♦ · Capítulo 6 · ♦

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Capítulo 6

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Capítulo 6. Señor Vólkov.

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Las puertas del ascensor se abren y él sale, no sin antes tomarme de la mano y arrastrarme hasta una de las puertas del nivel, sin darme la oportunidad de echarle un vistazo al lugar.

Varias veces me quejo de su agarre sobre mi muñeca y sobre lo rápido que va, pero al parecer al ruso no le importa mucho qué piense o qué necesite.

Una vez hemos pasado toda la suite y hemos llegado a una de sus habitaciones, Aleksandr abre la puerta, revelando un interior amplio y mal decorado.

—Señor Vólkov —lo saluda quien supongo es el médico, inclinándose un poco cuando entra en la habitación conmigo.

El pelinegro no le responde y se limita a empujarme en su dirección.

—Tiene cinco minutos —indica.

El medico me sonríe un poco, intentando tranquilizarme, y me señala una cama que hay en la habitación.

—Siéntese. Solo tomará un par de minutos.

Mientras el doctor se dedica a tomar muestras de mi sangre, Aleksandr se retira a una esquina de la habitación y saca un cigarro de su bolsillo. Busca a tientas un encendedor, pero al parecer no lo trae con él, porque vuelve a guardarse el cigarro en el bolsillo de su pantalón.

Estaba tan absorta observando al ruso, que ni siquiera me di cuenta del momento en que el doctor había terminado con la muestra y ahora la pasaba por una maquina mediante un tubo de ensayo.

Cuando ya han pasado unos cuatro minutos, le pido permiso al doctor para ponerme de pie, cosa que acepta luego de mirar de reojo al ruso y que este no se negara. Me pongo de pie y empiezo a dar vueltas al rededor del doctor, que de vez en cuanto me mira y sonríe, apenado.

Me pregunto por qué lo hace y para qué es esta prueba.

No sé cuánto más pasa, pero empiezo a desesperarme. Como no tengo más nada que hacer, empiezo a tararear una canción que solíamos cantar en un campamento de verano al que fui ir de niña, ganándome una mala mirada por parte del ruso amargado.

No le hago caso a esa ni a las otras mil miradas reprobatorias que me manda, pues mis ojos están fijos en el doctor, que escribe algo rápido en una hoja, antes de cerrar su maletín con fuerza.

—Lo tengo —habla el doctor, alzando el pequeño papel entre sus dedos.

Aleksandr se voltea hacia él, descruzándose de brazos.

—¿Y?

—Es positivo. Está embarazada.

A mi cerebro le toma un tiempo procesarlo, pero cuando lo hace, un mareo de apodera de mí.

Poker Face {A #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora