LXIV. ÁNGELES DISFRAZADOS

67 4 0
                                    


Jalid, Levana y Ahmed llevaban días de camino para acercarse hacia el Palacio Real.

Su cruzada por el desierto, había sido tan catastrófica imaginando lo peor, pues buscaban día y noche en cualquier oasis existente a su amigo Rihán.

Sabían que su cuerpo estaba muy débil, pero tenía un espíritu muy fuerte, así que, estaban seguros que el aguerrido Rihán se aferraba a la vida.

Días de angustia tenían muy cansados a los tres.

Casi no paraban, y la magia de Levana no ayudaba en nada.

Comían y bebían poco, pero la falta de descanso y sueño estaba terminando con ellos.

-Estoy seguro que a éstas alturas Rihán ya debe de haber llegado a Riad, para buscar a la princesa... -dijo Jalid exhausto y con muy poco ánimo.

-Entonces debemos dirigirnos directamente hacia allá... -dijo Ahmed, limpiándose el sudor de la frente.

-Debemos detenerlo de que establezca contacto con la princesa... -dijo Levana con gran preocupación.

Jalid y Ahmed la miraron sin poder comprender sus palabras.

-Ella cree que Rihán la engañó... -continuó hablando con la cabeza mirando hacia abajo. Luego hizo una pausa. -Y querrá desquitarse por su traición ¡Ella misma me lo dijo! -repuso alarmándolos.

-¿Qué estás diciendo Levana? -preguntó Ahmed sin poder entender nada.

-¿No me digas que utilizaste a su hermana para tus oscuros propósitos? -preguntó incrédulo Jalid con los ojos entrecerrados.

Al verla asentir con la cabeza, Jalid quiso lanzársele a los golpes, pero Ahmed lo detuvo bruscamente.

-¿Qué es lo que me perdí Jalid? -preguntó Ahmed extrañado intentando comprenderlo todo.

-Luego te lo explico, ahora debemos arreglar lo que ésta bruja ensució... -Jalid hizo una pausa mirando a la hechicera con mirada de quererla desaparecer, y con cara de asco. -¡Apurémonos! ¡La vida de Rihán está en peligro! -gritó Jalid desesperado, golpeando a su camello para hacerlo correr, mientras Ahmed y Levana le seguían rápidamente el paso.

El fiel camello de Rihán lo guiaba hacia Riad.

La deshidratación lo mantenía inconsciente y casi no despertaba.

El sol sobre su cabeza y cuerpo, le quemaba cruelmente la piel.

El camello procuraba hacer reposar a su amo bajo la sombra, pero casi no había palmeras para ello.

Luego de días de camino, el camello vio un pozo. Sabía que un pozo indicaba cercanía de personas que seguramente ayudarían a su amo, así que allí se dirigió.

El camello se recostó para dejar caer lentamente el cuerpo de Rihán de una distancia más cercana al suelo, para no lastimarlo, y a la vez hacerle sombra.

Los minutos pasaron, y nadie acudía al pozo para obtener sus favores.

De pronto, vio a su amo convulsionarse.

Todo indicaba que el veneno de aquella flecha, estaba provocando sus estragos, ésto aunado a sus graves heridas y a su deshidratación.

La bestia desesperada, observó que la posición del sol quedaría prontamente de tal forma que el pozo le haría sombra a su amo, así que esperó hasta que eso sucediera, para después partir.

Caminó por varios minutos más, y de pronto, pudo ver una aldea.

Así que decidió acercarse.

A lo lejos, una bella joven vio al animal que parecía perdido.

-Papá ¡mira un camello perdido! -gritó la joven, a la vez que un robusto hombre salía rápidamente de su tienda.

-¡Vamos hija! ¡Atrapémoslo y démosle comida! -indicó el padre a la joven.

En cuanto el padre quiso acercarse a la bestia, el camello corrió en dirección opuesta.

El hombre y su hija lo siguieron un largo tramo.

-¡Ya basta hija! ¡Dejémoslo! Él no quiere ser ayudado... -dijo el padre exhausto de perseguirlo.

-Pero papá, está solo y podría morir... -dijo la joven enterneciendo a su padre.

-Está bien, hija, haremos un intento más. -continuó el padre, viendo que hacía feliz a su hija con su desición.

El camello continuó huyendo de ambas personas, y justo cuando iban a darse por vencidos, vieron a lo lejos en el pozo a un hombre tirado.

-¡Mira papá! ¡Allí hay un hombre! -gritó la joven queriendo correr en su auxilio, pero su padre la detuvo.

-Déjame acercarme a mí, no sabemos de quién se trate. -completó el padre.

Al acercarse, el padre pudo ver a un hombre desnudo y malherido.

Su piel estaba muy lastimada por el sol, y de inmediato quiso ayudarlo.

Así que lo giró para ver sus signos vitales.

Al ver a Rihán desnudo, la hija se sonrojó, evitando ver la desnudez del hombre.

-¿Es un ángel papá? -preguntó la joven, luego de ver a un hombre tan guapo y tan bien formado.

-¡Claro que no hija! Es solo un hombre desnudo... -el padre intentó no ahondar más en el tema. -Hija, parece que el camello es de éste hombre, y nos ha traído hasta él para que lo ayudemos. -dijo el padre sorprendido, a su hija. -Así que si la bestia confía en él, nosotros también. -completó cargando a Rihán, que comparado con la complexión del hombre, Rihán era mucho más pequeño.

La joven sorprendida por el noble e inteligente gesto, se acercó al camello abrazándolo y besándolo, por ser tan fiel animal, mientras se lo llevaba con ellos.


BAJO EL HECHIZO DE ARABIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora