4.- Un mes y medio.

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Las semanas pasaban y el Soldado cada vez se sentía más humano, más importante. Mientras que Alena se iba acostumbrando al lugar, ya estaba convencida que debía esperar un tiempo para poder salir. La compañía del soldado hacia que el tiempo ahí adentro no fuera tan grise, a pesar de que él hablaba poco, casi nada.

La chica pidió más cosas a Karpov, nuevos lentes, más ropa, zapatillas cómodas, cremas y demás. Karpov veía que el soldado mejoraba sesión tras sesión y este ya le tenía una misión, algo le había comentado a Alena, pero no lo suficiente como para que ella lo entendiera.

Una noche Alena cenaba en su escritorio mientras hacía la pauta semanal del Soldado, en eso entra Karpov y la chica dejó todo de lado. Como siempre, Alena le temía mucho al sujeto, era violento y ya le había dado una golpiza, golpiza que aún recuerda por la pequeña cicatriz que quedó en su labio.

— Mañana tendremos reunión — le dijo. Alena se extrañó e intentó preguntar, pero karpov se adelantó.
— Tengo algunas sorpresas, para todos aquí en la base y sobre todo para ti y el soldado—. Alena no se ponía feliz, para nada. Sabía que cualquier plan que tuviera karpov estaría lleno de violencia y sufrimiento. Alena tragó y preguntó.

— Que sorpresa?—.
— Mañana lo sabrás. A las 9:00 en punto abajo en la celda 10 —. Ella asintió y karpov salió de la oficina.
La chica se quedó pensando, temía. Ella sabía que Karpov enviaría a James a una misión en cualquier momento, desde que ella llegó ha pasado 1 mes y medio y no hay día que él no hable de las misiones. Alena no quiere que James vaya a matar, ella está segura que él no lo disfruta.

Terminó de cenar, se quedó otro rato en el monitor escribiendo reportes y luego se sintió cansada, así que se dirigió al baño para asearse e ir a la cama. Cuando entró y se miró en el espejo, se dio cuenta que no era la misma Alena que había llegado hace un mes atrasado , se veía más "Nomal". A parte, esos lentes nuevos la hacían lucir más segura. De repente siente lamentos que venían de la celda de al lado, acercó su oreja a la pared y era él soldado que tenía pesadillas.

Salió rápidamente de su oficina y se digirió a la celda del soldado.
— ¿Qué pasa?— preguntó uno de los que custodiaba.
Alena lo miró desafiante y dijo.
— Necesito verlo...— ambos soldados que custodiaban la celda se miraron sorprendidos, Alena nunca respondía de esa manera. A ellos no le quedó de otra que darle el espacio para que pasara.

La chica entró y pidió que le abrieran la puerta del cristal.
— Eso es peligroso...— dijo un soldado.
— El puede atacarte si está soñando—. Dijo el otro.
— Solo háganlo — respondió ella.
Finalmente la abrieron y los soldado salieron. Se acercó lento y con cuidado a la camilla de James, no lo tocó, no le habló, sólo lo miraba.

El soldado tenía el ceño fruncido y transpiraba, su pulso estaba acelerado y gemía sufriendo. La luz que había en la celda era tenue, sólo alumbraba una pequeña lámpara que tenía a un costado de la camilla. Mientras esperaba que el soldado dejara de soñar, Alena se fijó  que este estaba sin polera y pantalones, sólo ropa interior y un torso completamente desnudo. Alena abrió la boca y se giró, se sintió avergonzada, decidió salir de la celda antes que James despertara y se diera cuenta que ella lo observaba casi desnudo. Pero cuando dio un paso el soldado despertó con un grito.

— NO!!—. Alena se giró hacia él asustada y este respiraba agitado, se había sentado en la camilla. La miró con el ceño fruncido y le dijo.
— ¿Qué haces tu aquí?...— Alena se sentía avergonzada, tenía los ojos bien abiertos pero intentaba mirar hacia otro lado, su boca no quería decir las palabras que ella pensaba, simplemente se quedó ahí parada intentando hablar.

— Ey, ¿qué haces aquí?!— insistió aún agitado. Este se paró de la camilla y se acercó a la chica. Alena no pudo con todo y con un susurro ahogado dijo.
— No...— para luego girar y retirarse.

La Psicóloga de El Soldado del Invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora