Su dolor, Mi dolor, Nuestro dolor

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-Ella se encontraba allí, tirada en el frío suelo del barco, mientras su cuerpo perdía calidez a la par que la sangre abandonaba sus venas con pequeñas lágrimas que humedecían y se deslizaban por las mejillas. Y él, arrodillado a su lado, sosteniendo su mano con fuerza tratando de que ella acariciara su mejilla, lloraba en silencio mientras la vida de su prometida se le escapaba de las manos.

-Se sentía culpable, y como no, le habían mentido todo este tiempo y utilizó su conocimiento para crear todo ese caos. Si tan solo no La hubiera llevado allí a base de mentiras. La había lastimado. Y ahora no solo la perdía a ella sino también a un bebé que ni siquiera sabía que existía, pero lo hacía, y era de él, era su bebé, y lo perdió. Y todo por qué?

Egoísmo?

Curiosidad?

Aburrimiento?

-Ni él mismo lo tenía claro, todo eso había perdido el sentido al verla caer. Se sentía culpable y creía que sus acciones la dañaron más que aquel arma que atravesó su cuerpo.

-Y él, su agresor, se regocijaba al haber logrado lastimar a la joven, el cual había jurado que algún día se vengaría. Y ese día, era hoy. Su ancha sonrisa iba de oreja a oreja, sus ojos veían al cadáver a través de sus anteojos, con el rostro manchado de gotas tan negros como la noche misma, y su arma, una Death Scythe, manchada con la misma, se deslizaba a través de la hoja de acero hasta manchar el suelo.

-Su Cinematic Record salía de su cuerpo mostrando lo que fué su vida, a vista de todos, mientras las lágrimas empañaban la vista del shinigami mayor. Todos, los que podían verlo, se sorprendieron al ver tal historia. Bien sabido era para ellos que la joven tuvo un pasado que detestaba pero la mayoría del tiempo se le veía feliz, nunca pensaron que arrastraba un pasado tan doloroso, lo suficiente como para haber intentado más de una vez acabar con su vida, como lo mostraba la cinta, cosa que sorprendió a la mayoría, a excepción de su prometido que ya lo sabía.

-Él, su agresor, cambiaba su enorme sonrisa por un gesto de tristeza al ver todo los golpes e insultos que llevo a lo largo de su vida, las miradas de odio que recibió de sus compañeros y maestro por ser diferente. Él, a pesar de que los shinigami de rango bajo no tenían el derecho de ver su propio Cinematic Record, lo sentía familiar, como si todo eso lo hubiese vivido en su propia piel, y equivocado no estaba, pero eso era algo que él ignoraba.

-Sus ojos se abrieron con gran sorpresa al ver en la cinta una escena en la que se encontraba encerrada en una especie de celda, mientras trataba de escapar, sin éxito. Reconoció esa escena debido a que ella se lo había contado en una de sus secciones de amor que compartieron en ese entonces. Sus ojos se cristalizaban, no sabía bien por qué, pero le dolía, le dolía cada escena que miraba y la veía sufrir de todo tipo de maltrato, usándola como conejillo de indias en los distintos experimentos a los que la sometían para luego encerrarla en una jaula como un animal. En su larga vida como demonio había visto infinidades de formas de tortura que los humanos usaban entre ellos, unos más atroces que otros, pero esto, a pesar de no acercarce ni al los castigos más benevolentes que haya visto, aún así lo resentía, lo resentía con cada célula de su endemoniado cuerpo. Ella era la única humana a la que le tomó verdadero aprecio, no, era más que eso, la quería, la quería de verdad y la quería para él, pero no podía, ella estaba con otro y ahora simplemente ya no estaría más.

-Al mirar a su senpai, al traidor, incluso al demonio, los veía derramar lágrimas, no entendía exactamente por qué, a trabajado un largo tiempo como recolector y a visto todo tipo de vidas miserable, y aunque la vida de la joven no estuvo llena de dicha, no sentía la necesidad de llorar por ella, sí, la conocía pero no lo suficiente como para derramar lágrimas de pena, después de todo eso siempre fué su trabajo y no debía llorar por la muerte de un simple humano, y eso era ella, otro humano al cual ahora debía recolectar.

-Todo se encontraba en silencio, a excepción de un casi inaudibles sollozos que se oían de afondo, todos miraban atentos a la joven, pero él, el más joven de la habitación, no lograba entender que estaba pasando, todos miraban el cadáver con tristeza y dolor en sus miradas, incluso su mayordomo lo hacía, nunca había visto a Sebastián tan vulnerable? No sabía si esa era la palabra correcta para definirlo pero lo que si sabía era que le había dolido al demonio. Conocía a la joven desde hace un corto tiempo, sabía que era una buena aliada, si es que realmente era eso, y perder una pieza como ella era desafortunado, sí, el solo pensaba que su muerte era desafortunada pero no más allá de eso, lo que le causaba intriga era saber que era. La joven evidentemente poseía gran fuerza y una increíble capacidad para regenerarse, pero... Qué era ella? Estaba al nivel de un demonio pero no era uno, podía ser un shinigami pero sus ojos no eran como los de ellos, podía ser otro tipo de criatura, un ángel?, Un hada?, Un duende?, Si existían alguna de esas criaturas no sabía cual podría ser, lo que si sabía es que al igual que los humanos ella podía morir, tal vez no era tan inmortal como creyó que era.

-Se encontraban allí, acariciando el vientre de su prometida que estaba levemente abultado, ¿como no se había dado cuenta? El cambio de humor, los antojos, las idas excesivas al baño, el cambio repentino del gusto, ella mostró todos los signos, y él, a pesar de haber estado muy poco tiempo con ella en ese momento, los había notado pero no le puso la atención que requería. Se reprendió mentalmente por haberla dejado sola a pesar de saber que ella lo odiaba, y ahora, gracias al Cinematic Record, lo entendía, entendía que no odiaba la soledad en sí, odiaba que le pudiera pasar mientras lo estaba.

-Aquel hombre, el que le había arrebatado la vida a la joven, decide dar pasos lentos y temblorosos hasta el shinigami de melena platinada, pero en la mitad de su camino suelta un chirrido de dolor haciendo que todos pusieran sus ojos en el. La sangre ajena que manchaba su rostro empezaba a quemarle la piel, trató de quitarlo pero con cada superficie que la sangre tocaba quemaba con mayor intensidad, unas venas entre moradas y negras se extendían al rededor de la mancha volviéndola quebradiza al tacto, esto asustó y sorprendió a los presentes. Al parecer la sangre de la joven era capaz de dañar a un Dios.

-Su ex prometido/viudo, le miraba con profundo odio, acumuló todo ese dolor y lo convirtió en enojo jurando que vengaría a su amada, y eso hizo. Se levantó del suelo, tomo la sotoba que llevaba, con una brillante luz verde y bajo la atenta mirada de todos la transformó en su Guadaña, una gigantesca oz plateada con el mango en forma de esqueleto, y la apuntó al shinigami.

-No hacían falta palabras, tampoco había nada para decidir y más que eso, no podía, las palabras se atascaron en su garganta formando un nudo y una terrible presión en el pecho que le incitaba a llorar, pero no lo hizo, no era momento para eso, debía desatar su furia contra él por que nadie se metía con su familia y eso era en lo que ella se había convertido, su familia.

-Sostuvo su Guadaña con ambas manos y la levantó por encima de su cabeza para bajarla con fuerza emitiendo un destello verde que destruyó todo a su paso, incluyendo al shinigami, quien salió volando para dar contra la pared del fondo. El menor de los shinigami al notar la nueva pelea que se alzaba trató de detenerlo pero fué en vano, término teniendo el mismo destino que su senpai, con una gran y profunda herida en el pecho que lo hacia sangrar a borbotones.

-El demonio, al ver tal respuesta del mayor se sorprendió ya que siempre se le veía con una sonrisa, escalofriante, pero sonrisa al fin y verlo ahora así, donde sus ojos flamantes trasmitían un profundo odio mezclado de dolor, podríamos decir que lo dejó en shock por el cambio tan brusco de personalidad pero para ser sinceros y más con él mismo, él también poseía ese dolor y ese odio contra el molesto e imprudente shinigami, pero tenía un trabajo que hacer, capturar al platinado por ordenes de la Reina, bueno de su amo, por lo tanto no podía quedarse de brazos cruzados y decidió atacar. Fué el único que logró darle pelea por un par de minutos antes de que saliera herido, y por la fuerza que utilizó el desertor en el momento que azotó al demonio con su arma destruyó el salón por completo dividiendo el barco en dos. Él no le dió importancia a esto, se acercó al cuerpo de su prometida y la tomó en brazos, y mientras el barco se movía a la par que se hundía, decidió que era momento de irse pero el demonio lo atacó logrando que su cadena con sus medallas fúnebres se soltaran siendo atrapadas por el conde, se asustó al pensar que las perdería pero al saber que estarían en buenas manos lo dejo así para desaparecer ante sus ojos en el momento en el que una gran cantidad de agua entraba al salón con fuerza para terminar de tragarse el restante del barco.

◦•●◉✿ Esa Rosa, en otro jardín (Kuroshitsuji) ✿◉●•◦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora