28. El protector de su felicidad

427 26 11
                                    

Pietro

El tal Dominick sabe mi dirección, aunque por razones que desconozco no ha actuado. No vale la pena esconder a Rosette en otro lugar, nos seguirían, solo he aumentado la seguridad.

Oigo una puerta, así que dejo de fumar y abandono mi vista en la ventana del living, para mirar a la mujer que ronda en mis pensamientos, esa que me vuelve loco con sus intensos ojos verdes.

—¿A dónde vas? —le consulto viendo su vestido—. Qué curioso, nunca te había visto con el pelo recogido. —La hace más sexy.

—Voy a salir —aclara.

Se hace un silencio mientras la observo.

—Dime que no es con Violette. —Bufo.

—¿Qué si es con ella? —Enarca una ceja—. Yo no te debo nada.

—¿Sabes de quién estamos hablando, cierto?

—Sí, la mujer que apuntaste con un arma en una fiesta —declara tranquila.

—¿Entonces?

—¿Entonces qué? Ya dije, no te debo nada —repite—. Además, me sé cuidar sola, gracias.

Avanza y pongo mi brazo en la puerta.

—No te di unas llaves para que te vayas solita directo a la muerte.

Se ríe.

—Tranquilo, no tengo intenciones de matarme, solo que me pareció divertido salir.

—¿Con Violette? —insisto—. Es suicidio —aclaro.

—A ver, ¿cómo te explico? —dice con extrema confianza—. Que nos hayamos acostado no significa que haya algo entre nosotros, así que si tu ex es mi amiga no es tu problema. Sin contar que aunque si hubiéramos sido algo, no eres quién para prohibirme nada.

—Lo sé, pero en Violette no se puede confiar.

—Yo decidiré eso, así que esfúmate. —Agita la mano para que me mueva de su camino.

Mi mandíbula se tensa, pero al final termino cediendo y viendo como se retira.

Rosette

Música fuerte, luces parpadeantes y mucha gente. La verdad nunca he estado en un lugar como este, me agrada. Miro la pierna de Violette mientras avanzamos por el boliche.

—¿Cómo está tu herida?

—Bien, en realidad usaba la muleta para obtener algunos beneficios. —Se ríe—. Tú misma viste que el doctor me dio el alta rápido.

Sonrío.

—Creo que yo también puedo aprender cosas de ti.

—Tú quédate cerca de mí y te enseñaré muchos trucos. —Me guiña.

Nos dirigimos a la pista de baile, entonces nos movemos al ritmo de la música. No recuerdo la última vez que me sentí tan libre, esa sensación asfixiante no se encuentra conmigo ahora mismo. Puedo sentir la felicidad brotando por todos mis poros y me encanta.

Pietro

Me quito los lentes de sol observando a Rosette bailar y para no parecer sospechoso. Parezco un acosador, pero más bien estoy aquí por su seguridad. Me quedo hipnotizado mirándola y sonrío al verla a ella hacerlo también. Es una sonrisa verdadera, alegre y feliz, me emociona contemplarla así.

Uno de mis hombres se acerca.

—Hay gente sospechosa por allí y por ahí. —Señala los lugares—. Deberíamos sacarla ahora.

—No, déjala divertirse. —Saco mi arma de atrás de mi pantalón—. Nosotros nos encargaremos.

Dejemos la defensiva para otro momento, usemos la ofensiva, pues cuando hay guerra no se huye.

Permitimos a las chicas disfrutar de su felicidad y me dirijo a matar al enemigo.

El prometido de la Inglesa (R#13) [Prometidos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora