♠ · Capítulo 27 · ♠

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Capítulo 27

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Capítulo 27. Víbora maldita.

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Algo me despierta.

Me niego a abrir mis ojos de inmediato, pues tengo sueño, pero de igual manera el sonido constante fuera de la habitación me obliga a hacerlo.

Con cuidado de no alertar a Aleksandr sobre mis movimientos, me deslizo fuera de las sábanas de la cama y me dirijo con sumo cuidado a la puerta, no sin antes haber tomado un juego de llaves que Aleksandr había colocado a su lado la noche anterior.

Ya con las llaves en la mano y mi destino predestinado, salgo de la habitación y me encamino hacia las escaleras, cuidando que nadie me vea. No me cambio para salir porque no tengo pensado escapar, al menos no esta noche, solo quiero confirmar una cosa.

Ya habiendo llegado al primer piso, cubro el llavero con una de mis manos para que no haga ruido y entonces corro por el pasillo hasta la puerta donde anteriormente me llevó el rastro de agua.

Al principio sospecho de que todo esto pueda ser una trampa de Aleksandr, pues el sonido que me despertó ha desaparecido de la nada, pero de igual manera sigo.

Al llegar hasta donde me quedé la última vez y hallar la puerta con seguro, busco en el llavero una llave que encaje con la cerradura, y una vez la tengo, abro y me adentro a lo desconocido.

La habitación resulta ser solo una vieja bodega.

A los lados hay cientos de cajas apiladas, imposibilitándome ver si hay alguien más en la habitación. De igual forma me las arreglo para moverme en círculos entre todo el reguero y así no perder la salida.

Un minuto y siete vueltas después, no hay nada particularmente revelador o tenebroso aquí dentro, por lo que frunzo el ceño. No tiene mucho sentido que Aleksandr me haya advertido de no acercarme por aquí si no hay nada.

A unos instantes de voltearme e irme, algo decepcionada, choco con un pequeño tablero que sobresalía de una de las cajas que hay a mi lado, tirándolo al suelo. Ahí es cuando escucho la voz de un hombre.

—¡Sácame de aquí, Aleksandr! ¡Eres un maldito mentiroso que no cumple su palabra!

Me detengo en el mismo lugar en donde quedé, petrificada.

Mi padre, es mi padre...

Giro mi cuerpo en dirección hacia los gritos y camino hacia allí, intentando no hacer más ruido.

—Sé que estás ahí. ¡Sal, maldito!

Siento mi boca seca mientras me acerco a la única linterna funcional del almacén y donde parece estar mi padre, cuando otra voz suena.

—¡Cállate o van a matarnos a los dos!

Me recuesto de una caja, observando desde lejos a mis padres. Ambos están dentro de una caja de metal con rejas que parece ser portátil, pues no está pegada al techo y no parece estar pegada al suelo. Ninguno de los dos tiene esposas o sogas, pero si tienen un collar de metal y varios moretones.

Poker Face {A #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora