23 Las estrellas ✨

209 17 14
                                    

—Sabes a cigarro, pensé que bajarias tu consumo— suavemente acariciaba el rostro pálido de Elizabeth mientras ella cerraba sus ojos al sentir su tacto cálido.

— Hablas de cuidados pero no te cuidas ¿por que no había nada de comer en tu casa?— abrio sus ojos mirando los ojos verdosos del rubio, ese color jamas le agrado pero en él lucía especial. Meliodas paso su pulgar por los labios rosas de Elizabeth.

— A veces no como en casa aunque no lo creas me alimento bien por cierto no tenias porque comprar despensa y hacer limpieza.— Elizabeth nego ¿como podía dejarlo así? Si él se encuentra bien ella también, así de fácil y sencillo. Meliodas no lograba decifrar los pensamientos de Elizabeth, sus expresiones planas lo confundían— ¿quieres pasar la noche conmigo o te llevo a tu casa?

Meliodas se acerco para besarla despacio, el tiempo parecía ir más lento, la luz de la luna jugaba a su favor y el frío de la madrugada los acercaba más. Ella se alejo un poco para volver a respirar pero un Meliodas hambriento volvió apoderarse de sus labios.

Él estaba perdido en ese beso que tenía toques de un sabor diferente, no deducia que era pero le gustaba. Recordo esta mañana que probo unas fresas no sabían a lo siempre; faltaba esos toques a cigarro.

Se aferro fuerte a cintura de la albina pegandola más al auto volvieron a separarse, el rubio aprovecho para besar su pálido cuello, escuchaba los dulces suspiros de la femina que cedía poco a poco.

—D-detente estamos a-fueraah del bar dando un espectáculo.

—¡Que lo disfruten! Que vean que te vas conmigo y con nadie más— mordió ligeramente su cuello—¡¡Vamos señorita la llevare a casa para que pueda soñar!!

Meliodas le abrió la puerta, ella sonrió cálida—¿Qué debería soñar?

—mmmm déjame ver... Oh ya se— Se acerco al oído de Elizabeth— Cuando hacemos cosas eroticas.

Elizabeth se sonrojo a que pudiera decir algo él ya había cerrado la puerta.

—Eres un estupido pervertido— Meliodas notaba la molestia en su mirar, solto una carcajada disfrutaba molestarla, no estaba equivocado disfrutaba su compañía.

Menejaba viendola de reojo, ella estaba en silencio perdida en la ventana. Su mirada indiferente se encontraba llena de melancolía. La atmósfera tranquila o lujuriosa que siempre los rodeaba no exista solo una tormenta que anunviaba destruir todo a su paso.

—Llegamos bájate— Elizabeth frunció el ceño por las palabras del rubio— Perdón, no quise decirlo así.

—Vete a la mierda— Elizabeth abrio la puerta del carro Meliodas la detuvo apretando su muñeca.

— No era el modo, quería que te bajaras para que te pasaras al asiento de atrás, por favor.— Elizabeth rodo los ojos y asintió. Al subirse a los asientos de atrás vio como él también entraba se cómodo quedando recostado dio pequeños golpes en su pecho indicando a Elizabeth que se recostara con él.

—Perdóname no quise decirlo de ese modo— Elizabeth suspiro rendida, se recargo en el pecho del rubio escuchando sus latidos— ¿Qué te pasa? Te noto distante y fuera del planeta ¿te sucedió algo en el bar?

— Nada, estoy bien.

— No necesito ver directamente tu rostro para notar que me mientes. No lo hagas.— Elizabeth se quedo en completo silencio removiendose en el pecho del rubio. Él acarició sus cabellos blancos.

—¿Por qué dices que miento?

— Facil. Huelo tu mentira.— Elizabeth levanto el rostro viendo fastidiada al rubio, quien le sonria calido.— Enserio. Ven acuéstate otra vez.

Vuelveme Locx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora