15.- Grigori Volcov

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Al otro día, el soldado despertaba en la celda, pero ya no era él, si no que era James.
— ¿Qué ocurre?— murmuró. Se paró desorientado y miró a su alrededor.

Se dio cuenta que no estaba en su celda y que claramente algo malo había hecho para estar ahí, a los segundos recordó, todo, incluyendo lo de Alena con Boris y el asesinato del soldado . Sintió pena y rabia, pero se contuvo.

Se acercó a la puerta y golpeó.
Los guardias afuera miraron aterrados y uno fue corriendo a buscar a Karpov.
Este se tomó su tiempo, pasaron varios minutos y por fin llegaba a la celda, pero no solo, llegaba con la hermosa y malvada Verónika.

La chica venía con una sonrisa contenida en sus labios, abrieron la puerta y James la miró de pies a cabeza intimidando a la atrevida Nika, ella sólo le sonreía.

— Soldado... ¿mejor?— le dijo karpov.
James asintió y este continuaba.
— no sé qué ocurrió ayer, pero asesinaste a uno de mis guardias, eso lo pagarás...—
James solo lo miró, pero por dentro gritaba. James odiaba matar siendo él, pero ayer había perdido el control.

— ...Verónika... conoces a Veronika ¿cierto?, Nika...— James miró a karpov y luego a Nika, ahí se quedó.

— Al parecer Alena ya no te puede controlar como lo hacía antes, no sé muy bien que haré, pero Nika se ofreció a ayudarme y eso es lo que necesito ahora...—

Nika miraba a James fijamente, intentando seducirlo, pero James solo la miraba, sin ningún sentimiento o emoción.

— Bueno. Te quedarás... castigado un par de días antes de que comencemos nuevamente las sesiones... necesito pensar en todo eso...—

James no hizo nada, absolutamente nada, solo miraba a ambos, esperando que estos se fueran rápido.

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Alena no había dormido en toda la noche, se levantó tarde y como vio que Karpov no la había ido a molestar, no se molesto en hacerlo temprano.

Pensó toda la noche en James, en su actitud, sus palabaras, la rabia que emanaba su cuerpo y expresaba su rostro, se sentía tan confundida y avergonzada, que le costaba ordenar sus pensamientos.

Ese día no quiso comer nada, no quiso salir, no quiso ver a James, sólo pensaba en él, recordaba cada momento que vivió, desde que lo conoció hasta ayer.

Después de varias horas pensando y atrapándose en su mente, recordó a sus padres y se sintió tan pequeña e indefensa, deseo tanto salir de Hydra, que comenzó a llorar cuestionándose su vida entera, todo, pensando que la relación de James había sido nada más que una pérdida de tiempo.

Pero después recordaba la mirada del soldado, su cuerpo, su piel, su rostro. Sus labios besar los suyos, sus manos tocar su piel, sus cuerpos desnudos de madrugada, los gemidos, los " Te amo". Alena estaba tan confundida con todo, qué por su cabeza pasaba la idea de que todo era una estupida broma.

Ese día, Karpov decidió darse el día libre de problemas, así que no fue ni donde James, ni donde Alena, sólo se quedó hablando con Nika por varias horas, ordenándole él, la pauta diaria, a su manera.

A Nika no le importaba ayudar a James, de hecho, hace rato que dejó de importarle Hydra, ella solo quería saciar su sed con el soldado, cueste lo que cueste.

En la noche, Boris fue a la celda de Alena, golpeó un par de veces y no salió .
— Alena... soy Boris, estaba aquí, por si... por si quería hablar... o comer, puedo ir por cena y traer...—
— Vete...— respondió Alena.

La Psicóloga de El Soldado del Invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora