35 Tonteli

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Verla reír y escucharla hablar llena de vida era el mejor regalo, sus mejillas ruborizadas por maquillaje o de manera natural le agradaba, acariciar y desnudar su alma lo llenaba de satisfacción.

Ella estaba recostada en su regazo, su piel se herizaba al tacto del rubio que acariciaba suave su espalda. Estaba por tomar otro cigarro cuando sintió como Meliodas le quitaba la cajetilla.

— Ya llevas tres.— alzo su mirada frunciendo el ceño mientras Meliodas la observaba serio.

— Tengo frío.

Meliodas rodo los ojos y movió a Elizabeth para el ponerse de pie. Elizabeth silbo haciendo que Meliodas se crespara, verlo solo en bóxer luciendo su marcado cuerpo le provocaba volver a meterlo a la cama.

—¿Quieres que te haga un té?

— Café.

—Ya hablamos de eso. Tomas té o nada.

— Aquí no se puede hacer nada.— buscaba sonar seria quizás lograria que el cambie de idea.— Me iré a la cafetería que esta a dos calles, su café esta delicioso.

Meliodas se quedo recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados observaba como Elizabeth se vestía, froto el puente de su nariz fastiado por la infantil escena. Elizabeth paso a un lado de él dispuesta a salir.

—Si pones un pie afuera, ya no entras.

— Perfecto.— camino sin voltear al rubio ¿en que momento él la detendría?.—Ya me voy.

— Con cuidado— Dijo desde la cocina sirviéndose un vaso de jugo.

— Si me voy no volveré.

—Si, me avisas cuando te volveré a ver.

Se coloco su típica gabardina amarilla ¿es enserió? Se pregunto hasta que sintió unos brazos en su cintura.

—Deja el drama. —Escucho la pequeña risa de Elizabeth— A veces me pregunto ¿donde quedo esa mujer que conocí con cara de amargada?

— Aquí sigue, solo es imposible mantenerme seria a tu lado.— Elizabeth se giro recargando su frente en el rubio.— Tengo que decirte algo.

—Te escucho mientras bebemos té.

Elizabeth bufo y camino a la cocina, tomo asinto volviendo a contemplar el cuerpo del rubio solo llevaba una bata. Era el doctor más atractivo que había visto. Meliodas coloco una taza frente a ella sacándola de sus sucios pensamientos.

—Te escucho.

— Bueno, verás. Dadas las circunstancias de que  aumento el número de veces que no llego a casa y mi padre me regaña.— Meliodas volvio a reirse recordando la diferencia de edad.— ¿Puedo continuar?— Meliodas asintió calmandose— Mi padre me exigió conocerte.

Meliodas escupió el té por la repentina decisión de su padre.— Le dije que salgo con un amigo y que pasas por mi al salir del trabajo. Mi padre solo quiere conocer al amigo para estar tranquilo. Si no qui...

—¿Y tu que quieres?

—Yo quiero pre.....

— No digas más, estoy de acuerdo, estamos saliendo y supongo que conozco lo suficiente de ti como para ir a presentarme.

—¿Es enserió?— Lo miro desconcertada, Meliodas sostuvo su mano y le sonrió complice de esta descabellada situación.

— Voy en serio con usted señorita, estamos saliendo al paso que vamos no me sorprende que formalicemos una relación.

Vuelveme Locx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora