♠ · Capítulo 29 · ♠

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Capítulo 29

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Capítulo 29. Quisiera que...

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—¿Está muerta?

—Claro que no está muerta, idiota.

Arrugo mi entrecejo y entierro más mi cara en lo que creo que es una almohada que hay a mi lado, refugiándome en ella de la luz y las voces a mi alrededor. Mis creencias se ven tiradas por suelo cuando en lo que me estoy refugiando, habla.

—¿Qué hacen aquí?

—Mamá nos ha mandado a supervisar que la esclava coma toda su comida.

Aleksandr gruñe con molestia a mi lado mientras tiene el cuidado de seguir cubriendo mi rostro del sol mañanero.

—¡Lárguense! ¡Las dos!

Escucho como una de las niñas bufa y se va corriendo a la salida, mientras que la otra coloca algo en una de las mesitas de noche.

—Este es el desayuno de Becka, el tuyo está abajo —solo hasta ahora mi adormilado cerebro reconoce la voz de la gemela que me acompañó en mi picnic hace un par de días—. Y nada de mañas, que te conozco, Aleksandr.

Aleksandr no dice nada y solo espera a que la niña salga para suspirar y volver a acostarse. No le alerto a Aleksandr de ninguna manera que ya desperté, por lo que no intenta sacarme conversación y solamente juega con las puntas de mi cabello.

Poco a poco voy despertándome, hasta que recuerdo la frialdad del ruso ayer por la noche. Ese recuerdo hace que me aleje de Aleksandr en un par de segundos.

El ruso parecía estar en un trance, ya que ante mis movimientos bruscos vuelve a la realidad. Cuando ya me he alejado de él mucho, él también se sienta.

—¿Qué pasa?

No respondo, solo me alejo hasta el punto de casi caer de la cama. Milagrosamente Aleksandr me toma de una pierna justamente antes de que me resbale. Podría haberle agradecido por su rápida reacción, pero el episodio de ayer se repite una y otra vez, fijando sus ojos vacíos en mi cabeza, así que me suelto de su agarre y me alejo todavía más de él.

—No me toques.

Aleksandr parece desconcertado mientras se pone de pie, aunque no intenta volverse a acercar, cosa que agradezco.

—¿Y ahora qué te pasa?

—¿Que qué me pasa? Eres tú el que se anda cambiando del lado de la línea a cada dos por tres. Un día eres de lo más comprensible e intentas tranquilizarme con mentiras, y otro día te la pasas revolcándote con Antonella y mirándome con cara de culo.

No sé si lo que veo en sus ojos es sorpresa o incredulidad, pero de igual manera sé que no se esperaba mi arranque, y mucho menos uno donde prácticamente le deletree que me arde la sangre cada vez que desaparece por el tercer piso seguido de Antonella.

Poker Face {A #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora