3. Español Imbécil

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Violette

Termino de pasarme el labial y junto mis labios para que quede perfecto. Agarro el rímel y estiro mis hermosas pestañas, mientras continúo mirándome al espejo del baño. Una vez que termino, guardo todo en mi cartera y salgo.

Una buena fiesta, justo lo que necesito.

¿Madurar? Es para frutas.

Bailo y me muevo al ritmo de la música, hasta que soy interrumpida por un chico sexy y castaño, sus ojos miel me hechizan.

Como todos los hombres guapos con los que me cruzo.

—Un placer. —Besa el dorso de mi mano y se aleja un poco—. Me habían dicho que las inglesas son más tranquilas, supongo que tú eres la excepción a la regla.

Me río.

—Ese acento ¿De dónde es? Un hombre joven y lindo como tú, habla bastante fluido el inglés.

Sonríe.

—Soy de España, me llamo Eduardo, he estudiado muchos idiomas, pero también lo justifico con que he vivido mucho en Inglaterra.

—Eduardo, español encantador. —Revoloteo las pestañas y luego me río—. Yo también, aunque a mí mi padre mi obligó.

—Oh estos padres, qué desdicha.

—¿Te gusta divertirte, Eduardo? —Ladeo la cabeza.

—Siempre.

—Excelente. —Sonrío con picardía.

No tardamos en terminar en un cuarto de hotel. Me he ganado la lotería, ha sido fácil. Bueno, ni tanto, divertirse es lo primordial para mí, así que no considero que eso sea difícil. Aunque hay que admitir que me gané la lotería con este castaño.

Siento sus labios en mi boca, nos besamos apresuradamente en la cama, rodeo mis piernas en su cintura y estoy lista para el éxtasis.

~~~

Tomo una siesta mañanera, luego de mucho sexo salvaje, abro los ojos adolorida y no me refiero a mis piernas, sino a mis manos, que descubro que están atadas.

—¡¿Qué mierda?! —me quejo.

—¿Dormiste bien? —Eduardo se engancha el cinturón del pantalón, mientras sigue sentado en la cama.

Continúa con su sexy torso desnudo.

¡Deja de desvariar!

—¡¿Qué pretendes?! —vuelvo a quejarme entretanto forcejeo con las cuerdas—. ¡¿Por qué me ataste?!

—Ah eso, ya vienen a buscarte.

—¿Quién? —digo desconcertada.

—Los hombres de tu hermano. Nadie podía atraparte, así que me pidió este favor.

—¡¿Eres empleado de Brayton?!

—Prefiero llamarme socio. —Se levanta de la cama y comienza a ponerse la camisa, luego de colocarse el calzado, se dirige a la salida, pero antes de irse se gira a mirarme fijamente—. Por cierto, eres muy aburrida en la cama y no me gustas, todo lo fingí. —Me guiña—. Solo por aclarar, adiós. —Veo como cruza la puerta.

—¡Regresa aquí, Español Imbécil!

Se asoma y me sonríe.

—¿Cómo dicen ustedes? Ah sí, bye, bye. —Se retira.

Mierda, me van a atrapar. He caído en una trampa como estúpida, por culpa de ese imbécil. Me he confiado, maldición.

El prometido de la Inglesa (R#13) [Prometidos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora