36. Confesiones desvariadas

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Pietro

Una hora antes.

Termino de hablar con Geert, el cual se encuentra atendiendo algunos asuntos de nuestra organización en el extranjero, entonces guardo el celular. Violette me observa de manera muy fija, así que decido hablarle.

—¿Qué? —expreso molesto—. ¿No tienes otra cosa que hacer?

—Ay. —Se muerde el labio inferior—. Cuánto odio ¿Qué pasa? ¿No te atienden bien? Pobrecito.

—No te va bien en tu vida amorosa y vuelves a las andadas ¿Cómo es, Violette? ¿Es lo único que sabes hacer? Dime.

Frunce el ceño.

—Se te ve con confianza. —Hace una pausa—. Se debe a Rosette, seguro ¿A ella también la seguirás como idiota si resulta que no quiere estar contigo? —Sonríe al burlarse.

—No, no voy a cometer el mismo error, si llegara a pasar eso, luego de deshacerme de Dominick, le conseguiría un boleto de avión o algo así, mejor aún me volvería a Alemania, ya es hora de terminar otros asuntos por allá.

—Te ves decidido —opina.

—Lo estoy. —Sonrío—. Me cegaste, Violette, lo admito, pero ya no me encuentro en esas andadas, ya desperté, abrí los ojos. —Hago una pausa, pensativo—. Ojalá lo hubiera hecho antes, tal vez Adler sería una persona diferente, no he sido buen padre.

Ella se ríe.

—¿Qué dices? No entiendo por qué no me echas la culpa.

Suspiro, pero luego sonrío.

—Diría que tú tienes el setenta por ciento de la culpa, el treinta es todo mío.

—Pues a ti Adler no te odia, te llama papito —finge su voz y me río.

—Sí, sí lo hace.

—Se siente raro estar hablando bien contigo —opina.

—Los tiempos cambian. —Miro el reloj de la pared—. Hablando del tiempo, Rosette se está tardando mucho en el baño.

—Me iré a fijar, así no te llama controlador —se burla y se va directo a subir las escaleras.

Ya me olvidé por qué me gustaba esta mujer, seré raro ¿Qué le habré visto? Se la pasa burlándose de las personas. Ah, sí, mi padre, la conocí cuando mi padre me había metido en muchos líos y las casualidades del destino, o más bien los negocios, nos llevaron a comprometernos. Al final cuando te encuentras mal de la cabeza, te juntas con quien está peor. Curioso, cuando también caí en un pozo sin fondo, apareció Rosette y ella también tiene unos embrollos en su linda mentecita. Sonrío como estúpido, maldito destino sin sentido, esta vez debo agradecerte.

—¡Pietro! —Baja Violette corriendo por las escaleras.

—¿Qué ocurre? —pregunto al ver su agitación.

—¡Han secuestrado a Rosette, hay vidrios rotos por todas partes!

—¿Qué?

Voy lo más rápido que puedo hacia el baño, entonces observo la escena. Llamo a mi seguridad, entonces nos dirigimos a ver las cámaras.

—¡¿Eduardo?! —chilla Violette.

Presiono los dientes.

—Lo mataré —expreso furioso.

El prometido de la Inglesa (R#13) [Prometidos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora