Epílogo.

341 20 33
                                        

Observar desde un punto diferente tu vida te hace darte cuenta de mil errores que cometiste o de las veces que discutiste sin razón alguna o las veces que pudiste reparar las cosas antes que se tornaran más difíciles, las veces que lloraste hasta quedarte dormida o las personas que se quedaron a tu lado apesar de tu mal humor. Hoy Elizabeth una mujer de 30 años observaba por una ventana pasar la gente usaban sus cálidos abrigos; el invierno les congelaba hasta los huesos. Hoy se detuvo analizar que ha hecho en su vida, aceptar la muerte de su padre y acostumbrarse a su ausencia, sanar los daños emocionales que provoco su progenitora, dejarse querer por su circulo social y permitirse ser calida y después que rompieron su corazón dos veces permitirse amar por tercera vez. Si Bartra la viera estaría orgulloso de la gran mujer que crío

Aunque para llegar a ese punto de paz y tranquilidad tuvo que pasar por mucho.

Siete años atrás.

Lloraba desconsolada encerrada en un armario decirle a los ojos a Meliodas que lo odiaba y que saliera de su vida le dolía una parte de ella quería correr a sus brazos y decirle que fue un error. Sin embargo otra parte de ella exigía un poco de cordura "no puedes enseñarle trucos a un perro viejo" siempre llevo ese estilo de vida ¿como ella lograria un cambio en él? Abrazo sus piernas buscando un consuelo que no llegaría. La puerta se abrió despacio de repente sintió el abrazo cálido y una dulce voz diciendo "yo estoy aqui" se aferro a su pequeña hermana sin poder evitar llorar.

Margaret recordó las palabras que alguna vez le dijo su padre "cada que veo llorar a una de mis hijas solo quiero hacerlas bebé de nuevo para que estén pegadas a mi y nadie las pueda dañar sin embargo tengo que dejarlas pelear sus batallas " abraza más fuerte a Elizabeth que no paraba de decir "lo siento".

—¿Ya estas más tranquila?— Margaret le servia una taza de té a Elizabeth que seguia metida en el closet cubierta con una manta.

—Gracias.—Sostuvo la taza de té.— Conocí a alguien me gustaba mucho y me hacia sentir especial.

—¿Es el mismo que nos ibas a presentar?— Elizabeth asintió cabizbaja, Margaret acaricio el rostro de Elizabeth.— ¿y quien paso?

Elizabeth suspiro y sin filtro alguno le contó a Margaret todo lo vivido con Meliodas, Margaret frunció el ceño cuando llego al final de la historia.

—Debiste decirme antes esto, debi dejar que limpiaras el piso con esa mujer.—Elizabeth río por la nariz al ver a Margaret surrurar maldiciones.

—¿Estas enojada porque era el médico de padre?

—¿qué?¡No! Entiendo no es como él estuviera contándote el expediente clínico de sus pacientes o como que tu tuvieras la suficiente confianza para decirle lo sucedia con papá apenas comenzaban hablar de ustedes. Ni siquiera Zeldris sabia que su hermano atendia a papá. No puedo juzgarte por eso. —Margaret suspiro— Estoy muy enojada porque estoy viendo llorar a mi hermana por un enano pervertido cabron hijo de perra.

□■□■□■□■□■□■□■□■□■□■□■□■□■

Meliodas en otro punto de la ciudad no paraba de estornudar. Melascula le hizo un gesto de asco.

— No te me acerques, no quiero enfermar.

— No estoy enfermo tonta.

■□■□■□■□■□■□■□■□■□■□■□■□■□

—Bueno, no todo fue su culpa. También fue mia por esperar más. Margaret quiero estar sola y dormir un poco.

—Descansa por cierto, Verónica llegará en unas horas.

Vuelveme Locx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora