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De pronto las chispas recorren todo el cuerpo de Jordán sólo con el contacto como ambas bocas se acoplan y bailan entre sí, robándose todo el aliento de Hazel y bajando las palmas levemente a su hombros y se internan en su piel, enredando el príncipe sus palmas en sus cabellos lacios, oscuros y acariciando de esa tez morena que lo vuelve loco.

Apretando Hazel su agarre en negación.

Un cosquilleo cruza a lo largo de su espalda hasta su parte baja, comenzando a perderse en el calor de sus besos que muerden y succionan sus labios, pasando su lengua en su estreches, sus caricias y jadear por su arrebato abrupto de sus manos al despedazar de sus mangas al quedar descubierto sus hombros y ella enrojecer con furor.

Separando levemente sus labios al sentir su respiración muy abrupta sobre la suya y sus iris como el mar oscurecer a tal magnitud que le es difícil encontrar su color natural.

¿Él es el príncipe Jordan, el angelical príncipe que conoció?

Parece un león apunto de devorarla.

-Príncipe...-Traga duro, extrañamente débil y disgustada, igual oculta su expresión de rabia.-los hierros me lastiman.

De pronto él regresa a la realidad abruptamente, admirando los pilares de hierros que no permiten su entrada ni la salida de la señorita, transformando su mirada en una dura, poniéndose sobre sus pies y al tomar de un arma afilada-que al parecer muy pesada-la eleva sin dificultad, pegando abruptamente eso con el candado que se rompe en pedazos con el contacto.

Quedando sin habla Hazel.

Abriendo de la celda sin preocupación y fijar su mirada en la señorita con ropas tan sucias como las suyas, tirando a un lado suyo el arma y Hazel admirar tras largas horas la libertad por el hombre que menos imagino que la ayudaría en una situación así.

De cualquiera manera nada le asegura que él apele por ella, podría simplemente aprovecharse de la situación cómo ha pasado en miles de casos. Aunque le desagrada la idea de tener que entregarse a sus brazos con tal de una mínima oportunidad para escapar y de ser necesario, no, obligación, quitarle la vida.

Es lo que Cedric hubiera querido.

De sólo ver su rostro le recuerda a la emperatriz, cada rasgo, característica no cabe lugar a duda, dentro de su corazón palpita la incertidumbre de su repentino interés hacia ella pero una vez acabado podría asesinarla en la más mínima oportunidad.

No es tan ingenua como Carter.

-¡Príncipe...!-Corriendo ella a brazos de su salvador y sostenerse lo más que puede de su cuerpo, temblando de pronto por el helado viento que recorre su piel, la fatiga, el cansancio es colosal, pero no tanto como su estomago que ruge por alimento, se encuentra en el peor estado posible.

Extrañamente el príncipe no le ha preguntado absolutamente nada.

¿No tiene curiosidad por la razón que quiso escapar?

Separando ella débilmente su rostro de su cálido pecho, fijando sus iris en sus bellos cabellos dorados y cómo su corazón se aprieta de ver el mismo rostro, los mismos ojos y cabello de la asesina de su pueblo. ¿Qué esta tramando, qué oculta acaso? Tragando duro para disimular su desprecio sin embargo en la mirada de ese hombre encuentra una inusual seriedad, junto a un pequeño sonrojo.

Sin esperar que él tome de sus mejillas y acerque sus labios de forma abrupta que ni ella pueda seguir el ritmo de su acalorado movimiento, acoplando con mayor libertad de sus labios moviendo junto a los de ella. Tomando de su cintura y sentirla tan reducida a comparación de sus grandes manos, acariciando la delgadez de ella sin importar lo sucia que este, eso provoca que la quiera explorar más.

Si es necesario, revocarse con ella en el mismo lodo a fueras de castillo.

Mareándose Hazel abruptamente por el calor o el agotamiento...no lo sabe bien, pestañea fuertemente intentando encontrar la manera de recobrar el sentido, pero los movimientos del príncipe no la dejan libre, acercando de forma peligrosa su cuerpo con el suyo sin dejar el más mínimo espacio.

¿Es acaso un animal en celo?

Encontrando a un amiguito lo bastante despierto, abriendo ella abruptamente sus parpados.

Alejando su rostro del suyo abruptamente.

-¡Príncipe...!-Enrojeciendo a mayor furor, no ha estado con otro hombre que no sea solamente Cedric, se siente tan sucio, asqueroso y disgustante, con mayor motivo que su rostro sea tan parecido a la de la emperatriz.

Con sólo ver su trato brusco y tosco no cabe lugar a duda que su interés es meramente sexual, es capaz de ensuciar sus ropas, reputación y título por los deseos sexuales, ha de ser así o más bajo que su mismo hermano, ni Jaden llegaría a tocar una celda.

-La deseo señorita, la deseo como nunca he deseado a nadie.-Responde el príncipe con las pupilas dilatadas y sus mejillas rojas, jadeando de forma estimulante y Hazel apenas puede mantenerse de pie.

Claro esta, no ha comido hace muchas horas.

-Alguien puede vernos su majestad.-Responde tosca, sin ánimos de crear una escena que jamás imagino hacer en su vida, puede ser de familia humilde pero jamás comportarse como animal. Elevando Jordán su ceja tras la voz molesta de Hazel, ¿Qué ha dicho?-Es por su seguridad.

De pronto se siente arrepentido de pensar que ella no quería unir su cuerpo con el suyo, es simplemente cuestión de privacidad, por un momento había perdido los estribos, no debería comportarse de tal forma, es un príncipe.

-Entonces acompáñeme.-Toma de su palma, jalando de ella con tal de llegar a la recamara.

Tragando duramente.


Vals del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora