*19*

1 0 0
                                    

-¿Señorita?-Sin querer la sirvienta la encuentra entre lágrimas resbalando por sus delicadas mejillas, admirando los papeles rotos a pedazos a todos lados y tinta manchar las manos de su dama, se supone que debería encontrarse en el cuarto a esas horas tempranas, su oficio es asear su dormitorio y cierra la puerta detrás suyo levemente.

Carter fija su mirada en algún punto perdido de la habitación, complemente ida, recapacita de inmediato tras la presencia de la sirvienta, limpiando tan rápido sus lágrimas y recomponiendo la compostura, inhalando aire tanto como puede.

Es notoria su incomodidad por ser descubierta así.

¿Los sentimientos de Hazel se mezclan con los suyos? Tan devastada como triste, se aflige su alma por las malas decisiones tomadas, sintiendo el peso de ello, tan palpable...le comienza a asustar aquel sueño se este convirtiendo en pesadilla.

-Necesito un pedazo de pastel...-Murmura Carter, lamiendo su labio inferior por el crujir de su estomago vacío, gritando del hambre punzante que por poco perfora sus paredes. 

Siendo esa su única debilidad a seguir de pie ante la situación.

-¡De inmediato señorita!-Dejando por unos pequeños momentos sola a Carter, suspirando y rompiendo su postura por completo, no es idiota, ¿habrá sido el alma de Hazel atormentando su cuerpo? Al dejar su pueblo a la deriva, a su suerte, consecuencia de ello, quizás quererle arrebatar la vida.

La sola idea hace que todo el cuerpo de Carter se estremezca.

¿Quizás aquella pesadilla llegue a su fin si salva su vida y la de su pueblo? De cualquier manera la historia no relata a una concubina traicionera del rey cruel Jaden, ni siquiera una princesa o algún estúpido compromiso, le que menos le importa es ser algo suyo o seguir dentro del castillo.

Si ese fin se avecina, lo mejor será huir.

-Pero no puedo irme sin llevarme nada, es como el inicio.-Carter conoce muy bien la pobreza de su pueblo y migrar a otro país, necesita comida, ropa, tantas cosas que significan en una sola, dinero, mucho dinero.

Sólo faltan cinco exámenes que se hacen por día, significa cinco días.

Picando con la uña de su dedo su piel frustrada.

Un seguro de dinero y el pase al escape, por si la atrapan, el pase del escape seguramente sea el más difícil; pero con conocer el futuro de ciertas situaciones, podría tener eso a su favor, no, quizás al despertar a volver a leer el libro de historia, pueda conocer de mejor manera el castillo, sus pasillos, escondites; y la debilidad de la maldita emperatriz.

-Señorita, le he traído también leche.-Entra de pronto la dama sonriendo amablemente, extendiendo el pedazo de pastel y la leche, lo cuál Carter sonríe y toma de ello mucho más tranquila al tener su plan hecho, no podrá escapar la emperatriz contra eso, su ventaja es demasiada buena y no la dejará ir.

Le pondrá fin a ese sueño de igual manera.

-Es hora de soñar.-Comenta con cierta ironía Carter, lo cuál la sirvienta eleva una ceja sin comprender y el sabor a chocolate se impregna a sus pupilas gustativas, dejando salir pequeños gemidos de alegría, ¿Cuándo volvería a comer de aquella delicia?

Tendría que contar la horas para volver a dormir y regresar a este peculiar sueño, que se convierte en pesadilla y en pequeños momentos como este, sueño.

Da grandes tragos del líquido blanco entre sus labios y lo deja reposar en la mesa, dando por terminado su desayuno, almuerzo, lo cual a la sirvienta la preocupa de gran manera que no se alimente correctamente, sabe qué se debe a levantarse tarde o tener un contra tiempo, pero es notable por su palidez y delgadez, que no se alimenta.

-Seguramente el almuerzo para concubinas ya este listo, puedo pedir de antemano el suyo y traérselo con gusto señorita.-Ofrece la sirvienta, aunque por ofrecer quisiera tomar de ello y dárselo a la boca a la dama, se fijo que otro día ni siquiera mostraba apetito, a pesar de tener la comida en frente de sus ojos, hace apenas un día.

Lo que no sabe la sirvienta es que su primer día tomo bocado hondo a todo postre en especial, pastel y pasteles por doquier.

Seguramente a su condición física se debe que vivía en un pueblo pobre y seguramente no podía alimentarse bien, lo cuál la delgadez no se considera símbolo de salud.

-Necesito descansar...-Murmura Carter dejándose desvanecer por el sueño faltante de la mañana y la noche, bostezando al mismo tiempo que se acomoda en la cama.-te agradecería mucho si podrías conseguirme un vestido, te lo recompensaré en un futuro.

Escuchando lejana la voz de la sirvienta al hundirse en la oscuridad.

Pasando así los minutos para cuando despertara.

Por más extraño que sonará, al abrir sus ojos de golpe lo primero que recorrió su mente fue el libro que tenía en sus manos, la llave a su solución o sus ilusiones que cada vez parecían ser más reales, tomando de este fuertemente al admirar el sol entrar por la única ventana pequeña del cuarto del conserje.

-Hola,-Suspira Carter notablemente triste.-estúpida realidad que al menos no desea mi muerte.

Se pone sobre sus pies, lista para salir, sin embargo escucha muchas voces afuera y pasos por doquier, palideciendo de pronto al darse cuenta que no escucho su alarma y peor aún, seguir dormida en un lugar no apto, exponiendo su situación, por suerte, el conserje no la ha descubierto o sería su fin.

Tiene los minutos contados para cuando toquen y dejen libres los pasillos, salir corriendo a la terraza y cambiarse de ropas, quedando expuesta, pero no tanto como antes, se concentra en esconder sus pertenencias y demás cosas en lo más profundo de los muebles, mientras se peina como puede y se echa un poco de agua en su cabellera grasosa, al igual que su rostro.

¡Como es posible que no se haya tomado una ducha!

Su rostro se enrojece de la vergüenza.

Seguramente ha de oler fatal, pero no tiene ni un perfume para disimular el olor y ropa limpia con aroma, su situación es tan deplorable, que apenas tiene para comer.

Hundiéndose su corazón ante la idea, punzando sus ojos y bajar la mirada. En situaciones como esta, las pesadillas no suelen ser tan malas a comparación con esta triste realidad, bueno, al menos aquí sigue viva.

-¿Ir a clases así?-Todavía se atreve a replantearse aquello teniendo los minutos contados, pero por primera vez, se siente tan vulnerable a las críticas como su aspecto, se siente patética.

Sonando el timbre a su aviso.

Vals del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora