15. Recuperar territorio

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Pietro

Es un gran día de sol, miro por la ventana mientras fumo un cigarrillo. Oigo dos golpes en la puerta de mi despacho y antes de autorizarle el paso a Geert, apoyo el cigarro en un cenicero, sin dejar de observar el jardín trasero de mi casa, entonces le doy permiso para que entre.

—Es un hermoso día. —Sonrío con confianza.

De alguna manera, agradezco toda la cadena de eventos que me sucedieron estos días, caer en el abismo, intentar matar a mi ex, conocer a Rosette, incluso ver a Adler feliz, tantas cosas juntas que me hicieron reaccionar.

—¿Eh? Sí —dice confundido y luego aclara—. Vine lo más rápido ¿Qué ocurrió?

Me giro a mirarlo serio.

—Vamos a recuperar nuestro territorio.

Se queda tildado un segundo.

—Habla de...

—Sí, hablo de Alemania, todas mis zonas, una por una.

Sonríe.

—¿Qué es ese cambio de actitud?

—Tuve que caer muy bajo para entender que estaba equivocado. Toqué fondo cuando intenté asesinar a Violette y me di cuenta de muchas cosas. Yo soy dueño de mis acciones, Geert, se acabó el Pietro desdichado.

—Me alegro tanto, pero entonces, ¿nos vamos a Alemania?

—En absoluto, veremos quiénes son mis aliados allá, los usaremos y ellos mismos les enseñarán respeto a los que me abandonaron. Iremos solamente si es necesario. El rey no se mueve de su trono hasta que no queden más fichas, y la verdad tengo muchas.

—Se ve que estuvo averiguando —opina.

—Desde la madrugada no he parado.

—Ese es el Pietro Hoffman que conozco —dice emocionado—. ¿Qué es lo que sigue ahora? Jefe.

—Hay negocios que arreglar en Inglaterra. —Tomo el cigarrillo—. Vamos, tenemos trabajo.

Voy a demostrar que sigo siendo peligroso, ya nadie más se burlará de mí. Quiero a todos esos traidores muertos, esos que me dejaron porque me divorcié de Violette, que pensaron que era débil, cuando ellos mismos ni se atrevieron a estar con ella. Todos ellos van a caer, uno por uno, empezando por los que están más cerca.

Ocúltense, porque los voy a encontrar.

Violette

Cada vez estoy más irritada ¿Por qué las cuentas de Pietro se mueven? O sea mejor para mí que tenga más dinero, pero no me gusta en absoluto, seguro tiene que ver con esa mujer.

Sigo desplazando la pantalla de mi celular mientras camino por la casa que me dio Brayton para vigilarme.

Llego al sector de la piscina y bajo el móvil, dejando de ver la actividad de los bancos de Pietro, cuando visualizo a Eduardo en mi reposera, tomando mi sol, con mis reflectores de luz.

—¿Disculpa?

El castaño baja el espejo de su cara y se sube los lentes de sol sobre su cabello, entonces se sienta en la reposera.

Oh la la, el español anda sin camisa.

Era de esperarse, estaba tomando sol, pero el panel no me dejaba ver.

—¿Sí? —Sonríe a mi acotación.

—¡¿Por qué usas mis cosas? —me quejo.

—Me aburrí de esperar a que despertaras y decidí tomar prestado el lugar, que por cierto es muy acogedor.

El prometido de la Inglesa (R#13) [Prometidos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora