Varios pasos eran el sonar rotundo del suelo hacia las paredes que apartan al castillo del exterior, buscando las zona más baja para poder escalar y escapar, tronando el metal a cada paso que dan cargando de las grandes espadas y unos pasos livianos al pisar el suelo con suma seriedad al admirar a su alrededor, de ser sincera no suele caminar por esos lares, pero cómo dice el dicho, los asuntos sucios se cumplen de mejor manera si se ensucia uno mismo.
A estás alturas, tiene al alcance de su mano su mayor error.
Llamando la completa atención de todos los sirvientes y bajando por completo su cuerpo en sumisión ante ella, acomodando su vestido extravagante rojo carmesí ante la incomodidad de estar cerca de gente tan corriente, un repudio recorre todo su cuerpo ante el disgusto.
Esperando desde lo más lejano de esas personas una respuesta pronta, regresando un caballero, inclinando sus rodillas ante ella y bajando la cabeza en total sumisión.
-Su majestad, se encontró un caballo, más la dama no lo llevo con él.
Bufando la emperatriz Lucrecia.
-No escapo...-Por alguna razón la rabia aumenta tras lo dicho, el tiempo que paso desaparecida fue muy probable que escapará, con mayor razón si sus días están contados no necesita esperar más, seguramente existen más pruebas de su escape.-¡Busquen en cada pasillo, en cada esquina algo perteneciente de ella!
Asiente el caballero y ellos comienzan a indagar en cada sector del lugar empujando de los sirvientes cómo si no valieran nada, tirando de los canastos de ropas vaciando todo, derrumbando muebles por doquier y la gente pasmada en el suelo observando sus cosas siendo destruidas.
-¡No, mis cosas!-Solloza una sirvienta y por su grito un guardia la golpea en la cabeza con armamento cayendo al suelo inconsciente.
-¡Mm!-Los sirvientes bajan más sus cabezas en temor total.
La matará hoy de ser posible, la acusará por intentar escapar del reino y por su nulo valor a nadie le importará.
-Su majestad...-Murmura el caballero extendiendo una bolsa con una prenda dentro, tomando la emperatriz de ello y cuando lo sacude sale volando un uniforme de sirvienta; el que uso Hazel para ver al príncipe Jaden, cayendo de lleno al suelo repleto de tierra, iluminando el brillo de sus iris al contemplar la prenda.
Ante en silencio pertinente de todas las personas, sólo se escucha la voz de la emperatriz al demandar.
-Busquen a la fugitiva Hazel Foster por todo el castillo.
Tiran con brusquedad al suelo con tal fuerza que despierta de golpe por el punzante dolor que se atribuye a todo su cuerpo, gimiendo a lo bajo al abrir con mucho esfuerzo sus parpados ante la luminosidad pertinente que cierra nuevamente, para intentar una vez más admirar a su alrededor con suma fuerza.
Abriendo con mayor impacto sus parpados al ver un hombre alto con gran porte vestido en ropas negras en su totalidad, pero sobre todo, lo más llamativo sus iris dorados fríos, sin emoción alguna admirarla desde la altura, pero sin titubeo deslumbra una espada que lleva entre sus manos.
¿Qué, qué esta ocurriendo aquí? Se supone que debe estar fuera del castillo, pero parece estar más dentro de lo usual, en paredes blancas repletas de cuadros de pinturas y muebles finos, no, no esta siquiera cerca del exterior.
-¿Dónde estoy, qué esta pasando ahora?-Pregunta Hazel pálida, por alguna razón le desconcierta el hecho de no recordar cómo paro ahí, pero peor el hecho que este con el príncipe y con una espada en sus manos, la hace temblar.
¿Cómo llegó ahí?
Sin embargo Jaden no parece estar de humor para contestar las preguntas, sino al admirar las ropas de Hazel-unos pantalones de caballero y un camisón-tensa la mandíbula, elevando la espada a su cuello en cuestión de segundos, elevando el rostro Hazel obligadamente para no perder el cuello y abre sus parpados con asombro total, perdiendo el aliento y su corazón apretar con tanta intensidad que ha olvidado cómo respirar.
Le es difícil siquiera el hecho de abrir los labios sin sentir cómo la punta de la espada se inserta en su garganta, llegando pequeñas punzadas en sus parpados del temor.
-Dame una razón para no perder su vida ahora.-Todo el cuerpo de Carter se estremece ante sus palabras, que la hacen regresar al pasado de inmediato, las mismas palabras, la misma mirada carente de compasión o misericordia y ella en esta situación en desventaja total.
Al mover levemente su labio, cierra con furor sus ojos al hundirse el filor de la espada en su piel, sintiendo como la pequeña gota caliente de sangre se derrama a lo largo de su cuello, temblando sus palmas de impotencia pura ante la situación.
Intentando sacar las palabras con el menor movimiento posible.
-Eto...en cota...de la empetizz.-Apenas logra decir temblando todo su cuerpo de terror, frunciendo el ceño Jaden, tirando de la espada a un lado con brutalidad e inclinarse levemente tomando del camisón de Carter y acercando su rostro violentamente con el suyo.
Ahora ha tirado todo a la borda, no tiene retroceso su decisión.
-¿No está de parte de la empe...-De pronto las puertas se abren con brutalidad interrumpiendo sus palabras y él suelta de Carter, hirviendo de la rabia ante la acción tan vulgar y la falta de respeto hacia la realeza, sin embargo detiene sus pasos abruptamente cuando un vestido rojo vivo llama por completo su atención, junto a unos cabellos tan dorados y sus usuales iris celeste pálidos.
Acompañada de varios caballeros con espadas, mirando a cualquier punto vacío del salón, a todos menos al príncipe, como si su sola existencia le fuera diminuta. Adentrándose los guardias y Carter abre sus parpados ante la expectación, faltándole al aliento al admirar que toman de sus hombros con brusquedad.
Sacudiendo su cuerpo en negación, luchando con tal de conseguir la libertad que nunca llegará, sin embargo pierde el aliento al admirar a la reina caminar a su lugar y tomar de una espada que encuentra en el suelo y la malicia adentrarse en cada poro de la emperatriz, deslumbrando con deleite el rostro muerto del terror en el que se ve envuelta Foster.
-Tras las pruebas de su escape, me veo en la obligación de condenarla a muerte.-Porque las concubinas y cualquier sirviente del reino tienen prohibido salir del reino, eso conlleva a la muerte inmediata dependiendo su valor, en caso de Hazel Foster, nulo.
Palideciendo Carter completamente sin habla.
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Vals del Destino
FantasyCarter en un accidente creyó morir despertando en otra época monárquica, sin embargo cuando duerme regresa a su vida cotidiana, con la clave de superar los problemas de sus sueños extraños con la información que posee en su presente, con tal de deja...