33 Vuelveme locx

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Sentia unos brazos calidos rodear su cintura haciéndola estremecer, meneo su cabeza un poco tratando de acomodarse, abrió sus ojos azules de golpe viniendo a su mente pequeños fragmentos de la noche anterior. Zeldris bailando con ella, Jenna bebiendo y ellos borrachos cantando en el karaoke. Ella empujando a una mujer. Después Meliodas ayudándola a bañarse y todas las cirsilerias que salieron de su boca.

Su cara ardía de la vergüenza giro despacio su rostro encontrando al rubio que dormia pacíficamente, estaba por escabullirse e irse a casa cuando sintió como el agarre a su cintura se afianzaba.

—¿Piensas escapar?— Jalo despacio a Elizabeth hacia él, imprimió un pequeño beso.—Buenos días, amor.— Ella sonrio llevando sus tibias manos al calido rostro de Meliodas.

— Buenos días.— Volvieron a besarse despacio paralizando su entorno, aquel beso tierno poco a poco se fue intensificando. Ella se aparto para besar el cuello del rubio que dejaba escapar suspiros.— Dilo de nuevo.

— Amor— Elizabeth ensancho una calida sonrisa, Meliodas levanto su rostro pálido con tonos carmín en sus mejillas, sus ojos celestes tenían un brillo especial. Ella volvió acercarse para besarlo deseaba devorarlo en este instante dejando indicios que él estuvo con ella. Hacerlo suyo.

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Sus delgados dedos se aferraba a la espalda arañada del rubio, sus hombros estaban cubiertos de pequeñas mordidas, sus labios hinchados de tanto besar y ser mordidos, Meliodas presionaba las caderas de la albina que tenían un vaivén que lo estaba enloqueciendo. No habia necesidad de hablar, podían saber lo que uno del otro necesitaba.

Sin embargo la mente de Meliodas comenzaba aturdirse. Se desconocía completamente por ella.

¿Quien le dio permiso a esta mujer de poner su mundo de cabeza? ¿Quien chingados le dijo instálate en su lado izquierdo? ¿En momento deseo tenerla en su vida y no solo en su cama? ¿En que momento comenzo a verla especial? ¿En que momento deseó calentar las manos de Elizabeth en los duros inviernos? Sus demonios lo atacaban con preguntas haciendo que bacilara un poco. Cierto número de demonios suprimió esas preguntas. La necesitaban él dejo de ser libre en el instante que ella cruzo esa puerta.

Su mente era un caos y automáticamente esas ideas de deciparon cuando ella lo volvió a besar.

— ¿Eres mío?— pregunto entre suspiros.

— Me vuelves loco ¿y así preguntas algo tan obvio? Por supuesto que soy tuyo.

Meliodas la pego aun más a su cuerpo, sentía la capa de sudor de sus cuerpos beso una vez más los hombros nívea con tintes rojos de Elizabeth, presiono un poco más las caderas de la femina haciéndola encorvar su espalda.— Ten una cita conmigo.— mordió suave el cuello de Elizabeth. Los gritos de placer inundaban la recamara.

—S-si.

Elizabeth fue azotada por un abrumador orgasmo siendo seguida por el rubio. Ambos cayeron rendidos, Meliodas la abrazo de frente besando la punta de su nariz.

—¿Tendrás una cita conmigo?— pregunto Elizabeth observando los ojos verdes del rubio.

—Tendría mil citas contigo.

— Tengo que irme mi padre debe estar preocupado.— Surruro besando las mejillas del rubio.

— No te vayas. Quedate hasta mañana. Llámalo dile que estarás fuera.

—¿Crees que me gobierno sola?

—Vamos, quédate unas horas desayunamos y después te llevo.

Vuelveme Locx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora