Durante ese fin de semana aprendí dos cosas nuevas: la primera, las fresas pueden soportar una temperatura máxima de hasta 50°C; la segunda, al señor Song le encantaba comerse los cultivos de fruta.
Era muy gracioso escuchar a los hijos mayores del señor Song, quienes también trabajaban en el invernadero, reclamar a su padre por comer al menos cuatro manzanas diarias durante la temporada.
— Papá, ya habíamos hablado de eso — dijo su primogénito —, no puedes comerte las frutas que nosotros mismos cosechamos. Además, demasiada azúcar no le hará bien a tu salud.
— ¿Haz escuchado el dicho que dice ''eres lo que comes''? Yo prefiero ser una dulce y regordeta manzana — respondió, golpeando ligeramente su estómago y haciéndonos reír a los presentes — y no una amarga patata verde.
— Eso no tiene ningún sentido.
— ¿Crees que sabes más que tu anciano padre? ¡Qué muchacho tan insolente! Bien dice el dicho ''cría cuervos y te sacaran los ojos''.
Nuevamente nos reímos, al igual que su hijo, por la peculiar y siempre animada forma de ser del señor Song. Él era un hombre mayor de setenta y seis años, y de no ser por su cabello plateado y sus líneas de expresión, cualquiera hubiese creído que el hombre era mucho más jóven. Poseía una actitud enérgica y divertida para la edad que tenía.
Cuando terminó con la segunda fruta de la tarde, el señor Song continuó ayudándonos con la recolección de fresas, mientras nos explicaba más sobre cuidados, técnicas y demás cosas sobre agricultura.
Los pequeños canastos llenos de frutos fueron llevados a otra área del sitio tan pronto terminamos la recolección. Con la manga de mi suéter limpié algunas gotas de sudor que estaban sobre mi frente y bebí un poco de agua para recuperarme.
Otras personas ahí también hicieron lo mismo; jóvenes que parecían tener mi edad, algunos que tal vez ya habían llegado a la edad adulta, e incluso hombres y mujeres mayores.
Algunos minutos después, el señor Song nos dió la nueva indicación de acompañarlo hacia las enormes arboledas de frutas propias de ese tipo de cultivo.
Cientos de personas trabajaban para la familia Song, en todas partes y procesos de la labor que los Song ejercían.
— Haremos un poco de recolección de naranja para terminar pronto — indicó nuestro jefe a quienes habíamos estado previamente en el invernadero, mientras caminábamos hasta el final de la hilera de árboles.
Todos los árboles ya contaban con dos personas que se encargaban de ellos: una se encontraba a la altura de las hojas, cortando cada una de las naranjas; la otra recogía las que caían al piso y las colocaba en un canasto. Solo los que estaban al último solo contaban con una persona, y otros todavía no estaban siendo tratados.
— Ustedes ayuden a alguien a recolectar las naranjas — nos dijo a un grupo de personas —, el resto suba a los árboles.
Entonces me dispuse a elegir uno de los árboles para comenzar la recolección.
— Hola, te ayudaré a recolectar — dije a un chico que estaba en la altura del árbol.
— Claro, muchas gracias.
Comencé a tomar los frutos que estaban en el piso y los introduje dentro del canasto vacío. Mentiría si dijese que no temía porque una naranja cayera sobre mi cabeza, a pesar de que estaba usando un sombrero de paja que, posiblemente, suavizaría el golpe si es que una caía justo en mi coronilla. Aunque en realidad nunca había escuchado que alguien hubiera muerto porque fuera golpeado con una fruta, ¿O sí?
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RULES BREAKER [KSJ]
أدب الهواةEn una academia de arte de Seúl, en la que no hay regla más importante que «no involucrarte con un universitario», Min Lia estaba completamente decidida a seguir aquella regla. ¿Qué podía ser más difícil que eso para una estudiante modelo como lo er...