El hermoso mar frente a los tres amigos parecía tan inmenso, que les daba la bienvenida a sus aguas embraveciéndose aún más, para mostrar su gran alegría.La playa virgen llena de altas palmeras, ofrecía unas extrañas pero bellas flores que solo crecían en la tierra de Arabia.
La belleza inmensa de la exótica flor que Rihán tenía a sus pies, le trajo el recuerdo de la preciosa princesa de Arabia.
Así que, conmovido por los recuerdos, se agachó hacia la flor y la cortó.
Sus amigos lo observaban de lejos, pues sabían que no era conveniente molestarlo en estas circunstancias.
Rihán lloró, y decidido supo que jamás podría volver a amar a alguien como lo hacía con Adhara.
Y entonces, supo en ese momento que no se daría por vencido. Que tenía que continuar viviendo aún con el corazón hecho añicos.Sabía que tenía que mirar hacia adelante y dejar todo lo vivido como un hermoso sueño al que cada día le gustaría volver, pero la princesa ya no podía ser parte de su realidad.
Rihán estaba perdido en sus preciosos recuerdos, cuando de pronto, Jalid le gritó desde lejos.
-¡Rihán, ya vienen por nosotros! –gritó extasiado Jalid sabiendo que pronto volverían a su ansiada travesía marítima.
Al momento, Rihán se paró y se giró para ver qué era lo que sucedía, y con una leve sonrisa pudo reconocer a uno de sus fieles tripulantes.
Frente a sus ojos, el viento traía consigo las buenas nuevas de que una barca grande se dirigía hacia ellos.
Se trataba de dos de sus tripulantes que venían a recogerlos remando con todas sus fuerzas para llegar lo más pronto posible.
La alegría y la emoción de todos, podía respirarse.
El ver de nuevo a su gran barco animó a Rihán, quien enloquecido corrió hacia el mar adentrándose en sus olas, desesperado por abordar prontamente la barca que lo acercaría a él.
La nostalgia por dejar las bellas tierras de Arabia lo embargaba, pero intentaba con todas sus fuerzas ahogarla, para poder liderar de nuevo con la cabeza fría a su fiel tripulación.
-¡Hey Rihán y Jalid! ¡Qué bueno tenerlos de vuelta! –gritó uno de los tripulantes llamado Razmad con inmensa euforia, abrazando tan fuerte a ambos amigos, que casi sentían que perdían el conocimiento.
Ahmed miraba todo a escasos centímetros, nervioso por saber si sería bien recibido.
-¿De dónde sacaron a este mono cilindrero? –preguntó sarcástico Razmad a la vez que le daba un golpe en la espalda a Ahmed, provocando que Rihán y Jalid soltaran la carcajada a grito abierto, pues pensaban de la misma forma, pero no se habían atrevido a decírselo a Ahmed en la cara.
Ahmed rio también, y justo en ese momento, sintió que sus ojos saltones se le saldrían en verdad, pues Razmad le dio el abrazo más brutal que jamás le habían propiciado en la vida.
-Tú debes ser muy valioso, de lo contrario Rihán y Jalid no te habrían traído consigo. –le dijo Razmad con su estruendosa voz riendo a Ahmed, mientras apretujaba fuertemente su débil y casi esquelético brazo.
-Así es, Ahmed ha demostrado ser un verdadero amigo. –dijo Jalid, mientras rodeaba a Ahmed con un brazo por los hombros, deteniéndolo para que no se cayera.
Ahmed, avergonzado y adolorido, apenas y podía sonreír, temiendo que cualquier movimiento en falso provocara que Razmad le propiciara otro de sus dulces abrazos.
Al momento, Bazag, otro de los tripulantes que se habían acercado en la balsa abrazó también a Rihán y a Jalid.
Parecía que a Ahmed se le abrían los ojos casi al punto de salírsele, temiendo recibir otro abrazo como el anterior. Y tuvo razón, solo que esta vez el abrazo tuvo tal impacto, que sí lo desmayó.
-Parece que su amiguito es muy enclenque… -dijo Bazag riendo.
Rihán y Jalid se miraron intentando no reírse por respeto a su amigo, pero en el fondo querían soltar la carcajada.
Los cuatro abordaron la barca, y Razmad tuvo que cargar en su espalda al esquelético de Ahmed, a quien aseguraba con fuerza temiendo que el aire se lo llevara.
Rihán y Jalid al ver esto, ya no pudieron contenerse, y carcajeándose, supieron que Ahmed encajaría muy bien en el grupo.
El retorno hacia el gran galeón, fue muy nostálgico.
La tarde comenzaba a caer y un hermoso color rojizo iluminaba el cielo. El aire soplaba tan fuerte que despeinaba los cabellos de todos.
La costa quedaba cada vez más lejos, y con ella sus aventuras vividas.
La melancolía intentaba hundirlos, pero tenían que continuar. Habían hecho tres nuevos amigos, la princesa de Arabia, quien se quedaba en sus tierras, Ahmed, el cual iría con ellos, y Levana, quien los esperaría después de la muerte.
También habían conocido a los mercenarios que Rihán había ayudado liberándolos, y estaban seguros que este acto les dejaría las puertas abiertas de Arabia para cuando quisieran volver, pero los recuerdos estaban tan frescos, que aún eran muy dolorosos.
Lentamente veían como la hechizante tierra de Arabia se quedaba atrás.
Los recuerdos pasaron frente a la mente de Rihán y Jalid, solo que Rihán no pudo contener más las lágrimas.
-Mi Adhara… Te llevaré en el corazón. –se dijo para sus adentros Rihán, mirando hacia el desierto que abandonaban con una mano sobre el pecho. –Mi princesa de Arabia… -suspiró, mientras el fuerte aire recogía sus amargas lágrimas.
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BAJO EL HECHIZO DE ARABIA
AventuraIntérnate en las maravillosas dunas de Arabia, en donde Rihán y Jalid, dos locos aventureros, cruzarán su destino con la princesa Adhara. El amor, el odio, la pasión, la locura y los celos serán los detonantes de la magia que los envolverá, poniénd...