♦ · Capítulo 2 · ♦

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Capítulo 2

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Capítulo 2. Una amistad semi-rota.

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—Terminaríamos más rápido si preguntaras "¿Qué no pasó?" —habló Marie, notablemente enojada—. ¿Dónde se supone que estabas? Estuvimos toda la noche buscándote. ¡Incluso estuvimos a punto de llamar a la policía!

—Yo... Yo estaba con Noah —intento excusarme, pero Frederick y Will, los otros dos maestros que nos acompañan, niegan con decepción notable en sus ojos.

—Noah estuvo con nosotros todo ese tiempo —me informa el moreno de ojos grises, Will.

—¿C-cómo? Eso no es posible —niego con incredulidad—. Pero si él...

—Déjalo estar, Becka. No estoy de humor para mentiras descaradas.

Marie se va hecha una furia por el pasillo y deja a cargo a Will y a Frederick, quienes no tardaron en enviarme a mi habitación hasta que Marie estuviera dispuesta a hablar conmigo, mirándome con intriga por la ropa que llevaba puesta y las marcas en mi piel.

Antes de irse completamente, Frederick me tomó del antebrazo e hizo una mueca mientras susurraba un "Estás en problemas" por lo bajo. Luego siguió a los demás al ascensor.

Ya sola en el pasillo, suelto un bufido y me dirijo dentro de la habitación, caminando con dificultad. Dentro todo está revuelto, incluyendo las pertenencias de Nia.

—Genial. Ahora van a joderme todo el viaje —me quejo mientras empiezo a buscar entre las ruinas a las que resumieron mi habitación, algo que ponerme, y de paso también recojo un poco.

En mi mente me decía que todo estaba bien, que solo debía aclarar este malentendido con Marie y los demás chicos (principalmente con Blake), y pedirle disculpas a Nia, pero lo que no sabía es que lejos de haber terminado mi tortura, esta acababa de iniciar.

***

Las horas de la mañana en las que tuve que mantenerme encerrada se me hicieron largas. Más de los que mis nervios podían aguantar.

Mordí mis uñas, halé mi cabello, pero, aunque sentía que estaba a punto de enloquecer, me mantenía a la espera porque había un chico al que quería insultar hasta el cansancio.

Noah.

Él me dejó sola en esa fiesta. Sabía muy bien que corría peligro, que no conocía a nadie y también que no tenía ni idea de donde quedaba la salida, pero aun así me dejó.

Cuando me vi libre y dirigiéndome hacia la primera planta, siendo acompañada por Frederick, pensé en todas las veces que golpearía a Noah contra una máquina tragamonedas o una mesa de juego. Porque sí, la primera parada de nuestro viaje sería visitar el casino.

Obviamente, por cuestiones de edad, no podríamos jugar, pero si podríamos ver a los maestros haciéndolo.

—¿Estás nerviosa? —me pregunta Frederick mientras oprime el botón de la primera planta, echándome un vistazo de reojo.

Poker Face {A #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora