sobre la de mi hijo, la cual desciende el arma un poco. Ninguno la vio venir ¿Quién es esta mujer?—. Tu novia está protegida, nadie sabe de ella ni dónde está y si eso te preocupa, se puede averiguar —le aclara calmando las aguas.
¡La metida estaba escuchando y él le hace caso!
Adler termina por dejar de apuntarme con la intromisión de Rosette, ella rápido toma el arma y luego me mira.
—Levántate, vamos al hospital —dice fríamente la mujer.
—No necesito tu ayuda —respondo molesta.
—No lo hago, sino te hubiera ofrecido mi mano.
¡Agh! No la soporto, se cree perfecta.
—No la necesito, cualquier otro podría ofrecerla.
Ella se agacha y se acerca a mi rostro.
—El mundo no gira alrededor de ti, Violette —expresa algo que me genera un shock, aunque peor es cuando esta vez sí me ofrece su mano—. Yo antes era como tú, ¿sabes? Espero que si te pasa la mitad de lo que me ocurrió a mí, seas capaz de valorar estas acciones.
Miro su mano, luego vuelvo a observar sus ojos verdes. Creo que me avergüenzo, pero termino por aceptar su gesto.
¿Quién mierda es esta mujer y por qué le hago caso? Quizás tengo curiosidad, quizás hay algo de verdad en sus palabras, pero no lo puedo aceptar, es la amante de Pietro y eso me nubla el cerebro, aunque de algún modo lo que dice tiene sentido ¿Acaso esto es a lo que llaman responsabilizarte de tus actos? ¿Entenderlos? En realidad es algo que jamás me han enseñado, así que parezco más fría de lo que soy. Como dijo Eduardo, una nena caprichosa. Supongo que me lo diga una desconocida me cala más en el cerebro, incluso aunque esa mujer sea Rosette.
___
A veces necesitamos que personas totalmente desconocidas y con palabras distintas nos aclaren algunos temas y en lo que podemos estar equivocados, para que nos demos cuenta de las cosas, y eso es lo que acá quise demostrar con Violette.
Aclaro que a partir de este capítulo veremos un lado más humano de Violette, seguirá siendo la inmadura de siempre, pero la historia dará un giro de 180 grados ¡Acá comienza el cambio de Violette! Será difícil, pero no me rendiré.
Atte: Vivi.
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El prometido de la Inglesa (R#13) [Prometidos #2]
Romance"Si no puedes manejar a tu familia, menos a la mafia". Secretos ocultos en el Big Ben. #PorCulpaDeUnRicoy *Por Viviana Valeria V.