33. Corazón roto

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Violette

Eduardo, todo lo que mi mente dice es Eduardo ¿Por qué no se calla? Lo odio, arruinó todo el momento. Estábamos bien y lo destruyó en cinco segundos. Sé que tiene razón, somos dos almas libres, pero eso no significa que no pueda haber algo más. Maldición, debería olvidar esto, sin embargo me cuesta tanto que no lo logro.

Este viaje en avión va a ser muy largo.

Corrección, la semana luego de volver de esas vacaciones ha sido muy larga ¿Dónde está Eduardo? ¿Me está esquivando? Averiguo una dirección y me dirijo a encontrarme con él, llego enseguida a la casa. Lo hallo tomando sol tan campante como siempre. Me acerco a hacerle sombra, entonces no le queda otra que abrir los ojos.

—Hola, querida.

Me cruzo de brazos.

—¿Se puede saber qué estás haciendo?

Se levanta de la reposera, cuando lo tengo en frente mi corazón corre muy acelerado, pero logro mantener la compostura.

—Creí que era evidente ¿Tú qué haces aquí? Me buscabas —afirma.

Sí, pero no lo voy a admitir.

—Claro que no. —Ruedo los ojos.

—¿Sabes cuál es tu problema?

¿A qué viene eso?

—A ver, ¿cuál? —Enarco una ceja.

—Que no soy Pietro —se burla—. Y qué bueno, porque a mí no me puedes lastimar con palabras hirientes, porque no estoy enamorado de ti.

Eso fue directo a mi corazón, auch.

—Sí, claro —expreso con sarcasmo al forzar una sonrisa, luego agrego—: ¿Por qué no te mueres?

—¿Por qué viniste? —indaga.

Ya no sé.

—¡Ay, no te soporto! —Me largo rápido antes de que cometa una locura.

¿Qué le pasa a Eduardo? Se me ha puesto a la defensiva cada vez que intento hablarle. Creí que pasaba de mí, pero esto es peor. Necesito saber, voy a hablar directo con la fuente, o sea con alguien que sí lo conoce, mi hermano.

Una vez que llego a la mansión Lovelace, descubro que Eduardo ha venido también. Llegó primero solo porque me estuve arreglando ¡Ese no es el punto! Lo veo hablar con Brayton muy campantes, así que los sigo. Al ellos ir a la oficina, me oculto detrás de la puerta a escuchar y espiar.

—¿Qué te trae por aquí? —dice mi hermano.

—Violette está interesada en mí —aclara de repente Eduardo.

¡¿Qué?! ¡¿Cómo se atreve?! ¡Yo no le dije nada!

—Excelente, el plan está funcionando.

¿Eh? ¿Qué plan?

—No estoy interesado en seguir, me encuentro confundido, la idea se nos va de las manos, es una bomba a punto de explotar.

—Tranquilízate, te lo estás tomando muy a la ligera. —Brayton se dirige a sentarse a la silla de su escritorio y le señala la del frente a Eduardo—. Siéntate.

El prometido de la Inglesa (R#13) [Prometidos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora