Capítulo 16. El traslado.
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Termino de ducharme sin ánimos y seco mi cuerpo con lentitud. Una vez frente al espejo detallo mi abdomen con atención, percatándome de que todavía no me ha crecido ni un poco la barriga.
No me extraña mucho el hecho, pues Enara me advirtió de que era posible que el crecimiento de la barriga empezara aproximadamente por ahí de la semana número doce.
¿Que qué significa eso? Pues ni idea.
Me coloco la ropa interior que Enara me había dejado antes en uno de los toalleros mientras me duchaba, y luego salgo así, siendo consciente de que la ropa que me deberé poner estará fuera. Al salir me encuentro con una bata de seda blanco perla y pantuflas a juego con la prenda.
—De haber sabido que siempre sales del baño en ropa interior, te hubiera esperado más a menudo a fuera.
Volteo a mi lado derecho, avivándome cuando escucho la voz del ruso. Este coloca una taza negra que tenía en la mano en una de las mesitas de noche, y luego se acerca a mí, trayendo la bata consigo.
Intento tomar la bata de su mano y ponérmela yo sola, siendo consciente de que la mirada del ruso no solo se limita a detallar mi cara, pero no lo logro debido a que aleja su mano de mí y niega.
—No necesito tu ayuda —le gruño, volviendo a intentar tomarla, peor Aleksandr no me deja.
—No lo tomes como una y hazte la vida fácil.
Después de un par de segundos en los que me dedico únicamente a matarlo con la mirada, dejo que el pelinegro me coloque la bata y me atraiga a la cama con él.
Esta vez no me niego, no me siento en posición de hacerlo y mucho menos con energía. La única comida que he ingerido en el día fue el desayuno, y no fue exactamente uno que me proporcionó mucha energía.
—Las cortinas las deberás mantener cerradas por un buen tiempo. Todavía no he encontrado al que envió la caja, y conociendo el contenido de esta, no voy a arriesgarme a que cualquiera con un dron te vea.
—Como si de verdad te importara.
Aleksandr no responde, solo me recuesta contra su pecho, dejando ir sus manos en un vaivén por mis piernas denudas. De vez en cuando sus manos se detienen a jugar con la parte de debajo de mi ropa interior.
Las palabras cesan entre los dos, pero los pensamientos no paran de fluir en mi cabeza.
—Necesito hablar con alguien.
—Ahora estás hablando conmigo.
—No seas ridículo, Aleksandr. No voy a hablar contigo.
El ruso ríe, provocando que su pecho vibre, por lo tanto, que yo lo sienta.
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Poker Face {A #1}
RomanceLibro I de la bilogía Azares: Poker Face. ♠ · ♦ · ♠ · ♦ · ♠ · ♦ · ♠ «Lo que pasa en Las Vegas, no siempre se queda en Las Vegas» · ♠ · ♦ · ♠ · Para Becka Foster su cumpleaños número dieciocho era la oportunidad perfecta de conquistar a s...