13.- El Plan

1.2K 83 202
                                    

Al otro día, Alena se despertó completamente adolorida, antes de abrir los ojos por su mente pasaron recuerdos de esa noche y sonrió. Abrió los ojos y se dio cuenta que no estaba en la celda de James, si no que, en la de ella. Intentó ponerse de pie y le costaba, le dolía todo, especialmente su entrepierna.

Como pudo, caminó hasta su baño y se metió a la ducha, su estómago refunfuñaba de hambre. Alena pensó que el dolor se le iba a pasar a los segundos, pero no, realmente debía caminar lento porque el dolor era real.

Salió de camino al casino y cuando iba bajando la escalera una voz la interrumpió.
— Alena...— La chica intentó voltearse y rápidamente esa persona se acercaba a ella.
— Se lo que hiciste anoche, se donde estuviste...— Alena se volteó asustada y era Boris.
Ella frunció el ceño y le dijo.
— ¿De qué hablas?—
— ¿por qué Alena?, ¿por qué!?, si estábamos bien así...—
— Boris, no...—
— Ese imbecil debió morir — Alena golpeó el rostro de Boris al escucharlo decir eso y comenzó a llorar.

— No hables así de James, ¡MENOS TU!. Te conté todo, confié en ti y que hiciste. Intentaste aprovecharte de mi anoche mientras yo estaba ebria...—
Boris abrió la boca para defenderse diciendo.
— Alena yo... lo siento...yo...—
— ¡Tu eres el único que sabía lo que yo sentía por James y ¿ahora me Dices esto!?—.

Boris la afirmó de sus brazos y la empujo a la pared furioso. Alena frunció el ceño de miedo y este le dijo murmurando.
— Ese imbecil se fue, te dejó sola aquí, lloraste por meses, pensando que te había abandonado y en cuanto llega, te metes a su cama como una cualquiera...—
—¡BASTA!—
— solo te quería follar Alena, mírate, mira cómo estás, ¿ no te da vergüenza?—. Y si, Alena sentía vergüenza.
— Ya estas sucia por las manos de ese soldado asqueroso...—

Boris terminó de decir eso y Alena pudo ver como la cabeza de James se asomaba subiendo la escalera. Boris giró, quedando congelado, James paró de subir, miró a Alena llorar y se enfureció. Subió corriendo los dos escalones que le quedaban y antes de que Boris corriera lo afirmó del cuello azotando su cabeza con la
Pared. James no sabía lo que le Había dicho, pero no necesitaba saberlo, con solo ver llorar a Alena le sobraban excusas para asesinarlo.

Boris no tuvo  opción de hablar o algo, James ya lo estaba ahorcando. Alena gritó.
— ¡No James!— ella se puso frene  a él, afirmó su rostro y le dijo.
— mírame, mírame a los ojos...— James la miró fijo.
— Suéltalo...— Alena tocó el brazo de metal y James lentamente soltó el cuello de Boris. Alena lloraba, se sentía terrible por todo lo que Boris le había dicho.

Boris cayó al suelo intentando volver a respirar, James tomó de la mano a Alena y se la llevó a su celda. Alena sentía dolor entremedio de sus piernas, caminaba lento y James se dio cuenta que algo andaba mal. Paró, la miró y le dijo.
— ¿Por qué caminas así!, qué te hizo!?— James se estaba devolviendo para matar a Boris y Alena lo afirmó de la mano.
— No James... no fue él... fue por ... por lo de anoche ...— James frunció el ceño sorprendido, tomó en brazos a su chica y la llevó a la celda.

Cuando la bajó lento le dijo susurrando preocupado.
— Alena... ¿te hice daño?, dime ¿qué te duele?.— Alena se sentía un poco avergonzada, miró hacia abajo y respondió.
— No lo se... solo me duele al caminar...— James se sentía afligido. La afirmó del rostro y le dijo.
— No camines por favor, sólo descansa...—. Alena aún tenía un par de lagrimas en rostro. James la sentó y le dijo.

— Ahora dime Alena... ¿que te hizo ese Imbecil?...— Alena negó rápidamente y corrió su mirada.
— Ey Ey, no, mírame por favor...- James se puso en cuclillas frente a Alena, afirmó su rostro e insistió.
— Alena, dime que fue lo que te hizo...—.
Alena dudo, sentía miedo de que James matara a Boris por lo que este le dijo.
— nada James... solo hablamos de lo feliz que estaba al tenerte de nuevo aquí...— mentía, mentía completamente, pero le Sonrió para tranquilizar al soldado.
— y ¿por qué llorabas Alena?...— 
— Por la emoción... Boris, él sabía que yo estaba enamorada de ti y...—
James la interrumpió.
— No confió en él, no le hables Alena—. Alena mentía, pero después de lo que James le pidió, solo asintió sonriendo.

La Psicóloga de El Soldado del Invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora