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Capítulo 28

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Capítulo 28. La visita al hospital.

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Esperé mi muerte.

No sé por qué lo hice, pero la esperé.

La esperé por un largo período de tiempo, pero lo único que pasó fue que el agarre sobre mi cabello se aflojó.

Todavía seguía llorando y no me atrevía a abrir los ojos, hasta que alguien me apartó de las rejas de un jalón brusco y tuve que hacerlo para ver quién fue.

—¡La mataste! ¡La has matado!

Me refugio en Aleksandr, abrazándolo e intentando silenciar los gritos de Paul, quien no deja de gritar, insultando al ruso por haber asesinado a Beatrice. Aleksandr no le responde y me carga, entonces empieza a alejarse de la celda, ignorando al hombre que llora a su esposa ahora muerta a su lado.

—Saquen el cuerpo y lleven al otro al sótano. Viene siendo hora de que hable con él a solas.

Ya no me importa lo que le vayan a hacer, así que me quedo callada y pidiendo silenciosamente que pase todo y que ya no duela más, aunque sé que es imposible.

Siempre me dolerá, no solo su traición, sino haber caído la segunda vez y poner en riesgo a mi hijo.

Me desconecto del mundo a tal punto que solo siento cómo nos desmontamos de un auto y el sereno de la noche me causa un escalofrío que recorre mi cuerpo, poniéndome la piel de gallina.

Sorbo mi nariz y miro sobre el hombro del Aleksandr, que ahora me lleva por un pasillo tan iluminado que por unos segundos me cuesta ver todo correctamente. Antes de siquiera lograr ver algo a la perfección, me doy cuenta de que estamos en un hospital por el olor.

Ya cuando logro ver mejor, las manchas que se movían a mi alrededor empiezan a tomar forma de objetos y personas, dejándome ver cómo a espaldas de Aleksandr un hombre sale de una habitación con una hoja en la mano y con un auricular en su oreja.

Seguro que es uno de los hombres de Aleksandr.

—Señor Vólkov, la habitación 416.

Vuelvo a esconder mi rostro en el cuello del ruso cuando siento la mirada del guardia fija en mí, quedando justo frente al tatuaje que tiene en su cuello y baja por su torso, hasta llegar a su pelvis.

Nunca he sabido exactamente qué es, pues las veces que no ha tenido camiseta no hablamos, precisamente.

Aleksandr entra conmigo al ascensor y todos los demás guardias se quedan en el primer piso, quitando a Rhett de esa lista, pues él nos acompaña.

El trayecto es silencioso y corto, así que no tardamos en llegar al piso que nos corresponde. Una vez las puertas se abren, Aleksandr empieza a desplazase con total confianza por el pasillo desolado.

Poker Face {A #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora