♦ · Capítulo 26 · ♦

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Capítulo 26

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Capítulo 26. Irme.

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Veo a mis padres siendo llevados a través de los jardines de la mansión, siendo escoltados por una docena de guardias y varios hombres de trajes, con una mueca de horror en la cara, incrédula de lo que estoy viendo.

Pensé que nunca más los volvería a ver, al menos no en el poder de Aleksandr, pues según él no tenía nada que ver con lo de las manos, pero al parecer me equivoqué una vez más.

Me aparto de la ventana sigilosamente sintiendo que ya no puedo ver más cómo llevan a mis padres siendo arrastrados y esperando que nadie me haya visto asomarme por la ventana. Una vez que siento que ya ha pasado el tiempo suficiente como para que hayan entrado, vuelvo a mirar.

No hay nadie fuera, solo las camionetas de los hombres de Aleksandr, por lo que pienso que dentro de un par de minutos podría bajar a ver en dónde están de manera segura.

Mientras espero me quedo sentada en el piso del pasillo, contando los minutos en mi cabeza hasta llegar a cinco, escucho pasos que empiezan a aproximarse hacia donde estoy. Me pongo de pie e intento refugiarme en la habitación de Aleksandr, pues ya se me ha hecho una costumbre, pero esta se encuentra trancada.

Los pasos cada vez se vuelven más cercanos, cosa que me desespera a tal punto de intentar abrir el llavín a la fuerza, pero no logro nada. Una vez que los pasos cesan, sé que la persona está detrás de mí, pero no volteo.

—¿Dónde está Aleksandr? —me sorprendo mucho al escuchar la voz de Rhett, pues hace días que no la escuchaba, aunque de igual forma actúo con total quietud.

—En el baño —respondo, esperando a que luego de esto se marche, pero este no parece tener pensado hacerlo.

—Gracias, ya puedes irte. En la cocina están haciendo galletas.

Me aparto de la puerta, moviéndome a unos dos pasos de esta mientras observo la facilidad con que Rhett abre la puerta con una llave. Antes de entrar se vuelve a verme, serio.

—¿Qué haces aquí todavía?

No digo nada y me volteo en dirección a las escaleras, fingiendo que voy a bajarlas, pero en cuanto siento las puertas cerrarse con cuidado a mis espaldas, me detengo y me coloco al lado de esta, intentando escuchar algo.

Cuando pego el oído a la puerta no logro escuchar nada, razón por la cual me decepciono por un par de segundos y me hace moverme un poco con la disposición de irme, pero entonces oigo a hablar a Rhett.

—Ya transportamos la mercancía de Hebert hasta su almacén a las afueras de la cuidad. Nos debe una grande.

—¿Y qué hay de Rebecca?

—Muerta. Denaro la encontró.

—¿Y Hebert no hizo nada?

—Sabes que es Denaro. Nadie suele hacer nada.

Poker Face {A #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora