♦ · Capítulo 20 · ♦

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Capítulo 20

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Capítulo 20. Caricias en llamas I.

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—Esta es su habitación, Señorita. Si necesita algo, cualquier cosa, no dude en llamarme usando el intercomunicador.

—Muchas gracias —agradezco, despachando a la chica, que con tan solo imaginarse que ya podía irse, salió disparada en dirección a las escaleras.

Cuando ya me he quedado sola del todo, suelto un pequeño suspiro y me volteo para quedar cara a cara a la puerta. Esta es de madera oscura, como toda la madera que hay en la casa, pero que a diferencia de la habitación donde Aleksandr se alojaba en el hotel, aquí todo combina. Y a pesar de que los colores son neutros, todo parece estar en armonía... Menos la mirada asesina que me mandó la señora de antes.

Bloqueo los recuerdos de la señora asesina de mi cabeza y abro la puerta para poder irme a dormir, sintiendo el peso del viaje en mi cuerpo, que juntamente con el hambre, poco a poco van debilitándome

Ya dentro de la habitación y habiendo detallado lo tétrica que es esta -pues digamos que gracias a los pequeños diseños de serpientes que hay en algunos muebles, el lugar no parece de lo más agradable-, camino a la cama, donde prendas de color rosa resaltan en toda la oscuridad de esta habitación.

Ignorando los ojos de cristal rojo de las serpientes, que estos parecen moverse a la par mía, tomo una de las prendas en mi mano y la alzo, mirándola con incredulidad.

¿Rosa? ¿Enserio? ¿Acaso el ruso ese se está burlando de mí?

—Al menos es un pijama, porque creí que sería... Uh, si es lencería.

Sacudo la prenda un par de veces en el aire, intentando adivinar por cuál de todos los hoyos que tiene van mis piernas y brazos, pero no logro encontrarle el sentido.

—Tiene que ser una maldita broma. ¿Cómo se supone que dormiré con esto puesto?

—La idea no es que dures con él puesto toda la noche.

Me giro sobre mi propio eje, sosteniendo la pieza de lencería en una de mis manos y con mi mejor expresión de fastidio en la cara, notando como por cada segundo que pasa, Aleksandr se acerca más a mí mientras va desabrochándose el cinturón.

—En tus sueños usaré esto.

—Ahí ya lo has hecho, ahora necesito es que lo uses de verdad.

Me quedo paralizada ante la figura de Aleksandr desnudándose frente a mí, y no sé si es porque estoy manteniendo una conversación con él o porque simplemente no quiero, pero no aparto mi vista de la suya.

—¿Qué vas a hacerme?

—Follarte.

—No puedes, al menos no como sé que quieres hacerlo.

Poker Face {A #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora