♠ · Capítulo 9 · ♠

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Capítulo 9

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Capítulo 9. Enara tiene un secreto.

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Me encuentro frente a la puerta de la oficina del ruso.

Nunca había visto esta puerta (cosa que tiene mucho que ver con el hecho de que no puedo salir de mi habitación), así que por un momento me quedo detallando esta, aunque no tenga nada de diferente a las demás.

Un carraspeo a mi lado me trae devuelta a la realidad.

—Yo estaré en la cocina —me indica en voz baja la morena—. Cuando salga de la oficina puede ir allí, si quiere.

Asiento con una sonrisa en la cara y ella empieza a marcharse, pero antes de perderse por el pasillo, se detiene y me lanza una mirada significativa.

—Toque la puerta —niego varias veces, pero ella me indica silenciosamente que lo haga.

Tomo aire y finalmente lo hago. Un par de segundos después, oigo la voz de Aleksandr indicándome que pase, por lo que tomo el pomo de la puerta y abro con lentitud.

Adentro la decoración es lo mismo que el resto de lo que he visto de esta habitación. Los colores son feos, nada combina, pero todo tiene pinta de costar un riñón y medio, no importando sea un cenicero que hay probabilidad de que nunca lo hayan usado.

Termino de entrar en la habitación que usa el ruso de oficina y me coloco frente a Aleksandr, aunque la verdad es que él no me pone mucho caso. Sigue enfrascado en su computadora, como si yo estuviera aquí de lujo.

Aclaro mi garganta para llamar su atención, y él suspira, finalmente poniéndome caso.

—Cierra la puerta —me indica, acompañado de un gesto vago con sus dedos.

No había notado que tiene dedos tan largos.

Aparto ese pensamiento de mi mente y cierro la puerta rápidamente. Una vez lo hago, Aleksandr saca un folder blanco de una de las gavetas que tiene el escritorio y se levanta de su silla.

—Siéntate.

Titubeo un poco, pero termino haciéndolo. Ya cuando estoy sentada, siento el perfume del ruso envolverme.

Aleksandr coloca el folder en el escritorio y lo abre, mostrando una sola hoja. La toma y la saca por completo, revelando que todo lo que está escrito en esa hoja está en ruso.

Por qué sus dedos se mueven tanto. Quédense quietos, por el amor al arte.

—Firma aquí —me señala con su dedo índice una línea en blanco.

Tardo un momento en hacerlo, pero logro procesar su mandato.

—No puedo escribir con los dedos —digo obvia.

Poker Face {A #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora