3.- "James"

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Al otro día Alena despertó lento, ya iba normalizando el hecho de que ese lugar se convertiría en su hogar quizá hasta cuando, ya se convencía de que sus padres estaban muertos y se enfocaba mucho más en ayudar al soldado. Se quedó un rato en la cama, mirando el techo, recordando lo que había pasado la noche anterior, los ojos tristes de ese soldado, la melena larga y sucia que cubría su rostro, la voz ronca y quebrada. Alena pensó.
— ¿Qué puedo hacer para ayudarlo?—. Ella sabía que el soldado era peligroso, que podía matarla y eso la aterró.

De repente la puerta de su oficina se abrió, ella se levantó de golpe y afirmó la puerta de su habitación, no confiaba en nadie en ese lugar y a ella le atemorizaba la idea de que alguien se quisiera propasar.
— DESAYUNO!— gritó un soldado desde su oficina. Alena se puso sus anteojos y con un tartamudeo respondió.
— Grgracias!— al terminar de decir eso, se sintió como la puerta de su oficina se cerró, Alena abrió la puerta de su habitación y caminó hasta su oficina, echó un vistazo a su alrededor y vio la bandeja con el desayuno.

Después de darse una ducha y tomar el desayuno se metió nuevamente a los papeles del soldado para estudiarlo, aún le quedaba café en la taza. Al rato llegó Karpov, Alena como siempre se paró de golpe nerviosa y no miró a los ojos de este.
— Como estuvo la conversación de ayer con el soldado?— Preguntó él.
Alena arregló sus lente y se sentó lento.
— Bi.bien... yo pude, yo hablé con él y él me...— antes de terminar la frase Alena dudo en contarle la verdad a Karpo, de que el soldado le había pedido ayuda.
—... Él me miró y yo le dije que sería su psicóloga...—. Karpov se acercó lento al asiento de Alena, ella se incómodo y apretó sus piernas junto a sus manos. Karpov giró con fuerza el asiento de ella y Alena cerró sus ojos.

— ¿Qué te dijo el soldado?....— Preguntó Karpov cerca del rostro de Alena. Ella solo miraba sus manos.
— Nada... yo, yo solo le hablé para decirle eso...—.
— NO ME MIENTAS!!!— Gritó Karpov en el rostro de Alena.
La chica comenzó a tiritar de miedo y con su cobardía no hizo más que contar parte de la verdad.
— ¿QUE TE DIJO?, HAY CÁMARAS!...— Karpov agarró del cabello a la chica, pasando su mano por la nuca, la paró del asiento con la presión que hacía su mano, Alena solo comenzó a llorar y respondió débil y desilusionada de ella misma.
—... ME PIDIÓ AYUDA...— Le dijo a Karpov. Este la soltó y Alena cayó de culo al asiento sobando su nuca.

Karpov volvió a acercarse al rostro de Alena y esta lloraba con dolor en silencio.
— Muy bien. No vuelvas a mentirme Alena, si no te irá peor... ok?— con la última palabra Karpov agarro la mandíbula de Alena y esta no hizo más que asentir con temor.
— QUIERO QUE TRABAJES CON ÉL, TODO EL DÍA, PARA ESO TE TRAJE!—.
Él salió de la oficina y Alena se fue corriendo a su habitación a llorar.
Recordó a sus padres y la imagen del video que le mostró karpov en donde supuestamente  los mataban rondó su cabeza por varias horas, a la chica ya no le quedaban lagrimas, llevaba días en lo mismo, si no fuese tan cobarde Alena se hubiese quitado la vida, pero lamentablemente no tenía el valor y le daba terror hacerlo.

Sintió nuevamente la puerta y se paró afirmando la puerta de su habitación.
— EL ALMUERZO!— gritó un soldado. Alena solo se quedó ahí esperando a que este saliera. Cuando lo hizo, ella salió de la habitación y vio la comida, no tenía hambre, miró la carpeta del Soldado y decidió ir por él.
Al salir se dio cuenta que solo había un soldado afuera de su oficina.
— Iré donde el soldado...— le dijo ella, este solo la miró y asintió. Alena camino tímidamente y se fue en dirección a la celda del soldado, ahí habían 2 guardias custodiando el lugar.

— Hohola... soy la psicóloga del Soldado, necesito verlo...— uno de los guardias la miró de pies a cabeza sonriendo y Alena se sintió intimidada, la chica corrió la mirada arreglando sus anteojos y uno de los guardias abrió la puerta.
Alena sintió nervio y como siempre comenzó a temblar. Cuando se abrió la puerta de par en par la chica miró al fondo y ahí estaba el soldado, cómo un bulto en el piso, sin hacer nada, ella se acercó lento al cristal que separaba al soldado de ella y los guardias cerraron con fuerza la puerta, Alena saltó y metió sus manos a los bolsillos.

La Psicóloga de El Soldado del Invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora