XXXI. CORAZÓN REPRIMIDO

109 8 3
                                    


Adhara caminaba casi fuera de sí tomada de la mano de Jalid, para volver al cuarto donde pasarían todos la noche, y donde seguramente Rihán los esperaría muy enojado. Ahmed, los seguía perdido en sus pensamientos y esperando la peor reacción de Rihán para con él también.

En ninguno había cabido la cordura, y les pesaba a todos.

Adhara repasaba las crueles palabras de Rihán una y otra vez en su mente...

"¿Qué te pasa "princesita"? ¿No te das cuenta del ridículo que hacías? ¿Tienes una idea de lo vulgar que te ves?... ¿Qué diría tu padre si te viera de esta forma?"


"¡Quedó como una vulgar prostituta! ¿No lo entiendes? ¡¡¡Ella es una princesa!!!"

Arrepentida, y decepcionada de sí misma, iba llorando, intentando ocultar sus sollozos. Ella tenía una apariencia que cuidar, pues era la princesa de Arabia. Le calaba en sobremanera el pensar qué diría su padre el sultán, si la hubiera visto hacer lo que hizo.

(-¿Por qué hice ésas estupideces? ¿Qué me pasa? -pensaba Adhara. -Siempre he sido experta en pensar con la cabeza fría, -hizo una pausa. -Pero es que Rihán altera todo en mí... -Él provoca que yo cometa tanta tontería... -se reprochó así misma en silencio por sus propios pensamientos. -No, no es verdad. Lo que sucede es que soy tan inmadura que no me resigno a que el único hombre que en verdad me ha interesado no se fije en mí... -continuó perdida en sus pensamientos con la mirada perdida. -Debo reconocer que me hiere el orgullo... debería olvidarme de todo esto, pero sobre todo de él... -unas lágrimas volvieron a hacerse presentes. -Jamás debí hacer amistad con mis captores... además, yo estoy comprometida con el príncipe Mustafá... -al recordar a su prometido, se extrañó, y abriendo los ojos como plato de expectación, hizo una cara de acierto. -Mustafá, casi me olvido de él. -apareció una leve sonrisa en su rostro. -Ahora que lo pienso, él me hizo sentir cosas que yo jamás había sentido... y si no me equivoco, mucho más fuertes que las que me provoca el insolente de Rihán... -sus pensamientos flotaron en el aire. -Es solo que la despreocupación por la vida y lo aventurero del espíritu de Rihán me cautivó. -pensaba entrecerrando los ojos y acertando con la cabeza. -Sí, eso debe ser... así que no tengo por qué sufrir mas por ese prángana... esperaré a que paguen el rescate por mí, y volveré al lado del hombre que en realidad amo, mi príncipe Mustafá...)

Adhara se perdía aún mas en sus pensamientos, cuando sin darse cuenta, ya habían llegado al cuarto donde pasarían todos la noche.

La princesa, pudo ver con la luz de la luna, la silueta iluminada de Rihán, el cual, se encontraba del otro lado del cuarto, muy lejos de donde ella habría de dormir. Era obvio que no quería estar cerca de ella, ni siquiera para custodiarla.

De nuevo, el sentimiento de tristeza la embargó, pero molesta consigo misma por la forma en la que le permitía a Rihán hacerle daño, decidió ignorar el hecho.

Jalid y Ahmed, entraron a la habitación intentando hacer el menor ruido posible para que Rihán no se despertara y continuara reclamándoles lo inmaduros que habían sido, pero Rihán permanecía despierto, fingiendo que dormía.

Cuando Jalid y Ahmed conciliaron el sueño, la princesa, cansada de dar vueltas en la cama sin poder dormir, decidió acercarse a la ventana del cuarto, para pensar en sus acciones, y pensar en cómo reaccionaría al ver de nuevo a Mustafá.

Rihán, sin moverse, la vio acercarse a la ventana, y observándola tan bella, prefirió observarla de lejos y no intervenir.

Adhara permanecía con los ojos cerrados, sintiendo el fuerte viento que le rozaba el rostro, despertándole los sentidos.

De pronto, sus remordimientos la hicieron llorar, lo cual notó de inmediato Rihán, el cual quiso pararse y consolarla, pero su lealtad hacia Jalid no se lo permitía.

Permanecía recostado y con los puños fuertemente oprimidos de impotencia. Bien sabía que cuando una mujer se encuentra vulnerable, es muy fácil conquistarla si se le da el apoyo y el amor que necesita.

Así que, apretándose atrozmente el corazón, se quedó recostado en el piso, fingiendo que no pasaba nada.

Luego de un rato de verla llorar y sentir que ya no podía mas viéndola así tan devastada, decidió pararse a consolarla, pero justo en ese momento, pudo ver como Jalid se acercaba a ella y la consolaba, abrazándola fuertemente mientras los veía aún con el corazón estrujado.

-Princesa, ya no llores. -le dijo dulcemente Jalid a Adhara, mientras la abrazaba.

Rihán solo veía y escuchaba todo sin poder hacer nada.

-Es que Rihán tiene razón, soy la princesa de Arabia y no me porté como tal... -decía Adhara, limpiándose las lágrimas.

-No le hagas caso a Rihán, él es muy drástico. -le dijo Jalid, retirándole las lágrimas con la mayor ternura del mundo y mirándola dulcemente. Después de decir esto, hizo una pausa. -Además, nadie tiene por qué enterarse. -completó con una gran sonrisa de complicidad.

Las palabras de Jalid, hicieron sentir muy bien a Adhara, la cual en agradecimiento, le dio un amigable beso en la mejilla, retirándose a dormir.

Rihán lo había visto todo. Le dolía en el alma que la única mujer que había despertado en él el verdadero amor, no lo correspondiera, y encima de eso, que quien la amara fuera su mejor amigo. Así que, con lágrimas en los ojos, se giró hacia la pared, para intentar dormirse y así poder mitigar su dolor.


BAJO EL HECHIZO DE ARABIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora