♠ · Capítulo 39 · ♠

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Capítulo 39

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Capítulo 39. Verdad y falsedad.

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Todo lo que Aleksandr me había dicho antes de ayer en la noche todavía se repetía en mi cabeza como un disco rayado. Desde a que conoció a su padre, hasta su llegada al mundo de la mafia. Todo se repetía, torturándome con la idea de un Alek tan pequeño sufriendo.

Definitivamente la vida no había sido buena con él, pero como él mismo dijo: «No siempre un antes marca un después, pues de ti depende elegir por qué camino irás en la vida».

En pocas palabras me deletreó que él eligió estar donde está ahora.

Después de eso no habíamos vuelto a hablar mucho -un rato aquí, un rato allí, como solía ser siempre-, y lejos de preocuparme su silencio, sentía que, por su expresión placida cuando se quedaba dormido, le había servido mucho desahogarse conmigo.

Ahora mismo Aleksandr se encuentra a mi lado, pensativo. Sé que estar tan tranquilo no es normal para él, pues casi siempre nos despierta uno de sus empleados con una llamada desde no sé dónde, o diciendo que su padre lo necesita para algo urgente, así que es muy raro que den las nueve y todavía no haya ningún problema.

—Hoy el día está tranquilo —murmuro, todavía sin poder creérmelo. Nueve y quince y todo es pura paz.

—Los días muy tranquilos no me dan calma.

Me quedo en la cama viendo como Aleksandr se pone de pie, intranquilo, y empieza a vestirse.

Afortunadamente, antes de que a Alek le dé algo, la puerta es tocada dos veces. Cuando el ruso termina de colocarse la ropa, da la autorización de que entren.

—Señor Vólkov, su padre requiere de su presencia en su oficina.

Cuando la empleada termina de hablar, casi puedo sentir como el cuerpo de Aleksandr se destensa, notablemente más tranquilo.

Antes de irse, Aleksandr se voltea en mi dirección.
—No salgas de la habitación.

Asiento, y como de costumbre, al Alek irse, me quedo sola.

Ningún empleado tiene permiso de entrar a quedarse conmigo, ni siquiera Enara, y por más que le rogué a Alek, él no cedió.

Empiezo a salir de entre las sábanas, dispuesta a desesperezarme, y luego a pedir algo más de comer, cuando la puerta es abierta con suavidad, dejando pasar la figura de una sigilosa Enara.

Desde que ella me dijo que debía hablar conmigo de un tema urgente (que por esa razón deduje que ella no es quien decía ser) intenté que estuviéramos a solas al menos un par de minutos, pero entre el tiempo que pasé con Alek, su familia dando vuelta y los dos días que ella desapareció, nunca pudimos vernos a solas.

Poker Face {A #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora