capítulo 3

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¿De verdad puedo hacer esto? Conforme avanza el auto siento un nudo en la garganta incluso ganas de vomitar para bajar del auto y salir corriendo. Acepte tener sexo a cambio de dinero  vamos camino a un motel, no dejo de mirar por la ventana o mi celular. Estoy loca no debí aceptar.

— Ya vamos a llegar, por cierto ¿número de parejas sexuales y método anticonceptivo?— No miraba a la albina permanecía firme al trayecto, Elizabeth se puso más nerviosa por lo que saldría de sus labios.

— Condón.... contándote a ti ammmmm dos— su rostro se tiño de carmín sentía como ardía su rostro y orejas, ni siquiera podía verlo tenia vergüenza sin mas Meliodas freno de golpe asustandola.

—Es una broma ¿verdad?— estaba incrédulo por lo dicho, cuando la vio en el bar por su cuerpo y carisma dedujo que tenía experiencia y tendría una gran noche pero resultó ser lo contrario. Elizabeth giro para verlo seguía sonrojada con ganas de salir huyendo.— Por las diosas, solo me pasan estas cosas a mi.

Se hecho para atrás llevándose las manos al cabello buscando una solución, miraba de reojo a la albina quien volvió a contemplar su teléfono. Siguió en marcha al motel podria tener una agradable noche aún o eso creía hasta que una calle antes de llegar la albina le pidió que se detuviera.

— Disculpeme por hacerlo lamento hacerlo perder su tiempo, no puedo.— No permitió que él responderia bajo del auto rápidamente y detuvo inmediatamente un taxi que pasa por casualidad. Dejo a un rubio estupefacto parpadeando tratando de analizar lo sucedido, escucho el claxon de varios carros recibiendo la realidad de golpe.

— ¿Otra vez fumando Elizabeth? Tu padre debería darte un jalon de orejas— Elizabeth alzo su mirada sonriendose burlona de la mujer que le acaba de recriminar

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— ¿Otra vez fumando Elizabeth? Tu padre debería darte un jalon de orejas— Elizabeth alzo su mirada sonriendose burlona de la mujer que le acaba de recriminar.

— Gelda también me da gusto verte ¿como te fue?— Da pequeñas palmadas a su lado, la rubia duda un poco pues Elizabeth esta sentada, suspira y se sienta arrebatando el cigarro para fumarlo— En fin la hipocresía.

Ambas se carcajean dando paso a una conversación entretenida hacia dos meses que no veía a la rubia. Se conocieron hace un año cuando Gelda llego al edificio parecían conocerse de años pues formaron un vínculo instantáneo. Gelda trataba a Elizabeth con cariño y a decir verdad eso tocaba el corazón de la albina igual que Guila: son bastantes cariñosas y calidas.

Elizabeth recargo su rostro en el hombro de la rubia quien comenzó acariciar sus suaves hebras blancas, sin ver el rostro de la albina sabia que pequeñas lágrimas resbalaban de su pálido rostro, Elizabeth parecía derrumbarse poco a poco pese a esconderse tras ese rostro inexpresivo y frío se escondia una niña pequeña que secretamentea veces salía para liberar un poco su carga. Gelda no entendía como desde niña era la adulta responsable de su hogar y ahora seguía teniendo el mismo papel.

Vuelveme Locx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora