22 MARZO, 1953

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Park Fawcett

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Park Fawcett

Las cosas se volvieron borrosas después de darme cuenta que el sonido metálico, había sido el del cuchillo clavándose en Lexton, quien a los segundos, dejo de pelear, sus manos se volvieron gelatina y antes de darme cuenta, se había quitado de encima de mí, había caído y rodado, hasta quedar de costado, con los ojos abiertos de sorpresa y un rio de sangre fluyendo por su espalda.

Lo mire y él me miró, pude ver algo en sus ojos, algo fuerte y sorprendente, lejano a todo lo conocido, porque esta vez su mirada estaba cargada de rencor, y a la vez de nostalgia, por un momento, esperé que sobreviviera, aunque eso no nos iba a llevar a donde queríamos, a donde necesitábamos.

El mundo se puso en silencio, había un alboroto a mi alrededor, pero ya no lo escuchaba, de un momento a otro, de un instante a otro solo podía escuchar un pitido, un sonido agudo como el de una bocina y tan delgado y difícil de romper.

Volteé lentamente con el mundo en cámara lenta, y fue antes de que me diera cuenta que mi vista enfoco en la torre de control, donde ya habían detectado lo que había pasado.

Vi a un guardia, con un rifle le apuntaba a un sitio en el patio, bajé muy pausada la vista hasta descubrir que el objetivo del guardia era Akela.

No medí lo que hice, en parte era porque estaba mareado de tanto golpe recibido, también porque un hombre había muerto justo frente a mis narices.

Solo soy consciente de que Akela estaba en el suelo, intentando recuperarse de la caída y de la impresión de ver a Lexton morir, de ser ella quien lo mató y en mi arrebato de protección, salté sobre Akela y la hice rodar por el piso, haciendo que la bala cayera solo a unos milímetros de ella.

Alzó la mirada y me observó con desconcierto, pero no era provocado por el simple hecho de casi morir disparada.

Los presos se arremolinaron a nuestro alrededor, nos observaron, y entre la gente apenas y pude apreciar a Carl y a los chicos, observando aterrorizados la escena, al menos Gerard y Josué, porque Carl solo se veía ahí y nos había mostrado el pulgar, en una señal de apoyo.

Supe que los guardias se acercaron a nosotros y comenzaron a gritar, dos de ellos se llevaron a Lexton, uno le sujetaba las piernas mientras el otro los brazos, Lexton seguía parpadeando, aunque lo hacía con pesadez, nos observó y observo a Akela, quien al verlo, se puso todavía más pálida de lo que estaba.

Otro guardia me tomó de las manos y me hizo levantarme, lo hice sin rechistar, sabía que venía y aunque no estaba listo, y de hecho, estaba aterrado, estaba decidido.

Luego vi a otro guardia tomar a Akela de las manos, pero este no le puso las esposas, en vez le dio una patada en el estómago.

Ella se dobló hacia adelante, su cabello se alzó y terminó cayendo por su frente, la escuché soltar aire y en esos momentos solo fui capaz de jalonearme para intentar llegar a ella.

Los amantes de Alcatraz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora