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Cepilla cómo puede sus dientes en frente del espejo del baño de mujeres, al ya darse su ducha que por cierto no fue nada fácil, en las duchas de natación, le encanta saber que esas opciones son bastantes accesibles, bueno, excepto por la hora en lo que le toco hacer todo eso.

Justo desde las tres de la mañana, la hora que llego sin pegar un sólo ojo.

Sus estudios son importantes, lo sabe, sobre todo ese examen de literatura, sacar buenas notas le promete una buena universidad y becas, esa palabra mágica que no contiene dinero de por medio, no puede darse el lujo de perder, sin embargo su uniforme de falda, esta muy manchado y destrozado, usando el de gimnasia cómo excusa.

Falsifico la firma de su padre.

Tuvo que tender el uniforme escondido en la terraza.

Sonríe en enfrente del espejo y jamás se había sentido tan libre, tan feliz de esa palabra mágica que se llama libertad, lejos de los golpes, oh, hablando de golpes, lo que no puedo tapar fueron los resultados de ellos, los pantalones y suéter tapan la mayoría, lo más feos, pero su rostro no se salva de ello.

Toca sus raspadura y el moretón de su ojo derecho, sacando unos lentes oscuros para tapar de ellos, peinando su cabello castaño corto hasta la nuca.

-Esto será lo mejor mientras me recupero.

No es que pueda darse el lujo que comprar maquillaje, cuando apenas tiene para comer.

El primer timbre suena, justo a las seis empunto para la entrada de los estudiantes, abriendo automáticamente las puertas a todo público, corriendo al cuarto del conserje para guardar su cepillo de dientes y su pasta, a una esquina lo más escondido posible, cerrando esa puerta detrás de si.

Apretando una bolsa en la que tiene sus cuadernos y pocos libros, recordando que la única mochila que tenía se fue por el río, perdiendo ese material para estudiar, le dolió mucho gastar en un lápiz nuevo y un borrador, lo único que le alcanzaba.

Los minutos pasan rápido, para cuando se repleta la clase con alumnos y la maestra tarde en llegar, escondiendo la bolsa entre sus piernas Carter, avergonzada, sacando como puede su cuaderno y su lápiz, ignorando a su alrededor quiénes hablan con alegría y ni siquiera notan su presencia.

Muchos con dinero, ya que Carter logro entrar por medio de una beca, sin embargo se verá tachada tras venir con el uniforme incorrecto.

-¿Se te olvido el uniforme retrasada?-Un vocecilla irritante la sobresalta, girando su mirada hacia la misma mujer que le suele jugar malas bromas a tan tempranas horas.

Sus amiguitas vacías de sentido común, ríen junto a ella, sin embargo Carter les ignora tomando con fuerza su cuaderno, justo su humor, su alegría y sarcasmo característico de ella, se ha esfumado, por más que intente regresarlo, las heridas tras hacer un movimiento liviano, le recuerdan.

Eso le disgusta por completo a la rubia.

-¿Y esos lentes, andamos en verano?-Bufa.-Joder, ¿No ves el cielo?

Sus dientes temblando tras cada pisada, la falda moverse por el viento cómo el hielo le entumecía los huesos y sus sollozos agobiante por el frío de la agua en la ducha, ardiendo sus heridas abiertas en peor estado por los golpes.

Cómo olvidarlo.

Sin embargo la ignora, intenta esconder como siempre esas emociones que la atormentan, con mayor fuerza al acumularlas por tanto tiempo y no manchar su beca.

La rubia tensa su mandíbula por ser ignorada, llamando las miradas curiosas de sus amigas, Carter siempre suele verle y hacer una mueca, ser sarcástica, pero su silencio le parece provocación, sentándole mal.

-Dame esos malditos lentes.-Impulsa su mano hacia el rostro de Carter, pero al sólo escuchar esas palabras retrocede con gran temor, logrando la rubia quitarle los lentes y Carter caer al suelo directamente, cayendo la bolsa de sus útiles escolares al suelo de un sólo estruendo.

Llamando la atención completa de la clase tras el sonido abrupto.

Tras tantas miradas latentes en su aspecto seguramente lamentable, recorre por su mente sus palabras, sus miradas, sin poder hacerle frente como muchas veces lo suele hacer, retrocediendo hasta que su cabeza trasera se topa en la pared, reaccionando tras el zumbido del silencio y el ruido regresar de sus voces, la aturde.

Temblando todo su cuerpo de pronto.

La rubia queda sin palabras por el escandaloso golpe en su rostro, Carter tapa su ojo derecho como puede con su palma y se pone sobre sus pies, ignorando todo dolor ajeno a su desesperación por huir, toma de la bolsa con suma pena y le arrebata los lentes de la mano, corriendo por la salida.

Las risas se opacan por más lejos que corre, huyendo de su clase tras la bochornosa escena, incapaz de encararlos, espera, no, no puede faltar ni una clase, deteniendo su andar de pronto ante la sola idea de tener un reporte.

Aturdiendo su mente nublada de tantas emociones agobiantes.

-No soy un maldito robot para no sentir.-Se recuerda, ¿Pero quién más le puede perdonar una falta, si ni ella misma se lo perdona? No puede darse el lujo de hacerlo.

Se gira sobre sí misma levemente, carcomiendo su labio inferior de la ansiedad que recorre sus venas, ya en silencio tras abrir la puerta y enterarse que justo cuando estaba la maestra no se encontraba, pero ahora que regresa esta en su puesto apuntando la asistencia.

Las miradas curiosas no se hacen esperar a su persona, aspirando todo el aire posible por los latidos apresurados de su corazón.

-¿No has visto la hora señorita Carter?-Le riñe la maestra.

"¿Le pagan por venir tarde?" por poco quería soltar Carter.

-Lo lamento maestra.-Responde, tomando su asiento, no, estás personas no pueden ser más importantes que sus clases o su beca, necesitarán más para derrotarla.

Carter toma su asiento, abriendo de su cuaderno.

-Vamos a empezar la clase con el tema principal de...-La maestra empieza explicar, dando inicio la clase, poniendo atención la mayoría de alumnos, no obstante Carter intenta prestar atención a todo lo que dice, aunque sin importar que se haya tomado un baño de agua fría, las horas de falta de sueño le empiezan a pesar en sus parpados, bostezando, cerrando de estos levemente.

Lucha con pellizcar su mano, su mejilla o volver a abrir los parpados con brusquedad ante cada oleada de sueño, bostezando sin éxito y su mente jugándole que con lentes nadie se dará cuenta.

-Ya sea de esto modo u otro...-La oscuridad nubla su mirada, inclinando levemente su rostro sin poder contenerse al tentador sueño.-podría darse...-ya no oyendo absolutamente nada.

Vals del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora