Capítulo 34. ¿Bailas?
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La hora de bajar a la fiesta había llegado.
Por alguna razón bajé de la mano con Aleksandr y éramos los únicos vestidos de blanco entre cientos de personas. Y aunque pensé que mi maquillaje era pesado y el escote de mi vestido algo exagerado, al igual que el tamaño de mis tacones, me llevé la sorpresa de encontrarme con cientos de mujeres, todas ellas con un maquillaje más exagerado que el anterior.
Todas ellas llevaban caros vestidos, fragancias de lo más exóticas, joyas y peinados extravagantes, que me costaba pensar que solo se arreglaron así para una noche.
Yo no lo haría, al menos no para un odioso que a la primera me embarazó.
Al bajar un presentador ruso dio un sermón -literal, duró como media hora hablando, y encima lo hizo en ruso-, para que luego todos aplaudieran, eufóricos.
La noche empezó a transcurrir sin ningún otro percance -quitándole a los que se me acercaban hablando en ruso y solo me quedaba asentir y sonreír-, hasta que una señora alta, de preciosa piel clara y cabello rubio se me acercó con un regalo en la mano.
—Discúlpame, dulzura. ¿Dónde puedo colocar el regalo para Aleksandr? —preguntó en tono amable e intentando decir todas las palabras con claridad, aunque su acento ruso me dificultaba entender todas sus palabras.
—Pues la verdad no estoy segura —me sinceré con una sonrisa avergonzada en la cara—, pero puede preguntarle a... Discúlpeme, ¿Pero dijo regalo?
—Claro que sí, dulzura. A todos los cumpleaños se trae un regalo para el cumpleañero. ¿De dónde vienes no lo hacen?
—Eh...
Busco con la mirada a Aleksandr entre la multitud, encontrándolo cerca de las puertas de la biblioteca principal de la casa, charlando con Massimo y un señor calvo. Mi cerebro tarda en atar todos los cabos, pero finalmente lo hace.
Cumpleaños... Oh. Dios. Mío. ¡Aleksandr cumple años!
—Pero... —me volteo en dirección a la señora, regalándole una pequeña sonrisa—. Disculpe que la deje usted estando perdida, pero debo de hablar con el ruso ahora.
—Aleksandr —me corrige ella, ahora sonriendo con complicidad—. Adelante.
Luego de agradecerle nuevamente a la señora de gran sonrisa, empiezo a caminar en dirección a Aleksandr, molesta.
No sé por qué estoy molesta, si simplemente fui su paga. Y como si molestarme por nada no fuera suficiente, lo peor de todo es que no puedo tranquilizarme.
A mitad de camino Aleksandr siente mi mirada en él, así que voltea a mí. Parece confundido, pues apuesto que la molestia se encuentra plasmada en mi cara de manera obvia. A solo unos metros del ruso, choco contra el hombro de alguien por ir tan rápido y de manera distraída.
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Poker Face {A #1}
RomanceLibro I de la bilogía Azares: Poker Face. ♠ · ♦ · ♠ · ♦ · ♠ · ♦ · ♠ «Lo que pasa en Las Vegas, no siempre se queda en Las Vegas» · ♠ · ♦ · ♠ · Para Becka Foster su cumpleaños número dieciocho era la oportunidad perfecta de conquistar a s...