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-¿Infidelidad?-De pronto el tono de Jordan se torna serio, sin ánimos y hasta disgustado al oír a su hermano posando una mirada tan tenebrosa como penetrante, sin embargo Jordan no se inmuta ante esa acción sino parece estar acostumbrado a su rechazo, con una expresión de preocupación en todas sus facciones.

La tención, el ambiente parece estar tan tenso tras la llegada de Jaden y el silencio aun mayor, mientras la emperatriz prefiere no interrumpir y seguir degustando de su vino.

Sus pasos suenan hasta el centro del salón y guardia su espada, admirando Hazel su altura, cómo su traje negro se ajusta a sus piernas marcadas y las botas altas llegan a sus rodillas, llevando con sí un traje formal tan largo hasta sus tobillos pero una camisa de manga larga floja que deja al descubierto un poco su pecho trabajado.

Tan llamativo, tan prohibido, tan apuesto que jamás resulto ser mentira lo de sus compañeras, sus cabellos negros que caen encima de su frente despeinado, su rostro ovalado y sus iris cómo el oro mismo, felinos cómo intimidantes que deslumbran aún más con su seriedad.

-Su majestad.-Musita ante la emperatriz, ignorando por completo a Jordan, quién forma un puño con su mano de la rabia.-La señorita Hazel Foster ha cometido la falta de dejarse marcar por mí.

El rostro de Carter se descompone por completo ante la mención, sin poder voltear a ver a Jordan tras tonarse todo su cara roja, bajando la mirada por completo de lo abochornada que se encuentra. Ni siquiera puede refutar o decir algo, es cuestión de tiempo que la eche de cabeza tras sus sucias movidas.

-¿Castigará a la señorita Foster por su acción príncipe heredero?-Consulta Lucrecia admirando desde la altura al príncipe.

-Seguirá asistiendo al examen que se hace regularmente, pero quiero que sea mi sirvienta personal por el tiempo restante que le quede.-De pronto un brillo sin igual se acopla en la mirada de Lucrecia tras esas palabras, no la ha escogido como concubina, lo cual es bueno para ella, sino estará desde lo cerca de él, para su bien.

Moviendo sus cartas sin dificultad.

-Si así lo desea, que así sea, después de todo es en ella en quién más confío.-Baja la mirada sonriente y Jaden se mantiene neutro, asintiendo a la confirmación de la emperatriz.

Se voltea este y mira a los guardias, quien toman de Hazel de brazos y ella se sobresalta, sin poder procesar todo lo que ha visto y vivido, ¿Le ha perdonado, no morirá? Es que ni siquiera puede creerlo, si la condición es que sea sirvienta...no, él antes le propuso ser su concubina y ella no tenía idea que era el príncipe.

Su solución se presento ante sus ojos y no supo aprovecharla.

Peor aun, después de pegarle, insultarle y rechazarlo sin medida no tiene idea como dar cara ante ello.

¿Y si su método es tortura personalizada?

No sabe a dónde la llevan, sino la integran a un cuarto en donde la cambian, le dan ropas que ya había visto en las sirvientas, negras y blancas, quitando ella de las suyas y la obligan a darse un baño, tardando varios minutos para luego desenredar su cabello y ponerse el uniforme, sin embargo al elevarse la falda a la cintura abre los parpados al notar lo corta que le queda, mucha más que las normales.

-¿Por qué me queda más arriba de las rodillas?-Se muerde el labio inferior de la rabia y bochorno que recorre todo su rostro.

-Por aquí señorita.-Manda una sirvienta con una falda más larga que la suya, por poco quiere cambiar de faldas, pero sin tiempo y quizás sus horas contadas, quizás sea mejor no enojar más personas, caminando por los pasillos llamando a varios la atención por sus piernas descubiertas, a pesar de usar las medias.

Toca la puerta la sirvienta y abre de ellas, adentrando una luz que a la vista de Hazel por poco la ciega cubriendo sus parpados y abriendo de estos levemente jadeando de la sorpresa ante la inmensa recamara, diez veces más grande que su cuarto, con una vista deslumbrante como elegante, muebles cafés con detalles de los más pequeños a mano, su cama tan blanca e inmensa.

Al igual que una biblioteca amplía, repleta de libros y sin percatarse quién se encontraba dentro.

-Señorita...-Murmura la dama, caminando Hazel adentro y ella cerrando la puerta detrás suyo, dejando de estos solos.

Descendiendo su mirada hacia el sujeto de ropas negras, quien reposa sobre el escritorio y dejando unos papeles a lo largo de este al admirar la presencia de la joven bajando su mirada principalmente en las piernas descubiertas de ella, acoplando las media blanca contra su tono moreno de manera abrupta y rellenas, toda la carne colocada desde su lugar, elevando la mirada a su pequeña cintura y su apetecible busto.

Desde que la vio la primera vez en ese traje de sirvienta, se pregunto cómo sería verla aún más descubierta.

Siendo Hazel criticada por completo, retrocediendo con un gran rubor en sus mofletes y una rabia de no poder expresar nada<extrañando de pronto al príncipe ante su silencio sumiso>, poniéndose sobre sus pies de un salto y fijar sus iris dorados intimidantes sobre ella.

Se fija en sus cabellos recién lavados, tan húmedos cómo la primera vez que vio de ellos en aquel río, acercando sus manos a estos inconscientemente y al tocar de ellos no se percato de la distancia retrocediendo Carter abruptamente ante su confianza, conectando los dos sus miradas a centímetros.

Un deseo sin control se alborota dentro de Jaden al admirar sus mejillas sonrojadas a más no poder y su mirada asustada, sin poder expresar ni una palabra lo descoloca, mordiendo su labio inferior, bajando su mirada a sus piernas descubiertas una vez más. 

Admirando lo bella que es.

-No puedo soportar ni un segundo más.-Jalando de su nuca e impactar sus labios con los suyos.  

Vals del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora