31.- Ya no te amo.

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Grigori se acercó a los 3 hombres y se disculpó para retirase. James aún estaba parado a unos metros de ellos, esperando que este hablé con Alena.

Se acercó nuevamente a James y juntos subieron las escaleras.
— Dime ¿qué le hicieron?...— Grigori lo miró con el ceño fruncido y respondió.
— James, no lo sé, te dije que estuve en todo momento contigo...—

Llegaron a la puerta de Alena y Grigori comenzó a golpear.
— Alena... ¿estas?... ¿podemos hablar?...— Pasaron varios segundos pero no hubo respuesta.

James apretaba su mandíbula y puños, se sentía ansioso y preocupado por la chica, no sabía que pasaba y se estaba desesperando.
— Alena... hablemos, dime qué pasa...— Le hablo cerca de la puerta.

Pasaron vario segundos y finalmente Alena se acercó a su puerta, pero no la abrió.
— ¿Qué quieren?...— James abrió su boca y miró a Grigori preocupado. Ambos hablaron sin que Alena pudiera entender.
— Solo..—
— Dime que...—
— Queremos saber...—

Dejaron de hablar ambos y Grigori asintió para que James le dirigiera la palabra. Este tomó aire, acercó su frente al metal frío de la puerta y le habló tranquilo.
— ¿Qué ocurre Alena?... háblame...— hubo silencio.

Adentro estaba Alena, llorando, confundida, frustrada, con ganas de escapar de Hydra y de lo que era el soldado del invierno. Amaba con toda su alma a James, pero no podía lidiar con él hecho, que dentro de él vivía un ser despiadado que mataba sin sentir ni pensar.

— ... Ahora no... mañana en el casino a la hora de almuerzo...— Los chicos afuera se miraron, James frunció su ceño hacia arriba, con tristeza y Grigori tocó su hombro asintiendo y cerrando sus ojos, para luego susurrar.
— Está bien... vamos...—

James se despegó lentamente del metal y caminó sin dejar de mirar la puerta por el largo pasillo.

— Está bien James... vamos...—
— ¿Qué crees que le pasa?...— Grigori lo miró, se detuvo y le dijo.
— ¿de verdad no se te ocurre por qué Alena no quiere hablar contigo?— James rápidamente respondió.
— No, dímelo por favor...—

Grigori miró al piso, suspiro serio y respondió.
— Lo más probable es que ella vio cuando asesinaste a la pareja...— James frunció el ceño confundido.
—... Espera... ella... ¿ella fue con nosotros?...—

Grigori negó.
— No James... pero en la base que tenía Pierce vigilaron cada movimiento que hiciste... entonces, Alena debe haber visto todo...—

— ¿Qué es todo Grigori?...— preguntó James alterado y con sus ojos llorosos. Grigori negó y comenzó a caminar, pero James lo afirmó con fuerza de la muñeca.
— Dime que fue lo qué pasó...—
— James no te hagas esto...—
— ¡Dímelo!...—

Grigori se tensó y tragó un poco nervioso, pero insistió en no darle detalles de lo que este había  hecho.
— No James... no eras tú...— James lo afirmó con fuerza  y lo arrinconó en la pared para luego hablarle de cerca, con rabia y frustración.
— ¡Dímelo ahora!... Alena está encerrada en su celda sin querer verme, necesito saberlo —
— Ok, Ok— respondió Grigori antes que James perdiera el control.

Caminaron por el pasillo hasta la celda de James mientras Grigori le contaba con detalles todo lo que el soldado del invierno había hecho ese día. Como siempre, James se sentía asqueado.

Alena estaba en su celda, aún le caían lágrimas recordando su vida antes de llegar a ese lugar, recordando a sus padres, las caricias de su madre y la sonrisa de su padre, lo bien que se sentía cuando era pequeña y oía cómo le decían .
— "Te amamos pequeña Ale"...—

La Psicóloga de El Soldado del Invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora