*30*

3 0 0
                                    

-¡¿Qué?!-Se levanta abruptamente Hazel ante la mención.-No, no, no, no puede ser, ¿Me estás mintiendo verdad Hawk?

Por más que quisiera Cedric mentir, la verdad se sabría tarde o temprano, omitir o intentar ignorar lo que pasará es jugar con la estabilidad emocional para que el golpe a la realidad termine siendo más fuerte.

En cambio responder aquella pregunta ante Hazel resulta ser demasiado duro hacerlo dos veces.

-Lo lamento Hazel.-Se levanta dispuesto a irse, en cambio ella corre a él intentando detenerlo, pero este se mueve bruscamente, no quiere ser tocado, no lo desea.

Hazel sabía muy bien que estaban en busca de una concubina para su pueblo, por razones que el príncipe Jaden necesitaba con urgencia una, pero Hazel para su edad esta muy joven, ni siquiera la han presentado ante la sociedad, ¿Cómo podría ella? Sin embargo, de sólo oírlo era ridículo, por ser inmigrante con rasgos que jamás podría imaginarse estar al lado del príncipe.

El desprecio, el odio hacia ellos es notorio a metros.

-¿Qué lamentas Hawk?-Habla como si fuera su culpa, como si lo que le estuviera pasando, realmente haya sido por causa suya.

-Que no haya podido con esta carga, con el futuro de nuestro verdadero país.-Sisea palabras que Hazel no comprende, lo más que llega a saber de lo que sucede en el lugar que asciende, es que están en guerra.-Me temo que tendremos que dejar nuestra relación.

Las últimas palabras caen como balde de agua helada encima de Hazel sin esperar de ellas, abriendo sus parpados completamente, ¿esta hablando en serio?...jamás le había visto tan frío y distante que despedaza su corazón en miles de partes, sin piedad, formando puños en cada costado suyo.

-¡No puedes decirme qué hacer o no hacer!-Explota en rabia, sin contener sus ganas, esperar y esperar tanto para que al final resultará lo que más temía, que jugará sólo con ella...-Nadie puede casarse conmigo y menos el príncipe, ¡Si se enteran que no soy virgen!

Abre Cedric los ojos del impacto tras las palabras de Hazel, sabe bien que ella espero con demasiado amor que él se declarará, pero de por sí tras su error, no existe futuro con él, ni con nadie, que su amor debe ser separado a causa del maldito conflicto.

Toma de los hombros a Hazel y la sacude en un momento de terror, el miedo que sacude todas sus extremidades si tan solo se le ocurre decir tales palabras a público.

-¡No vuelvas a decir eso!-Los labios de Hazel tiemblan de impotencia, de dolor ante la furia y enojo de su gran amor, que aplasto su corazón.-Te matarán sin dudar, jamás se te ocurra decirlo ante nadie.

-Tengo derecho a elegir sobre mi vida Cedric, lo creas o no, puedo decidir si ser concubina o no.

Cedric frunce el ceño y se separa de su lado, sintiendo de pronto Hazel el frío insoportable al ya no tener su calidez. Girando su cuerpo y caminando de vuelta al pueblo, mientras la pelinegra suspira y saca todo el aire comprimido, no, no puede ser posible lo que le dijo Cedric, todo debe tratarse de una mentira, ella necesita oírlo de sus padres.

-¡Mamá!-Salta de la emoción, corriendo a los brazos de su amada madre al verla de lo lejos, sosteniendo un extraño papel entre sus brazos y se detiene abruptamente al mirar a su hermanas a los lados, empañados sus parpados de lágrimas que recorren a lo largo de sus caras.-...

-Hija...-Voltea a verla con los parpados bien grandes y rojos de tanto llorar.

Ella arrebata el papel de sus manos y suelta un gemido al mirar su nombre escrito en el papel real, como concubina candidata, escogida...¿por la emperatriz de la nación? Sus piernas se agudizan de la impresión chocante, que retrocede y revisa de nuevo, tantas veces como sea posible para arrancar su nombre de ese maldito papel.

Raspa con sus uñas el papel como puede y despedaza de él, tirando de este al suelo y sus ojos empañarse de lágrimas, de la rabia y la sorpresa ingrata, de la peor noticia que pudieron darle en su vida, prefiere morir, prefiere morir miles de veces antes de ser concubina.

Olvida como respirar, mientras las miles de punzadas atraviesan sus ojos y su voz se desvanece.

Su corazón se aprieta dentro suyo y el temor de que fuera real se fue tornando a su alrededor. Como sollozan sus hermanas, su madre y ella al sentir las gotas resbalar por su rostro, ida, temblando de sus extremidades ante la impotencia de poder hacer algo.

-Hija...-Siente las manos de su madre encima suyo y ella se sobresalta, girando su vista hacia ella.

-No puede ser madre, no puedo, ¿por qué yo?-Aprieta su garganta, obstaculizando su voz al intentar hablar.-¿por qué debo cargar con esto?

No es secreto alguno que ser candidata para concubina es la peor desgracia, si no gana el primer lugar y único, el destino del resto de concubinas es dejarlas solas en una isla, jamás se casan, ni podrán ver a nadie, es el castigo por perder, Hazel sabe bien que en su pueblo jamás ganaría una mujer por más bella que fuera.

Que postularse sería suicidio, vivir toda una vida de soledad y jamás volver a ver a sus padres, ni su familia.

-¡No, no me dejes ir madre, por favor!-Estalla en grito de auxilio, tomando de su madre en un abrazo desesperado, derramando el mar de lágrimas y su pecho cada vez tornarse más pesado, hundiendo su mente en la negatividad, ante la burla que siquiera se presentará.-¡Prefiero morir, por favor, no lo permitas!

-Huye, huye hija y no regreses nunca.-Toma de las manos a Hazel y esta abre sus parpados ante sus palabras.-No mires atrás y huye.

¿Qué?

Vals del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora