32.- ¿Celos?

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Ese día, Alena le dijo a Grigori que pasara la tarde con ella, no quería estar sola y como karpov había dado un par de días libres, a Grigori no le molestaba estar con ella.

James estaba en su celda, atrapado en sus pensamiento, con una ansiedad que no lo dejaba dormir. No había comido nada, ni si quiera bebido agua, peor aún , ni si quiera se había bañado, sólo estaba en un rincón, pensando en Alena, pensando en que, aunque su decisión haya sido dolorosa, tarde o temprano debía ser así.

James estaba convencido que Alena debía estar alejado de él, porque sólo le brindaría dolor, nada más que dolor. Hydra controlaba completamente a James y si así lo querían, podían hacer que este matara a cualquiera, incluyendo Alena.

De noche, Grigori se fue a su celda, sin Antes pasar a la de James, pero como había pasado en las anteriores ocasiones, este no abrió, ni respondió al llamado de su amigo.

Alena se queda sola en su habitación, pensando en James, amándolo con fuerza y también deseando olvidarlo, le hacía daño no entender en qué momento este había dejado de amarla, ella en el fondo sabía que eso no era real y que James lo hizo para protegerla. Aún así, desconfiaba y se lo creía, se creía que este ya no la amaba.

Al otro día fue lo mismo, Alena no salió de su celda, Grigori la atendió y estuvo todo el día con ella.

James por otro lado, decidió salir por comida. Así que como pudo se dio una ducha y salió de la oscura y triste celda. Cuando llegó al casino era tarde, no andaba nadie, así que fue más fácil para él concentrarse en que comida se llevaría a su celda.

En eso, entra Nika.
— Vaya vaya...— James la ignoro por completo.
— ¿Te cambiaron?...— Este seguía ignorándola mientras elegía unas manzanas que estaban en el mesón.

Nika se acercó por detrás y le susurró.
— Sabias que ahora pasa todo el día con su amigo...— James se detuvo y tomó atención a lo que Nika le había dicho.

— Ajaa... jajaja, sabía que no tenías idea... creo que... creo que la chica tímida cambio de soldado...— Nika tomó una manzana y se retiró del lugar riendo.

James se quedó pensando en lo que está le dijo, no sabía que hacer, tampoco tenía muchas opciones y sabía que lo que Nika decía no era cierto.

Se tranquilizó y tomó lo necesario para volver a encerrarse. En eso, cuando casi iba llegando a su celda, miró hacia la puerta de Alena y vio cómo está abrazaba a Grigori despidiéndose.

James sintió un cosquilleo de celos, pero no lo suficiente como para desconfiar de ambos. Él estaba seguro que Alena lo amaba aún y que Grigori respetaba esa amistad con ambos. Pero también sabía que todo había acabado y que Alena era libre de hacer lo que quisiera con su vida.

Mientas pensaba eso, se desconcentro un poco de la situación y sin darse cuenta, Grigori lo estaba mirando e iba directo hacia él.

— ¡James!— Este reacción Y rápidamente se metió a su celda.
— ¡Ey!... espera...— le dijo Grigori, pero James ya había cerrado la puerta.
— Me alegra que hayas salido a buscar comida... si necesitas hablar solo búscame..— Le dijo Grigori pegado a la puerta.

James escuchó, pues cuando entró, sólo se quedó ahí, parado, atento a lo que Grigori le diría. Espero que este le hablara de Alena, pero no, no le dijo absolutamente nada.

Alena volvía a estar sola en su celda, cada noche era más difícil que la anterior, ya no podía seguir estando sola, necesitaba estar con James, pero no le iba a dirigir la palabra mientras esté no lo hiciera.

Grigori se sentía triste y preocupado por ambos. Aún no podía hablar con James y necesitaba saber que ocurría para así arreglar los problemas de ambos.

La Psicóloga de El Soldado del Invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora