21. Baile de máscaras

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Rosette

Música rimbombante, muchos colores como le gusta a mi prometido y una elegancia particular que solo me recuerda que es el infierno.

—¿Por qué vinimos aquí? —Miro el salón donde hay un baile de máscaras, luego a la ex de Pietro y su acompañante—. ¿Y por qué ellos están aquí?

—Lo de ellos no lo sé —contesta Pietro—. Yo estoy adentrándome a esta trampa, para ver a ese tal Dominick del que tanto te gusta hablar.

—Para tu información, me invitaron —dice Violette de forma altanera, para luego hablarle a su ex—. Y ya que nos vemos las caras, desbloquéame.

—¿Disculpa? Tengo una máscara, no te veo la cara, no sé ni quien eres ni me interesa. —Avanza y como estoy agarrada de su brazo, le sigo el paso.

—¡Pietro Hoffman, regresa aquí! —grita la castaña.

—Es tan gratificante no sentirme un arrastrado ¿Quién se arrastra ahora, Violette? —dice más para sí mismo, muy satisfecho, pero ella arrasa en furia, hasta gruñe y rompe un vaso, su acompañante solo se ríe.

—Ya te divertiste, ¿me puedo ir? —me quejo.

—No hasta que encuentre a tu prometido, le pegue un balazo y problema resuelto.

Ruedo los ojos.

—No vas a... —Me callo cuando me agarra de la cintura y luego de la mano.

—¿Bailamos?

—Vas a provocar una catástrofe, si Dominick nos ve, estará furioso.

—Qué alegría, estoy impaciente por ver eso.

Nos movemos al son de la balada, todo es muy tranquilo, pero esa canción lenta me permite escuchar los retumbes de mi corazón, estoy muy alerta. Me desconcentro cuando la mano de Pietro desciende por mi cintura, así que lo miro de manera amenazante.

—No te pases —advierto.

—No hice nada. —Se ríe—. Me encanta tu vestido plateado, al final no te pusiste lo que te trajo tu hombre.

—¿Por qué iba a ponerme algo que me hace vomitar?

—Lo defiendes tanto que... —susurra.

—No lo defiendo, soy realista, él es un ser sin escrúpulos, poderoso y nadie puede ganarle.

—No creo que eso sea realista, más bien es tu miedo hablando.

—Puede ser, considero esto más como unas vacaciones.

Se ríe.

—¿Vacaciones?

—Siempre que escapo de Dominick son vacaciones, siento que puedo respirar, no me asfixio, siento que puedo elegir si morir o no. Es bueno tener unos días para pensar y saber si vale la pena seguir existiendo, y que nadie más tenga esa elección sobre tu vida, ¿no lo crees así?

—Rosette, me encantaría ser uno de los tantos motivos por los que te gustaría existir. —Acaricia mi mejilla—. Puedo ser uno y enseñarte otros varios, debe haber muchas razones por las que vivir.

Me suelto de su agarre y me alejo.

—Mis razones están muertas y enterradas con mi familia, yo les sigo cuando mis secretos me lleven a la tumba. Una vez que abra la boca, se acabó. Qué triste que hice una promesa, esto se hubiera terminado más rápido —revelo.

Unas trompetas se escuchan y dejamos de mirarnos de manera intensa. Me giro, entonces veo una plataforma subir, dos individuos están sobre esta. Reconozco a Dominick aunque tenga su antifaz, porque la cicatriz que tiene en su cara ni una máscara la puede ocultar. Sé que es él, pues yo misma le generé esa marca. El que está a su lado, definitivamente es su hermano, no necesita presentación, es el jefe de su grupo mafioso, por eso tiene el micrófono.

He aquí, Derrick y Dominick, los gemelos Lamarck. 

El prometido de la Inglesa (R#13) [Prometidos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora