Todas las chicas, o al menos la mayoría, desearíamos conocer un poco sobre los sentimientos que se experimentan cuando nos enamoramos de alguien. Especialmente si ese "alguien" se trata del chico más popular y deseado de la escuela. Aquel que tiene a las chicas del instituto babeando por él.
Y, por qué no, también a uno que otro chico.
Al menos eso era lo que yo deseaba, cuando ingresé a la Academia Nacional de Artes de la República de Corea, y cuando Kim Seokjin entró a mi vida y la desordenó por completo.
Mi nombre es Min Lia. Les explicaré mejor: antes de decidirme a estudiar Dramaturgia, no tenía ni la menor idea de lo que haría al terminar la secundaria.
Era una pequeña y, vamos, ¿Quién a tan temprana edad se preocupa por lo que estudiará en la universidad en vez de preocuparse por vencer a su hermano mayor en los videojuegos?
Sin embargo, cuando Min Yoongi, mi hermano mayor, ingresó a lo que en otros países se conoce como «bachillerato», y cuando me resigne a que la pubertad no me soltaría durante varios años, empecé a cuestionarme qué sería de mi vida después de los dieciocho.
Mi hermano fue mi principal inspiración para dedicarme al arte. Desde pequeños siempre fuimos muy unidos; nos contábamos todos nuestros problemas y los resolvíamos juntos, nos protegíamos mutuamente y siempre apoyamos las decisiones del otro, aun cuando éstas no eran muy buenas.
Incluso, si alguno de los dos se metía en una riña, el otro también tenía que recibir un par de golpes. Era una ley de hermanos, completamente inquebrantable.
Yoongi nunca fue un estudiante modelo. De hecho, en repetidas ocasiones estuvo al borde de reprobar algunas materias. Por suerte no fue así.
Pero él nunca fue un chico sin una vida próspera.
Si bien no era el mejor de los estudiantes, pronto descubrió su gran talento para componer melodías y escribir letras. Yoongi descubrió su pasión por la música, por lo que, cuando se enteró de que existía la Academia Nacional de Artes de la República de Corea, le rogó a nuestros padres que le permitieran estudiar en aquella escuela para graduarse como Productor Musical.
Claro que mamá y papá le pondrían una condición para poder viajar hasta Seúl y estudiar en esa ciudad: mejorar sus calificaciones durante el último año en el colegio de Daegu.
Mentiría si dijese que no me molestaba la idea. En realidad me entristecía, porque eso significaba que no vería a mi hermano durante todo el año hasta navidad. Pero también me di cuenta de que estaba siendo un poco egoísta por creer que mi hermano tenía que estar conmigo siempre, así que recapacité y lo ayudé a mejorar en sus notas.
Yoongi era pésimo con las matemáticas. No, de hecho era peor que eso. Entonces, como la gran hermana que soy, convencí a la mejor alumna de su clase para que lo ayudara con el último examen de la materia. Lo único que tenía que hacer, era compartir con ella el número telefónico de Yoongi.
Así se lograron dos cosas: la primera, que Yoongi no tuviera que repetir el año; la segunda, que Yoongi me hiciera gastar muchos wons para compensarlo porque aquella chica le insistió tantas veces para conseguir una cita.
Y así pasaron tres años. Tres largos años en los que no veía a mi hermano todos los días, en los que no jugaba conmigo o me molestaba constantemente.
Era muy raro asistir a la secundaria y no verlo más. Ciertamente, mi único consuelo era que él estaba siguiendo sus sueños.
Antes de terminar el segundo año de la secundaria, las dudas sobre qué sería de mí cuando fuese adulta comenzaron a aparecer.
Era una gran estudiante, siempre estaba en la lista de los cinco mejores alumnos de mi clase y podía elegir cualquier carrera universitaria sin un solo problema. Sin embargo, ninguna era lo suficientemente interesante como para llamar mi atención.
O al menos fue así, hasta que me enteré de que podía dedicarme a escribir historias y llevarlas a un escenario. Desde pequeña me gustaba fantasear, y algunas veces escribía pequeños cuentos que me gustaba leerle a Yoongi y a nuestros padres.
Cuando mi hermano se enteró de ello, no dudó ni un segundo en convencerme para estudiar mi último año de secundaria e iniciar la universidad en la academia de Seúl.
Claro que yo tampoco me negué.
Así que, ahí estaba yo, subiendo mis pertenencias al auto para mudarme a la capital e iniciar una vida diferente. Sinceramente estaba muy emocionada, aunque también sentía algo de nerviosismo. De un día para otro estaría lejos de mi hogar y de mis padres, pero también estaría cerca de mi adorado hermano.
Una vez que todo estuvo empacado, mi padre dió la orden para subir al auto e irnos.
En un viaje de tres horas aproximadamente, dormí un poco, escuché música, y también los consejos y peticiones de mis padres.
Y entonces, cuando comencé a observar los grandes edificios, las gigantescas pantallas de anuncios y el terrible tráfico, supe que mi residencia en Seúl estaba llegando.
Llegamos al estacionamiento de la academia, donde encontramos a Yoongi quien ya esperaba por nosotros.
— ¡Qué bueno que al fin llegaste, enana! — me dijo al bajar del auto, y me rodeó con sus fuertes brazos.
— Aquí me tienes, cabeza de chorlito — respondí y Yoongi se rió.
— Mi adorado hijo, ¿Cómo has estado?
— Muy bien, mamá. ¿Qué tal el viaje?
— Ah, ya sabes... Todo el bendito camino escuchando a tu padre decirle a su única hija no puede tener un novio en esta escuela — se quejó nuestra madre.
— Papá tiene razón. Lia, no puedes tener novio.
— ¡Bu! Ustedes son muy anticuados — reclamé.
— Cuando tengas tus propios hijos lo entenderás — dijo nuestro padre, mientras se encargaba de bajar las maletas del auto. — Yoongi, ayuda a tu hermana a llevar esto.
Mi hermano accedió, acercándose a papá para tomar mis pertenencias. Finalmente, mi padre cerró la cajuela y caminó hasta donde estábamos.
— Bueno, es hora de irme — dije.
— Mi pequeña — me abrazó mi madre —, aún no puedo creer que estés por dejarme. Voy a extrañarte tanto.
— Y yo a ti, mamá. Mucho.
Segundos después, fue el turno de despedirme de mi papá. — Recuerda, no puedes tener novio — bromeó. — Cuídate, mi vida.
— Lo haré papá, te amo.
— Ya lo sabes, hombre. Cuida de tu hermana menor tan bien como lo has hecho siempre — dijo a Yoongi.
— Sabes que sí, papá. Tengan un buen viaje de regreso.
Me acerqué a Yoongi, y juntos observamos a nuestros padres subir al auto.
— Los amamos, hijos míos. Nos vemos en navidad.
— ¡Adiós! — dijimos Yoongi y yo, simultáneamente.
Y los vimos alejarse.
— Muy bien, enana — dijo Yoongi, rodeando mi cuello con su brazo, y frotando mi coronilla con su puño — ¿Estás lista para iniciar tu mejor etapa de la vida?
— ¡Suéltame, cabeza de chorlito! — me quejé. De inmediato Yoongi obedeció. — Sí, estoy más que lista.
— Muy bien, pero primero vayamos a dejar tus cosas a tu dormitorio. Luego te mostraré toda la escuela.
Accedí, tomando una de las maletas y llevándola conmigo. Yoongi hizo lo mismo con la otra.
Mi creencia sobre que mi primer año escolar en la academia sería tan común y corriente se fue a la basura en cuanto di el primer paso en la entrada.
*
Hola, volví :)
Solo quiero desearles a todos y a todas que este 2022 sea un excelente año ✨
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RULES BREAKER [KSJ]
FanfictionEn una academia de arte de Seúl, en la que no hay regla más importante que «no involucrarte con un universitario», Min Lia estaba completamente decidida a seguir aquella regla. ¿Qué podía ser más difícil que eso para una estudiante modelo como lo er...