Capítulo 13. El mesero.
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Pov's Becka Foster
Termino de cambiarme al pijama que Enara me ha dejado, y luego de acostarme en la cama a mirar el techo por un par minutos, y así pensar, cierro los ojos y suspiro.
¿Qué se supone que haré en estos tres días con Aleksandr fuera? Aunque la verdad es que tampoco hacía mucho con él aquí.
Aprieto mis ojos y aparto a Aleksandr de mi mente, pero rápidamente me arrepiento de haberlo hecho. Mi mente se llena en solo unos instantes con recuerdos de mis padres y a Noah en la última vez que los vi.
Noah quería explicarme algo, pero no le di la oportunidad.
La misma tristeza que sentí cuando vi a Noah con ojos culpables cruzando la puerta de la habitación me invade, hundiéndome.
¿Por qué, Noah? ¿Por qué tú?
Dejo que solo por esta vez las lágrimas empiecen a correr por mis mejillas, algunas entrando a mis oídos por estar acostada boca arriba, y otras simplemente corriendo por mi cuello hasta llegar a la cama.
Me limpio las mejillas con un cuidado de no enrojecerlas demás o lastimarlas y me toco el vientre.
—Lamento que hayas tenido la mala suerte de que yo sea tu madre —hablo en un susurro.
Cuando las palabras abandonan mis labios no puedo evitar volver a llorar, sintiéndome miserable.
Estoy encerrada, prisionera de un mafioso y condena a morir entre rejas. No te merecías esto.
Quiero seguir llorando y desgarrándome en la oscuridad de la habitación, pero me recuerdo a mí misma que si sigo en este círculo vicioso, no le haré más que daño al bebé que crece en mí.
Me propongo a ponerme de pie e ir a lavarme el rostro, cuando el sonido de la voz de Aleksandr llamando a una tal Antonella me hace detenerme. Por un par de segundos no se escucha nada más, solo la brisa chocando contra mi ventana con fuerza. No hay una respuesta o más voces, solo silencio.
Vuelvo a retomar la tarea de ir a lavarme la cara, pero vuelve a sonar algo. No una voz, sino un sonido muy similar al de una cachetada. Miro extrañada en dirección a la puerta de mi habitación, intentando descifrar el sonido, pero no lo logro.
Estoy por rendirme y acostarme a dormir sin lavarme el rostro, cuando vuelve a escucharse el mismo sonido de antes, esta vez seguido de un gemido.
Algo dentro de mí se estruja. Es la molestia.
¿En serio, Aleksandr? ¿Tu necesidad de ser reconocido como un macho alfa es tan grande como para necesitar cogerte a alguien sabiendo que puedo escucharte?
Ignorando el contante golpeteo de mi corazón contra mi pecho, vuelvo a la cama y me arropo, procurando tapar mis oídos
Desde que tenga la más mínima oportunidad de escapar, lo haré, y nunca vas a encontrarme, maldito ruso.
***
Ya es de mañana.
Los sonidos matutinos empiezan a penetrar mis oídos, seguidos por el sonoro gruñido de mi estómago.
—Enara, me estoy muriendo de hambre, y ya no estoy hablado en sentido figurado.
Los pasos rápidos de Enara desde la cocina hasta la sala no hicieron esperarse.
—No sé qué le pasa a los de servicio a la habitación. Antes de que usted se levantara les pedí unas crepas, o algo así. El punto es que estas son aptas para vegetarianos.
Me hago bolita en el sofá y suspiro.
—Quiero papas fritas —murmuro.
Al instante Enara deja de correr de un lugar a otro, y se queda quieta, viéndome con fijeza.
—¿Es tu primer antojo? Oh, esto es genial Iré inmediatamente a pedir esas papas.
La energía positiva de Enara hoy es tan contagiosa, que por un momento me hace olvidar por un momento la molestia con la que dormí por culpa de Aleksandr y su víbora.
Justo en el momento que Enara tomó el teléfono, la puerta sonó dos veces, seguido de una voz de hombre que decía ser el "servicio a la habitación".
—Qué raro. Nunca dejan que nadie suba hasta aquí —murmura Enara mientras me señala vagamente la puerta de mi habitación.
Corro hacia mi habitación y me encierro. Lo hago tan aprisa que no puede ver quién estaba del otro lado. A pesar de que la puerta de entrada está lejos de donde estoy, puedo oír claramente a Enara intercambiar un par de palabras con quien trae el desayuno antes de dejarlo pasar.
Pasan unos segundos en los que solo oigo el carrito moverse, hasta que finalmente Enara habla.
—Ya puedes salir, Beck.
A pesar de que me la que me llama es Enara, yo no salgo instantáneamente. Espero un par de segundos hasta que me arriesgo a abrir la puerta y mirar un poco hacia afuera. Cuando lo hago, solo logro ver la espalda de un chico que arrastra el carrito en que traía mi desayuno alejarse por el pasillo en dirección hacia la puerta.
Espero a que el mesero se vaya para salir, pero antes de que logre su cometido, el color de su cabello me recuerda vagamente al del chico que vi por el reflejo de la copa de cóctel.
—¡Hey! —le hablo antes de que pueda seguir alejándose. Enara me mira extrañada, pero no dice nada—. Oye, yo te conozco. ¿No fuiste tú el que me enviaste aquel cóctel?
El pelirrojo se voltea lentamente, entonces al fin puedo verlo correctamente.
Sus ojos brillantes y de un verde brillante están fijos en mí mientras una pequeña sonrisa curva sus labios. A continuación, él niega, divertido, y luego alza su mano, saludándome desde su lugar.
—Mi nombre es Adam. Adam Kriff.
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Poker Face {A #1}
RomanceLibro I de la bilogía Azares: Poker Face. ♠ · ♦ · ♠ · ♦ · ♠ · ♦ · ♠ «Lo que pasa en Las Vegas, no siempre se queda en Las Vegas» · ♠ · ♦ · ♠ · Para Becka Foster su cumpleaños número dieciocho era la oportunidad perfecta de conquistar a s...