28 mil noches.

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Elizabeth leía un libro recostada en el sillón de reojo veia a su padre que hacia lo mismo. Después que Margaret se marcho, Elizabeth notaba cierta melancolía en los ojos grises de padre.

— Debiste irte unos días con ella.

Bartra cerro su libro, la albina se puso de pie para ir hacia él poniéndose de rodillas en suelo, él acariciaba sus cabellos plateados. — Si ellos no entienden que no fue tu culpa y no eres  bienvenida en su casa tampoco lo soy.

— Sabes que eso no esta bien. Ellas son tu sangre.

— Tu también eres mi hija.

— No es lo mismo.

El amor de ese hombre es incondicional ¿entonces porqué se sentia miserable y con ganas de desaparecer? Todo sería diferente si su madre no hubiese actuado de ese modo.

— Tienes razón no es lo mismo. Yo me enamore de ellas desde que supe de su existencia y de ti fue opcional y poco a poco. Eres una buena chica siempre has dado lo mejor de ti y ellos deben reconocerte por quien eres y no por lo que ha hecho tu madre. Si ellos aun no lo comprenden no tengo nada que hacer en su casa.

El silencio se propagó por la habitación. La verdad salía a flote ellos la juzgaban por las acciones de su progenitora.

— En unos días será cumpleaños de Zeldris pregúntale que quiere de comer e invitalo con Jenna.

— Lo haré.

— Cariño, no te detengas por este viejo quiero que sigas saliendo con tus amistades.

— De acuerdo.

— Elizabeth— la mencionada levanto su rostro y el viejo acaricio su rostro— Ella me esta llamando así que no quiero que te lamentes y te quedes sola. Sal con tus amigos.

— Si me dices esas cosas solo haces que quiera permanecer a tu lado.

— Mi trabajo esta hecho cariño, es hora de partir y descansar. Sin embargo no quiero irme dejándote sola, sigue frecuentando a tus amigos y a tu novio.

— No es mi novio.

El viejo comenzó a reir, la expresion de Elizabeth al decir novio le pareció graciosa. No mentia en sus palabras pronto partiría y le dolia la idea que Elizabeth se aislara. El celular de la femina sono y ella lo ignoro quería seguir sintiendo la calidez de su padre.

— Atiende tu celular. Yo iré con el vecino y Zaratras a jugar me deben estar esperando. No te preocupes por mi. Ve mi niña.

Al llegar al parque vio un albino alto sentado en una banca esperando tranquilamente

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Al llegar al parque vio un albino alto sentado en una banca esperando tranquilamente.

— Disculpa la demora.

— No te preocupes ¿quieres un helado?

Elizabeth asintió, caminando a un lado de Mael conversaban de todo y nada. El aura del chico transmitía paz y tranquilidad dándole un respiro. Como si leyera la mente de Elizabeth, él la abrazo calmando la tormenta.

Vuelveme Locx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora