Violette
Antes de abrir mis ojos, siento la suavidad de la cama y sonrío. Parpadeo varias veces viendo donde estoy... Un segundo ¡En serio! ¡¿Dónde estoy?!
—¿Y esta bata plateada y de seda? —Me siento.
Veo a Eduardo llegar con una copa al cuarto.
—¿Dormiste bien? —consulta.
—No recuerdo haber llegado hasta aquí y cambiarme —aclaro indignada—. Estábamos en una fiesta, me llevaste a una cama, pero no es esta ¡¿Y dónde están las sogas?!
Eduardo se carcajea.
—¿Qué pasó? ¿Querías ser mi esclava sexual? —se burla.
—¡Cállate y respóndeme las preguntas!
—Solo hiciste una, pero de todas maneras te contaré. Seguimos en la fiesta, solo que te llevé a un cuarto más privado. Tranquila, no te cambié, lo hiciste tú sola. —Señala el armario—. Allí hay un montón de prendas que te parecieron lindas y te las probaste casi todas.
Enarco una ceja.
—¡¿Y por qué no lo recuerdo?!
—Te dije que no tomaras el vaso azul.
—¡Me debes un trío! —le recrimino.
—¿Con un hombre o con una mujer? —pregunta de la nada.
—Obvio, con un hombre, necesito doble satisfacción —expreso refinada y luego reacciono—. ¡Espera! ¿En serio vamos a hacer un trío?
—¿Quieres o no? Me estás fastidiando —se queja.
Salto de la cama, corro hasta él y lo abrazo por el cuello.
—¿Español Encantador? No ¿Español Imbécil? Para nada ¿Español Divertido? ¡Oye, sí! —Revoloteo las pestañas—. ¡Me encanta!
—Piruleta, eres un desafío. —Agarra mi cintura con su mano libre—. Pero te perdono, solo por hoy.
Une sus labios con los míos y le correspondo. Acto seguido se escucha la puerta del cuarto, entonces una tercera persona entra a la habitación. Aunque no es el acompañante para el trío sino un mensajero con un sobre de invitación.
Rosette
Hay bastante sol, qué triste, prefiero los días de lluvia. No hay nada, menos gente y nadie puede reconocerte entre las gotas, por eso todo es más pacífico. Un teléfono suena, entonces me alejo de la ventana. Observo a un lado y a otro, no vienen a contestar, ni el personal ni Pietro, así que procedo a atender.
—¿Hola?
—¿Alguna vez te he dicho lo hermosa que te ves desde la altura?
Observo a la ventana, luego hacia el frente, presiono los dientes y suspiro.
—Ya lo sabes ¿Por qué no has venido? —consulto.
—Tú vendrás sola, no te preocupes, tengo plena confianza en eso.
—¿Por qué iría a los brazos del hombre del que estoy escapando? —Enarco una ceja—. Uno que odio inmensamente, del cual he huido miles de veces y solo escuchar su voz me da asco. —Sonrío.
Oigo su risa del otro lado de la línea.
—Eres tan graciosa, Rossy.
—No es un chiste, Dom.
—Y dime ¿Es tan bueno como yo en la cama ese Pietro Hoffman? ¿Te hace gemir de maneras indescriptibles como solo yo sé hacerlo?
Pongo cara de asco.
—Hablas de sexo como si a mí me importara —exclamo sin emoción—. Y no, no me he acostado con él, y aunque hubiera sido así, no te importa.
—Me importa, pues así elijo su tortura antes de matarlo. Ya sabes, hubiera sido divertido castrarlo, ¿o quieres ser tú la que lo haga?
—No seas estúpido. —Ruedo los ojos—. ¿Para qué llamaste? ¿De verdad estás ahí afuera?
Se ríe.
—Pero si no son estupideces, sin mi consentimiento ese hombre no puede tocarte. Ya sabes, puedo compartir mis juguetes, pero primero hay que pedir permiso.
—No soy tu juguete y ya que no vas a responder mis preguntas, voy a cortar —le aviso.
—No, no estoy afuera, uno de mis empleados sacó una foto. Me gusta tu vestido, tengo ganas de arrancarlo.
—¡Voy a cortar! —repito más alterada.
—Si cuelgas sabes que me enojaré y no quieres que me enfade, por eso me avisas antes de hacerlo. Yo conozco todo de ti, cariño. Hasta sé cuando volverás a casa, tendrás un hermoso vestido y solo te lo quitarás para mí. De hecho justo ahora el timbre sonará y te llegará el sensual atuendo del que te hablo.
El timbre de la mansión suena y trago saliva. Escucho que Dominick corta la llamada, así que bajo lento el tubo, entonces cuelgo.
Me dirijo a las escaleras, desciendo despacio los escalones, llego al living y la empleada me entrega una caja.
—Gracias —digo cuando se retira.
Apoyo la caja con el moño en la mesa. Tiene una carta, suspiro y abro el sobre.
"Estás cordialmente invitada a mi fiesta de máscaras. El vestido y los zapatos los elegí de color lila, solo para ti, porque sé que te encanta. Aunque te pido perdón, pero la lencería la escogí en rojo, no pude evitar lo extasiado que me pone imaginarte con esta, de todas maneras no creo que tengas problema, siempre terminas usando lo que te doy. Por último, pero no menos importante, tu máscara es rosa, como tu nombre, qué hermoso nombre, mi rosa.
Con amor, tu prometido.
Pd: Hay una aburrida máscara gris por si Pietro quiere venir."
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El prometido de la Inglesa (R#13) [Prometidos #2]
Romans"Si no puedes manejar a tu familia, menos a la mafia". Secretos ocultos en el Big Ben. #PorCulpaDeUnRicoy *Por Viviana Valeria V.