Libro I de la bilogía Azares: Poker Face.
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«Lo que pasa en Las Vegas, no siempre se queda en Las Vegas»
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Para Becka Foster su cumpleaños número dieciocho era la oportunidad perfecta de conquistar a s...
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Capítulo 42. La guerra.
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Un silencio tenso reina en la habitación, donde solamente puedo sentir el constante golpeteo de mi corazón alocado por el miedo y la incertidumbre.
¿Dónde se supone que estaba? ¿Cómo llegue aquí? ¿Y Céline? ¿Realmente escuché la voz de Adam?
Tenía muchas preguntas y pocas respuestas, así que empecé por intentar hacer que "mis padres" y la doctora de sonrisa plástica me las respondieran.
—¿Ustedes son mis verdaderos padres? —pregunto, sentándome correctamente mientras los observo a los tres asentir suavemente—. No entiendo, ¿Me robaron? ¿Por qué no me buscaron antes?
La doctora mira a "mi madre", como si buscara su aprobación para responderme, a lo que ella niega, razón por la cual empiezo a cuestionarme si realmente estas personas son tan inocentes como aparentan ser.
—Ya tendremos tiempo más adelante para explicarte eso, mientras tanto puedes considerarte a salvo de cualquier otra mafia.
La seguridad y suavidad en sus palabras me hace sentir tranquila, pero de todos modos no puedo evitar que cientos de preguntas bombardeen mi cabeza. Y la principal de ellas es, ¿Quiénes son realmente? Porque si algo he aprendido en estas últimas semanas, es que nadie es quien dice ser. Al menos no completamente.
***
Narrador omnisciente
Dieseis horas antes. Mansión Vólkov.
En la oficina de Aleksandr Vólkov, él y su padre, Vladimir Petrova, estaban teniendo "una reunión" sobre el mayor problema que tenían hasta el momento: Tres mafias y un narcotraficante que exigían a su compra. Compra que Aleksandr tenía en su posesión y no estaba dispuesto a entregar.
—Entrégala.
—No tengo porqué. No es de ninguno de ellos y mucho menos tiene un dueño.
—En ese caso tampoco es tuya.
El ambiente entre ambos era tenso. Cada uno de ellos tenía su propia visión sobre cómo mantenerse como una familia de La Mafia digna y no ser atacados por ningún otro rival, y como de costumbre, ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder ante el otro.
Vladimir sentía que, desde que Aleksandr tomó el control de La Familia, todo se estaba yendo al caño. Lo pensó desde el momento en que supo que aceptó a Becka como paga a una deuda que no debía cobrar. Al menos no de una buena manera. Él pensaba -y seguía pensando- que debieron exterminar a todos los Foster de una vez y para siempre.
—Sé que según tú sabes lo que debes hacer, pero recuerda que esto no es un juego de niños. A parte de tener una gran responsabilidad, debes cuidar a La Familia. A los tuyos primero.
