26.- Decir la verdad.

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Al otro día, James despertó primero. Recordó inmediatamente que dormía con su chica, sintió su cuerpo, ella le daba la espalda y él la abrazaba por detrás, eso se sintió tan bien, que la apretó con fuerza y aspiró el aroma de su cabello.
— Aush...— reclamó Alena en un murmullo.
— Lo siento...— le susurró en el oído.

Alena aún con los ojos cerrados se giró y abrazó a James, quedand su mentón en el pecho y su pierna encima de él. James sonrió, era una imagen hermosa, Alena levantó su rostro y él pudo tener una vista mucho más hermosa.

Beso sus labios y le susurró.
—Despierta...— Alena seguía con los ojos cerrados, en respuesta sólo le frunció el ceño.

Él sonrió y volvió a susurrar.
— Te ves tan linda... y sexi...— Alena bajo su mano para subir la ropa de cama y sin querer chocó con la ereccion matutina de James.

Abrió sus ojos de golpe encontrándose con los azules de este y una sonrisa de maldad.
— Lo siento... fue.. sin querer...— James se puso serio y le susurró.
— ... no lo creo Alena...—

Ella miró seria y preocupada.
— de verdad ...— James la dio vuelta de golpe,
Quedando encima de ella, apoyando su mano de metal en el colchón para no apretarla.

La chica se congeló, pocas veces lo había tenido de esa manera encima de ella y vaya que esa vista era hermosa.

El cuerpo grandote y trabajado de James, su piel color miel, el bulto que rozaba suavemente su intimidad, su mirada penetrante, era Perfecto.

— ¿Cómo dormiste?— Alena asintió respondiendo.
— Bien ... muy bien y ¿tu?— James respondió con un gesto de desagrado, inclinando levemente su cabeza de lado.
— Mmm me faltó algo—. Alena se sintió preocupada, pero inmediatamente James reveló sus intensiones.

Se fue al oído de la chica y le susurró con voz ronca, haciendo que una cosquillas recorriera todo el cuerpo de Alena.
— Me falto hacerte el amor...— este volvió a mirarla y la chica tenía su boca entreabierta, seguido de darse un trago seco.

James se fue a sus labios, los besó con delicadeza, Alena respondió inmediatamente, ambos jugaron con sus lenguas, llevando un compás intenso, pero lento, respiraban por la nariz y a la chica debes en cuando le salían gemidos nasales.

James, con tan solo escuchar la respiración agitada de Alena, sentía como su ereccion palpitaba, exigiéndole estar dentro de ella.

Bajó hasta el cuello y ahí lo besó con maldad, haciendo que Alena ahora gimiera intenso.
— ... James...— Susurró mientras gemía.

Este, se emocionó mucho y succionó la piel del cuello, haciendo que inmediatamente le dejara una aureola de color rojo, se dio cuenta, no le importó y continuó haciéndolo por todo el cuello.

Alena sentía la lengua tensa de James en su cuello y deseaba tenerla en otro lado, de repente se dio cuenta de lo que este hacía, abrió sus ojos y murmuró.
— James... ¿qué haces?— inmediatamente respondió.
— Marcándote...— Alena sonrió para luego decirle.
— James... eso quedará morado...— con sonidos chasqueados de su boca le respondió.
— Lo se y si te preguntan diles que fui yo... que te ataqué...—

Alena antes de estar con James, no tenía para nada pervertida la mente, pero ahora le excitaban cosas nuevas, por ejemplo, lo que el chico le acababa de decir.

Alena había dormido con una sudadera de James, este dejó el cuello de lado y llevó su mano humana a uno de los senos de Alena, rodó sus dedos por el pezon de esta, por encima de la ropa, la miró y susurró.
— Te voy a comer...— Alena sonrió nerviosa y James bajó hasta su ombligo, levantó un poco la sudadera y metió su cabeza debajo de esta, pesando por su vientre, dejándole pequeños besos.

La Psicóloga de El Soldado del Invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora